¿Por qué estas personas sufren más acoso escolar?
De acuerdo con recientes investigaciones realizadas en Estados Unidos, el 63% de los niños con TEA han sido víctimas de acoso escolar en las escuelas, porcentaje que aumenta cuando hablamos de la etapa de Educación Secundaria (75%) y que incluso se eleva en el caso del TEA sin discapacidad intelectual asociada, como el síndrome de Asperger, hasta un 83%.
Las propias características del TEA hacen que la persona sea especialmente vulnerable a este tipo de situaciones, ya que puede tener dificultades para identificar los comportamientos de acoso y también para buscar ayuda en estas situaciones. Además, con mucha frecuencia los alumnos y alumnas con TEA se encuentran socialmente aislados en el entorno escolar y apenas cuentan con relaciones de amistad con sus iguales. Esto hace que tampoco cuenten con el apoyo de sus compañeros y compañeras, lo que podría actuar como factor de protección. A ello se suma la limitación en las herramientas existentes en la actualidad en el sistema educativo para prevenir, identificar e intervenir de manera efectiva en las situaciones de acoso escolar que experimenta el alumnado con TEA. Seguimos hablando de una “discapacidad invisible” que hace que, en ocasiones, el entorno no comprenda adecuadamente las dificultades y necesidades de la persona y que a menudo malinterprete su intencionalidad.
No obstante, es muy importante insistir en que lo que determina el acoso no son las características del TEA, sino fundamentalmente las del contexto en el que se desenvuelve la persona (el clima de convivencia, el trabajo en valores, la promoción de las relaciones, la política escolar contra el acoso, la cohesión del aula...). De nuevo, si se trabaja la convivencia, el respeto y la atención a la diversidad como elementos esenciales de la educación, se avanzará hacia una sociedad más respetuosa e inclusiva, erradicando las situaciones de acoso escolar y también de las que pueda experimentar la persona en su vida adulta, especialmente en el ámbito laboral.
De acuerdo con recientes investigaciones realizadas en Estados Unidos, el 63% de los niños con TEA han sido víctimas de acoso escolar en las escuelas, porcentaje que aumenta cuando hablamos de la etapa de Educación Secundaria (75%) y que incluso se eleva en el caso del TEA sin discapacidad intelectual asociada, como el síndrome de Asperger, hasta un 83%.
Las propias características del TEA hacen que la persona sea especialmente vulnerable a este tipo de situaciones, ya que puede tener dificultades para identificar los comportamientos de acoso y también para buscar ayuda en estas situaciones. Además, con mucha frecuencia los alumnos y alumnas con TEA se encuentran socialmente aislados en el entorno escolar y apenas cuentan con relaciones de amistad con sus iguales. Esto hace que tampoco cuenten con el apoyo de sus compañeros y compañeras, lo que podría actuar como factor de protección. A ello se suma la limitación en las herramientas existentes en la actualidad en el sistema educativo para prevenir, identificar e intervenir de manera efectiva en las situaciones de acoso escolar que experimenta el alumnado con TEA. Seguimos hablando de una “discapacidad invisible” que hace que, en ocasiones, el entorno no comprenda adecuadamente las dificultades y necesidades de la persona y que a menudo malinterprete su intencionalidad.
No obstante, es muy importante insistir en que lo que determina el acoso no son las características del TEA, sino fundamentalmente las del contexto en el que se desenvuelve la persona (el clima de convivencia, el trabajo en valores, la promoción de las relaciones, la política escolar contra el acoso, la cohesión del aula...). De nuevo, si se trabaja la convivencia, el respeto y la atención a la diversidad como elementos esenciales de la educación, se avanzará hacia una sociedad más respetuosa e inclusiva, erradicando las situaciones de acoso escolar y también de las que pueda experimentar la persona en su vida adulta, especialmente en el ámbito laboral.