AHORRO
Procede del árabe horr, que significa "de condición libre". El adjetivo horro (que al no existir la esclavitud ya está en desuso) se aplicaba al "esclavo que ha sido libertado" y la carta de horro era el documento en que se acreditaba que el esclavo había sido libertado. Era la carta que acreditaba que quien la tenía era libre.
Ahorrarse fue la forma genuina del verbo ahorrar, y con él se significaba la aportación económica del esclavo (o del cautivo) para comprar su libertad.
Paradójicamente los esclavos trabajaban en general menos de lo que trabaja actualmente un trabajador. Los principios cristianos obligaban a los amos a tratar consideradamente a los esclavos. No olvidemos que pensando en ellos el judaísmo instituyó el descanso sabático ("recuerda, Israel, que también tú fuiste esclavo en Egipto"). De donde resulta que al esclavo le quedaba tiempo para trabajar a sueldo para otro amo, y con el dinero que iba entregando y anotando en la cartilla de ahorro compraba su libertad.
Está claro que ha cambiado profundamente el concepto de ahorro y su objetivo una vez abolido el derecho de propiedad sobre las personas. A partir de ahí sólo son enajenables sus bienes. Para evitar la rapiña de los acreedores de los pobres, nacen los Montes de Piedad, instituciones benéficas (eventualmente con carácter de servicio público) que prestan dinero sobre las ropas, alhajas y otros objetos de valor que quedan a beneficio de la institución si no son ahorradas en el tiempo y forma que se estipula. Otra formulación es la de los Montepíos (en la palabra entran los mismos elementos: monte + piedad), generalmente corporativos, instituidos para establecer pensiones que socorran a sus miembros en caso de infortunio o vejez.
Las entidades de ahorro han pasado a ocupar el lugar que antaño ocuparan los amos: después del Estado, son los mayores dueños de tiempo/trabajo del país. De hecho tienen comprado con sus créditos casi un tercio de nuestras vidas.
Procede del árabe horr, que significa "de condición libre". El adjetivo horro (que al no existir la esclavitud ya está en desuso) se aplicaba al "esclavo que ha sido libertado" y la carta de horro era el documento en que se acreditaba que el esclavo había sido libertado. Era la carta que acreditaba que quien la tenía era libre.
Ahorrarse fue la forma genuina del verbo ahorrar, y con él se significaba la aportación económica del esclavo (o del cautivo) para comprar su libertad.
Paradójicamente los esclavos trabajaban en general menos de lo que trabaja actualmente un trabajador. Los principios cristianos obligaban a los amos a tratar consideradamente a los esclavos. No olvidemos que pensando en ellos el judaísmo instituyó el descanso sabático ("recuerda, Israel, que también tú fuiste esclavo en Egipto"). De donde resulta que al esclavo le quedaba tiempo para trabajar a sueldo para otro amo, y con el dinero que iba entregando y anotando en la cartilla de ahorro compraba su libertad.
Está claro que ha cambiado profundamente el concepto de ahorro y su objetivo una vez abolido el derecho de propiedad sobre las personas. A partir de ahí sólo son enajenables sus bienes. Para evitar la rapiña de los acreedores de los pobres, nacen los Montes de Piedad, instituciones benéficas (eventualmente con carácter de servicio público) que prestan dinero sobre las ropas, alhajas y otros objetos de valor que quedan a beneficio de la institución si no son ahorradas en el tiempo y forma que se estipula. Otra formulación es la de los Montepíos (en la palabra entran los mismos elementos: monte + piedad), generalmente corporativos, instituidos para establecer pensiones que socorran a sus miembros en caso de infortunio o vejez.
Las entidades de ahorro han pasado a ocupar el lugar que antaño ocuparan los amos: después del Estado, son los mayores dueños de tiempo/trabajo del país. De hecho tienen comprado con sus créditos casi un tercio de nuestras vidas.