El Crucifijo es el gran libro que ofrece a nuestros ojos horizontes infinitos". De hecho, a pesar de que la vida de Guido transcurrió en la región italiana de Emilia, su mirada abarcaba los horizontes de toda la humanidad, y nunca desfalleció en el deseo ardiente de anunciar el Evangelio a todos los hombres. El "espectáculo" de la cruz le hablaba "con la elocuencia de la sangre", manifestándoles el amor infinito de Dios hacia la humanidad. En 1895, Guido funda una Congregación Misionera de hombres consagrados a Dios con el único fin de llevar el Evangelio a los no cristianos.