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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: TEMAS DEL DIA EN EL ALMANAQUE ...

TEMAS DEL DIA EN EL ALMANAQUE
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LÉXICO - LAS COSAS Y SUS NOMBRES - LA FRASE - EL REFRÁN - FIESTAS

UNA BUENA PALABRA

Cuando anda uno todos los días tras las palabras y sigue con atención sus huellas y sus auras, sus apariencias y sus entretelas, y les mira las entrañas por ver de arrancarles los secretos que guardan; e intenta descubrir las cosas que con ellas se visten o se adornan o se ocultan o se camuflan; cuando uno constata que como en el vestir hay de todo: hay las ropas a la medida, hechas con buen gusto por buenos profesionales, y hay también auténticos adefesios; cuando uno en su quehacer diario encuentra de todo, agradece hallarse ante un neologismo elegido y formado con gracia, con alma, con belleza. Y más si procede del coto de la medicina, en el que abundan las denominaciones mediocres y las francamente malas. Y si además el sector del coto es el sexo, tierra sagrada para unos y cenagal para los más, es mayor la alegría por tropezarse con una buena palabra.

Es cierto que las cosas que no tienen nombre, tienen una existencia muy dudosa. Por supuesto que la tienen en la realidad, pero no en nuestra mente, que es donde adquieren su configuración definitiva, su más sólida entidad e identidad. De la misma manera que cuesta imaginarse la actividad humana sin control, por lo que uno deduce que no se inventó éste con la palabra, sino que en ella se aglutinaron y reestructuraron las anteriores formas de control, y sobre todo pasó éste a ocupar un lugar muy importante en nuestras vidas; del mismo modo, ante una palabra nueva como orgasmo, las dudas no versan sobre su conocimiento, sino sobre la atención que se le prestó.

Bajo el nombre genérico de placer sexual estaba comprendido todo el recorrido. Y no sólo eso, sino que el momento culminante, también llamado clímax con mucha menor fortuna, era el único que se tenía en cuenta. Y aquí procede hacer algunas subdivisiones: en el matrimonio no se buscaban refinamientos: se iba directamente al grano, de modo que no era preciso distinguir estadios ni fases ni tiempos; era una obra en un acto: el acto único, el acto por excelencia (¡qué palabras para qué cosas!).

Fuera del sexo formal y santificado, estaba el entretenimiento, el juego sexual, el de los amores ilícitos, que éste sí, podía constar de varios actos y culminar finalmente en el último de todos. Ahí sí, fuera de las obligaciones estipuladas, las cosas se desarrollaban de forma más parecida a la que se inventó la naturaleza: excitación que va creciendo a medida que, por la razón que sea, se va dilatando la consumación. Nada comparable al sexo oficial, honesto, obligatorio y bendecido, en el que el placer no es directamente buscado, sino que es la propina por la generosidad en contribuir a la perpetuación de la especie. En esta categoría sexual no hay más orgasmo que el del hombre; el de la mujer ni siquiera se contempla; más aún, se considera pecaminoso y peligroso para la fidelidad, el que la mujer experimente orgasmos en el casto lecho conyugal. Debe tener mucho que ver con esta tendencia a preservar la seguridad en la posesión, la costumbre que se practica en muchas culturas de extirparle el clítoris a la mujer tan pronto como llega a la edad núbil.

EL ALMANAQUE examina hoy el orgasmo. Aparte del interés de la palabra, que es de las bien halladas, tenemos el de la cosa. Por el hilo se saca el ovillo. Y éste es un buen hilo para tirar de él. El análisis comparado de los orgasmos puede ilustrarnos sobre la función asignada por la naturaleza y sobre los modos de funcionamiento sexual previstos por ésta.