Gobernó durante algún tiempo la Iglesia en Antioquía, pero temiendo que los honores que recibía constantemente le hicieran perder la humildad, renunció al cargo y partió en secreto en peregrinación a Palestina. Allí se intenta convertir a sarracenos reacios a escucharle, y fue echado a la cárcel, atado de pies y manos y cargado una pesada piedra colgada de su cuello. Sin embargo, milagrosamente logra escapar sin sufrir ningún daño.