Las funciones urbanas que cumplían las plazas mayores, además de la original de mercado, se ampliaron a la de espacio político (con la ubicación de edificios municipales) y espacio de festejos y solemnidades, como corridas de toros (que terminaron asociándose a espacios circulares hechos ex profeso en vez de los originales rectangulares), autos de fe de la Inquisición (la parte solemne, no la quema de los condenados, que se hacía en el brasero, en lugares más discretos), ejecuciones públicas de ámbito civil,[4] sin olvidar la función de espacio de conflicto social, pues las plazas mayores son el referente de reunión en caso de motín de subsistencias (en el Antiguo Régimen) o de manifestación (en la Edad Contemporánea).