La piedra angular
María Alejandra no sería protagonista de esta historia de no existir Asoprogar, una asociación civil fundada hace 30 años en el seno de la iglesia católica para atender a niños necesitados, y que en 1995 abrió en la zona hatillana de Caicaguana la casa-hogar Belén, donde fueron cuidadas dos generaciones de infantes.
“Aquí llegan los niños que provienen de hogares de cuidado y otras instituciones. Son por lo general niños huérfanos o que han sido sacados de hogares violentos”, dice Juan Carlos Zambrano, presidente de la asociación, quien aclara que aunque lo ideal es que sean menores de entre 4 y 8 años, también reciben adolescentes.
En 2003 se hacen con un terreno en la localidad de Sabaneta del Cañaveral para construir otras dos casas. Sin personal para atenderlas, la directiva pide ayuda a monseñor Febres-Cordero, quien convence a las Siervas del Santísimo Sacramento para que se hagan cargo de los nuevos albergues.
Y es aquí donde Salomón Leclerc entra a cuento. Como supervisor de la obra social, el cura levanta una ermita que llamó de la Eucaristía, que fue culminada en 2004 y sirvió de nuevo asiento para la imagen del beato francés.
Las casas-hogar (Santa María Goretti para niñas y beato Pier Giorgio Frassati para niños), albergan en la actualidad 22 niños (posiblemente lleguen otros), quienes reciben todas las atenciones de alimentación, habitación, educación, asistencia médica y recreación hasta alcanzada la madurez.
“En realidad no hay límite de salida”, acota Zambrano, agregando que en la medida de sus posibilidades la asociación –que se nutre de donaciones, tómbolas, rifas y actividades por el estilo- presta apoyo a más de 300 niños de la zona rural de El Hatillo. “Quisiéramos poder hacer más, pero no contamos con los recursos necesarios”, puntualiza.
Artículo originalmentte publicado en elestimulo. com
Reproducido con autorización expresa del autor
María Alejandra no sería protagonista de esta historia de no existir Asoprogar, una asociación civil fundada hace 30 años en el seno de la iglesia católica para atender a niños necesitados, y que en 1995 abrió en la zona hatillana de Caicaguana la casa-hogar Belén, donde fueron cuidadas dos generaciones de infantes.
“Aquí llegan los niños que provienen de hogares de cuidado y otras instituciones. Son por lo general niños huérfanos o que han sido sacados de hogares violentos”, dice Juan Carlos Zambrano, presidente de la asociación, quien aclara que aunque lo ideal es que sean menores de entre 4 y 8 años, también reciben adolescentes.
En 2003 se hacen con un terreno en la localidad de Sabaneta del Cañaveral para construir otras dos casas. Sin personal para atenderlas, la directiva pide ayuda a monseñor Febres-Cordero, quien convence a las Siervas del Santísimo Sacramento para que se hagan cargo de los nuevos albergues.
Y es aquí donde Salomón Leclerc entra a cuento. Como supervisor de la obra social, el cura levanta una ermita que llamó de la Eucaristía, que fue culminada en 2004 y sirvió de nuevo asiento para la imagen del beato francés.
Las casas-hogar (Santa María Goretti para niñas y beato Pier Giorgio Frassati para niños), albergan en la actualidad 22 niños (posiblemente lleguen otros), quienes reciben todas las atenciones de alimentación, habitación, educación, asistencia médica y recreación hasta alcanzada la madurez.
“En realidad no hay límite de salida”, acota Zambrano, agregando que en la medida de sus posibilidades la asociación –que se nutre de donaciones, tómbolas, rifas y actividades por el estilo- presta apoyo a más de 300 niños de la zona rural de El Hatillo. “Quisiéramos poder hacer más, pero no contamos con los recursos necesarios”, puntualiza.
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