Mientras escuchaba a la pequeña vivir las cinco etapas antes descritas, pude imaginarme a mí llorando mis batallas, pude imaginar a Jesús y María consolándome en cada una de ellas, incluso en la tercera etapa de la pequeña pude sentir el dolor de su dolor y pude entender lo difícil que es para Dios vernos sufrir, pero la certeza de que es por nuestro bien lo alienta a dejarnos vivir el dolor, pues sabe que cuando lleguemos al punto del amor de las mismas, después del desahogo, el corazón estará fortalecido.
Agradecí a Dios la luz que me había proporcionado respecto a éste método tan criticado, pero tan sanador de reparación de corazón y pensé en lo difícil que seguro era para mi hermana la situación, su método para terminar la situación fue tomar una cajita de leche que había guardado para más tarde y regalársela al papá de la pequeña con mucho amor para ver si el llanto podría venir del ayuno de la niña, efectivamente luego de recibir alimento, la pequeña llegó a la etapa del amor y su sufrimiento llegó a su fin.
Agradecí a Dios la luz que me había proporcionado respecto a éste método tan criticado, pero tan sanador de reparación de corazón y pensé en lo difícil que seguro era para mi hermana la situación, su método para terminar la situación fue tomar una cajita de leche que había guardado para más tarde y regalársela al papá de la pequeña con mucho amor para ver si el llanto podría venir del ayuno de la niña, efectivamente luego de recibir alimento, la pequeña llegó a la etapa del amor y su sufrimiento llegó a su fin.