Así pasó mucho rato, viéndolo; pasó todo un día y toda una
noche, cuando de pronto, el conejo vio algo sorprendente: Jesús se levantó y dobló las sábanas con las que lo habían envuelto. Un ángel quitó la
piedra que tapaba la entrada y Jesús salió de la
cueva ¡más vivo que nunca!