Su nombre es el primero y el más destacado de la larga relación de mártires cuya fiesta se celebra hoy. Había nacido en la diócesis de Aix-en-Provence. Su familia residía en Calas, y era harto pobre. Es conmovedor saber cómo aprendió a leer: un día encontró un centimillo en la calle, con el compró un alfabeto y rogó a una vecina que le enseñara las letras. Así, a fuerza de perseverancia, consiguió la preparación suficiente para poder ingresar, en 1818, en el seminario de Misiones Extranjeras. Después de dos años de estudios se embarca en Burdeos y marcha a trabajar a China.