HUMOR - CURIOSIDADES - JUEGOS - PROBLEMAS DE INGENIO
LEYENDAS URBANAS
El exnovio camarero en el banquete nupcial
Desconfía si la que ahora es tu mujer desaparece durante más de un cuarto de hora en el cuarto de baño
Supongo que todos habréis oído alguna vez esta historia, pero la reproducimos aquí porque disponemos de información de primera mano, ya que le sucedió a una conocida de la hermana de ex-mujer del electricista que suele venir a arreglar el ascensor de la empresa quien, en uno de sus ratos libres, nos la contó con pelos y señales.
El caso es que la ex-cuñada fue invitada a una boda de tronío y mucho postín, ya que se casaba Fifí de Bordalejos y Carranza, heredero de la fortuna de los Carranza con la afortunada Jennifer González, rubia espectacular y gogó de discoteca en sus ratos libres.
La citada mozuela gozaba de una reputación un tanto dudosa en la ciudad, debido a su turbulento pasado, y la Madrísima de Fifí, la Marquesa viuda de Carranza, hizo lo posible para evitar la unión, intentando abrirle los ojos a su hijo respecto a la frescales con la que iba a casarse. Sin embargo, Fifí, enamoradísimo, no sólo hizo caso omiso de las advertencias de la marquesa, sino que incluso se permitió el lujo de indicarle a su señora madre por dónde podía meterse la herencia cuando ésta le amenazó con desheredarle en caso de que persistiera en su actitud.
Afortunadamente para el pobre Fifí, su futura esposa le hizo ver la conveniencia de reconciliarse con su madre, y aunque las malas lenguas afirmaron que ella llegó a decir que si no había fortuna se iba a casar con Fifí quien yo te diga, el caso es que el novio accedió a hablar con su madre y la sangre no llegó al río.
A trancas y barrancas llegó el día de la boda, celebrada por todo lo alto en la catedral. La novia llegó al evento en calesa tirada por tres caballos blancos y vestida con un "virginal" traje de blanco inmaculado, tocada con una diadema de diamantes que perteneció a la primera marquesa de Carranza. Los novios se dieron el sí quiero y todos tan contentos se marcharon a cenar al mejor restaurante de la ciudad.
El servicio fue excelente, pero la novia casi se desmaya de la impresión al encontrar que entre los camareros estaba un antiguo novio suyo que la abandonó cuando emigró a los Estados Unidos para trabajar en un Mc Donalds. Durante toda la cena estuvieron coqueteando a base de miraditas y guiños y, nada más partir la tarta, la novia manifestó su necesidad de acudir al cuarto de baño alegando un repentino apretón en el bajo vientre. A los pocos minutos, el enamoradísimo Fifí decidió acudir también al baño, para darle una sorpresita, un susto o simplemente un revolcón rápido. Pero no veáis la cara de gilipollas que se le quedó cuando se encontró a su esposa subida al lavabo con el vestido remangado y las piernas abiertas y al ex-novio camarero empujando como un campeón.
Muy digno, Fifí se retiró, no sin haber insultado duramente a su actual ex-esposa y regresó al banquete para comentarlo con su madre. Las malas lenguas afirman que la tragedia estuvo a punto de ocurrir cuando la madre sólo acertó a contestar: " ¿Ves como yo tenía razón, Fifí mío, y siempre debes hacer caso a tu madre?
FICHA RESUMEN DE ESTA LEYENDA URBANA
ORIGEN DE LA LEYENDA: Cada vez que ocurre un matrimonio entre personas de distinta clase social (y monetaria), las malas lenguas traman patrañas como esta para disimular su envidia por la felicidad de la pareja.
POSIBLES VÍCTIMAS: Todos los millonarios y millonarias que van a casarse con personas de la clase media treinta años más jóvenes.
CREDIBILIDAD: Relativa. Es probable que esto ocurra con el tiempo, pero no pensamos que pueda pasar el mismo día de la boda.
MUTACIONES DE LA LEYENDA: Existe una versión igual en la que el infiel es el cachazas del joven esposo, y otra más en la que la novia deja plantado al novio en el altar al aparecer por la puerta un antiguo amor montado en su Harley- Davidson.
OBJETIVO: Convencer a ciertas folklóricas de avanzada edad de que es prácticamente imposible que un joven y macizo muchachote latino se enamore de ellas por su cara bonita.
