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Cuando el corazón de Maradona ha dejado de latir

Por Ferran Martínez-Aira

La noticia acaba de sacudir el mundo del fútbol: El corazón de Diego Armando Maradona Franco ha dejado de latir cuando se estaba recuperando en Tigre (provincia de Buenos Aires) de una reciente intervención quirúrgica en la que le fue extraído un coágulo en el cerebro, casualmente unos días después de cumplir los 60.

En el recuerdo de este veterano periodista reviven las dos temporadas que el Pelusa vivió en Barcelona defendiendo la camiseta azulgrana. Entrevisté a Diego sentado junto a su mujer Claudia en la tribuna del Camp Nou cuando estaba convaleciente de una hepatitis. Habíamos coincidido en la Sala Belle Epoque, ahora Luz de Gas y en el Torneo Conde de Godó, donde Maradona animaba a su paisano Guillermo Vilas. Diego jugaba muy bien a tenis en la pista que tenía en su casa de Pedralbes.

Maradona, que llegó al Barça a cambio de 1.200 millones de las antiguas pesetas (7,2 millones de euros) conquistó dos Copas vestido de azulgrana y marcó 38 goles. Sin embargo, el Camp Nou aún recuerda como se palpaba aquella emoción invisible cada vez que el crack argentino tocaba el balón. También presencié “el crimen” como se le llamó en España la entrada de Andoni Goicoetxea al diez del Barça aquella noche del 24 de septiembre de 1983. Maradona abandonó el Barça el verano de 1984 para fichar por el Nápoles donde permaneció hasta 1991 conquistando los dos únicos Scudettos de la historia del club y la Copa de la UEFA. Veinte años después las fachadas de las calles napolitanas siguen pintadas con alegorías que recuerdan a “su Dios”. En 1993 Maradona fichó por el Sevilla donde apenas llegó a disputar siete partidos y en 1997 colgó las botas en el club de sus amores: Boca.

Argentina llora desconsolada la pérdida de su hijo predilecto que en 1986 levantó la Copa del Mundo en México. En Barcelona recordaremos al Pelusa como uno de los cinco mejores futbolistas del planeta (Di Stéfano, Pelé, Kubala, Cruyff y Maradona) con permiso de un tal Messi.