La maldición de la higuera
También ayuna, su espíritu no se relaja. El lunes, al encaminarse de nuevo al Templo de Jerusalén, "sintió hambre". Pero en lugar de recurrir a los suyos pidiendo alimento, se dirige hacia un higuera buscándolo. Sabe que florecen hacia junio y raramente lo hacen en abril; pero le mueve un deseo intenso de que Israel dé buenos frutos, a pesar de todas la evidencias. Tiene hambre del amor de su pueblo y de todos los hombres. Pero aquel pueblo es como la higuera que tiene muchas hojas y ningún fruto. Y surge la ira profética como el relámpago en un cielo de tormentas, y clama hablando con el árbol, y más aún con su pueblo: "que nunca jamás coma nadie fruto de ti" (Mc). Los discípulos escuchaban sorprendidos.
También ayuna, su espíritu no se relaja. El lunes, al encaminarse de nuevo al Templo de Jerusalén, "sintió hambre". Pero en lugar de recurrir a los suyos pidiendo alimento, se dirige hacia un higuera buscándolo. Sabe que florecen hacia junio y raramente lo hacen en abril; pero le mueve un deseo intenso de que Israel dé buenos frutos, a pesar de todas la evidencias. Tiene hambre del amor de su pueblo y de todos los hombres. Pero aquel pueblo es como la higuera que tiene muchas hojas y ningún fruto. Y surge la ira profética como el relámpago en un cielo de tormentas, y clama hablando con el árbol, y más aún con su pueblo: "que nunca jamás coma nadie fruto de ti" (Mc). Los discípulos escuchaban sorprendidos.