LEYENDAS URBANAS
El exnovio camarero en el banquete nupcial
Desconfía si la que ahora es tu mujer desaparece durante más de un cuarto de hora en el cuarto de baño
Supongo que todos habréis oído alguna vez esta historia, pero la reproducimos aquí porque disponemos de información de primera mano, ya que le sucedió a una conocida de la hermana de ex-mujer del electricista que suele venir a arreglar el ascensor de la empresa quien, en uno de sus ratos libres, nos la contó con pelos y señales.
El caso es que la ex-cuñada fue invitada a una boda de tronío y mucho postín, ya que se casaba Fifí de Bordalejos y Carranza, heredero de la fortuna de los Carranza con la afortunada Jennifer González, rubia espectacular y gogó de discoteca en sus ratos libres.
La citada mozuela gozaba de una reputación un tanto dudosa en la ciudad, debido a su turbulento pasado, y la Madrísima de Fifí, la Marquesa viuda de Carranza, hizo lo posible para evitar la unión, intentando abrirle los ojos a su hijo respecto a la frescales con la que iba a casarse. Sin embargo, Fifí, enamoradísimo, no sólo hizo caso omiso de las advertencias de la marquesa, sino que incluso se permitió el lujo de indicarle a su señora madre por dónde podía meterse la herencia cuando ésta le amenazó con desheredarle en caso de que persistiera en su actitud.
Afortunadamente para el pobre Fifí, su futura esposa le hizo ver la conveniencia de reconciliarse con su madre, y aunque las malas lenguas afirmaron que ella llegó a decir que si no había fortuna se iba a casar con Fifí quien yo te diga, el caso es que el novio accedió a hablar con su madre y la sangre no llegó al río.
A trancas y barrancas llegó el día de la boda, celebrada por todo lo alto en la catedral. La novia llegó al evento en calesa tirada por tres caballos blancos y vestida con un "virginal" traje de blanco inmaculado, tocada con una diadema de diamantes que perteneció a la primera marquesa de Carranza. Los novios se dieron el sí quiero y todos tan contentos se marcharon a cenar al mejor restaurante de la ciudad.
El servicio fue excelente, pero la novia casi se desmaya de la impresión al encontrar que entre los camareros estaba un antiguo novio suyo que la abandonó cuando emigró a los Estados Unidos para trabajar en un Mc Donalds. Durante toda la cena estuvieron coqueteando a base de miraditas y guiños y, nada más partir la tarta, la novia manifestó su necesidad de acudir al cuarto de baño alegando un repentino apretón en el bajo vientre. A los pocos minutos, el enamoradísimo Fifí decidió acudir también al baño, para darle una sorpresita, un susto o simplemente un revolcón rápido. Pero no veáis la cara de gilipollas que se le quedó cuando se encontró a su esposa subida al lavabo con el vestido remangado y las piernas abiertas y al ex-novio camarero empujando como un campeón.
Muy digno, Fifí se retiró, no sin haber insultado duramente a su actual ex-esposa y regresó al banquete para comentarlo con su madre. Las malas lenguas afirman que la tragedia estuvo a punto de ocurrir cuando la madre sólo acertó a contestar: " ¿Ves como yo tenía razón, Fifí mío, y siempre debes hacer caso a tu madre?
FICHA RESUMEN DE ESTA LEYENDA URBANA
ORIGEN DE LA LEYENDA: Cada vez que ocurre un matrimonio entre personas de distinta clase social (y monetaria), las malas lenguas traman patrañas como esta para disimular su envidia por la felicidad de la pareja.
POSIBLES VÍCTIMAS: Todos los millonarios y millonarias que van a casarse con personas de la clase media treinta años más jóvenes.
CREDIBILIDAD: Relativa. Es probable que esto ocurra con el tiempo, pero no pensamos que pueda pasar el mismo día de la boda.
MUTACIONES DE LA LEYENDA: Existe una versión igual en la que el infiel es el cachazas del joven esposo, y otra más en la que la novia deja plantado al novio en el altar al aparecer por la puerta un antiguo amor montado en su Harley- Davidson.
OBJETIVO: Convencer a ciertas folklóricas de avanzada edad de que es prácticamente imposible que un joven y macizo muchachote latino se enamore de ellas por su cara bonita.