El tamaño y la distancia
La distancia condiciona el tamaño de la pantalla, pero solo hasta cierto punto. En principio, una pantalla grande hay que verla desde más lejos porque, de lo contrario, resultará incómoda (sería como presenciar un partido de tenis moviendo la cabeza de lado a lado para abarcar todos los ángulos). Además, al estar muy cerca veríamos la imagen pixelada. Sin embargo, este problema puede subsanarse con un televisor 4K, en el que la calidad de imagen es mucho mayor.
Por el contrario, en una pantalla muy pequeña nos costará apreciar los detalles desde lejos y los subtítulos. Las películas, los documentales, el fútbol... todo desmerecerá si la distancia que separa al espectador del aparato es demasiado grande.
El tamaño de la pantalla se mide en diagonal y en pulgadas. Antes de ir a la tienda, es importante medir la distancia desde el punto central donde uno se sienta a ver la televisión hasta el lugar donde se vaya a instalar el aparato de TV. Y también el ancho de pared con el que contemos. La medida de ancho en centímetros que se da a continuación es aproximada, pues varía algo en función del formato, pero sirve para hacerse una idea y no comprar un aparato que luego no quepa en el hueco que tenemos previsto.
En principio, sin tener en cuenta la calidad de la imagen, el tamaño para la pantalla en función de la distancia a la que se ve, es este:
- De 1,5 a 2 m de distancia: televisores de 32 pulgadas (unos 71 cm de ancho).
- De 2 a 2,5 m de distancia: televisores de 40 a 45 pulgadas (unos 88 a 99 cm de ancho).
- De 2,5 a 3 m: televisores de 46 a 49 pulgadas (entre 102 y 108 cm aproximadamente).
- De 3 a 3,5 m: televisores de 50 a 55 pulgadas (de 110 a 122 de ancho, más o menos).
- A partir de 3,5 m: televisores de 60 a 65 pulgadas (unos 133-145 cm).
En líneas generales, 50-55 pulgadas está bien para gente que quiere disfrutar de películas en un salón de tipo medio. Para aquellos que no se conforman con menos de 65, deberán tener en cuenta otros aspectos, como la calidad de imagen.
La distancia condiciona el tamaño de la pantalla, pero solo hasta cierto punto. En principio, una pantalla grande hay que verla desde más lejos porque, de lo contrario, resultará incómoda (sería como presenciar un partido de tenis moviendo la cabeza de lado a lado para abarcar todos los ángulos). Además, al estar muy cerca veríamos la imagen pixelada. Sin embargo, este problema puede subsanarse con un televisor 4K, en el que la calidad de imagen es mucho mayor.
Por el contrario, en una pantalla muy pequeña nos costará apreciar los detalles desde lejos y los subtítulos. Las películas, los documentales, el fútbol... todo desmerecerá si la distancia que separa al espectador del aparato es demasiado grande.
El tamaño de la pantalla se mide en diagonal y en pulgadas. Antes de ir a la tienda, es importante medir la distancia desde el punto central donde uno se sienta a ver la televisión hasta el lugar donde se vaya a instalar el aparato de TV. Y también el ancho de pared con el que contemos. La medida de ancho en centímetros que se da a continuación es aproximada, pues varía algo en función del formato, pero sirve para hacerse una idea y no comprar un aparato que luego no quepa en el hueco que tenemos previsto.
En principio, sin tener en cuenta la calidad de la imagen, el tamaño para la pantalla en función de la distancia a la que se ve, es este:
- De 1,5 a 2 m de distancia: televisores de 32 pulgadas (unos 71 cm de ancho).
- De 2 a 2,5 m de distancia: televisores de 40 a 45 pulgadas (unos 88 a 99 cm de ancho).
- De 2,5 a 3 m: televisores de 46 a 49 pulgadas (entre 102 y 108 cm aproximadamente).
- De 3 a 3,5 m: televisores de 50 a 55 pulgadas (de 110 a 122 de ancho, más o menos).
- A partir de 3,5 m: televisores de 60 a 65 pulgadas (unos 133-145 cm).
En líneas generales, 50-55 pulgadas está bien para gente que quiere disfrutar de películas en un salón de tipo medio. Para aquellos que no se conforman con menos de 65, deberán tener en cuenta otros aspectos, como la calidad de imagen.