Satanás se aprovecha
Satanás sólo entra si se le deja entrar. Puede tentar y tienta como lo hizo con Jesús y lo hace con todos. Pero para entrar necesita una puerta abierta. Satanás es soberbio, pero es lúcidamente inteligente. Conoce las debilidades de los hombres y las prueba. Odia a Dios, y sabe que el mayor daño que le puede hacer es destruir a los hombres. Conoce la debilidad de Judas, su amor por el dinero, y lo que el dinero lleva consigo. Ha seguido su comportamiento a lo largo de los tres años. Ha podido observar sus trampas. Y sobre todo su resentimiento por no entender el modo como Jesús lleva las cosas adelante. Judas no puede entender un amor tan grande que le lleve a la pobreza, a decir las verdades a los poderosos, contra las juiciosas políticas de los hábiles. Su vida de fraternidad es difícil con los demás, pues ellos han dejado todo para seguir a Jesús, y les ve decididos a hacer lo que les pida, por loco que parezca. Las peleas y los reproches no faltan. No en vano ellos no tienen tanta paciencia como Jesús, que siempre le disculpa y le apoya. La misma paciencia y el amor de Jesús le llenan de odio, pues son un reproche cuando él ya no quiere saber nada de ese reinado que no parece de este mundo.
Satanás sólo entra si se le deja entrar. Puede tentar y tienta como lo hizo con Jesús y lo hace con todos. Pero para entrar necesita una puerta abierta. Satanás es soberbio, pero es lúcidamente inteligente. Conoce las debilidades de los hombres y las prueba. Odia a Dios, y sabe que el mayor daño que le puede hacer es destruir a los hombres. Conoce la debilidad de Judas, su amor por el dinero, y lo que el dinero lleva consigo. Ha seguido su comportamiento a lo largo de los tres años. Ha podido observar sus trampas. Y sobre todo su resentimiento por no entender el modo como Jesús lleva las cosas adelante. Judas no puede entender un amor tan grande que le lleve a la pobreza, a decir las verdades a los poderosos, contra las juiciosas políticas de los hábiles. Su vida de fraternidad es difícil con los demás, pues ellos han dejado todo para seguir a Jesús, y les ve decididos a hacer lo que les pida, por loco que parezca. Las peleas y los reproches no faltan. No en vano ellos no tienen tanta paciencia como Jesús, que siempre le disculpa y le apoya. La misma paciencia y el amor de Jesús le llenan de odio, pues son un reproche cuando él ya no quiere saber nada de ese reinado que no parece de este mundo.