Prehistoria e historia de los pueblos celtas
El término celta (keltoi) es de origen griego, quienes pudieron haberlo tomado prestado de iberos o ligures. Los celtas probablemente se llamaban a sí mismos *gal-,[cita requerida] o sea: galos (derivados: gálata).
No se ha logrado discernir etnias propiamente celtas entre los primeros grupos de indoeuropeos que penetraron en la Europa central. Según el punto de vista tradicional, solo hasta el siglo V a. C. con el surgimiento de la cultura de La Tène es razonablemente seguro identificar a los portadores de esa cultura como hablantes de lenguas celtas. Desde un punto de vista igualmente tradicional, los primeros pobladores indoeuropeos podrían haber sido los portadores de la cultura de los campos de urnas que se propagaron rápida y extensamente por Europa hacia el siglo XIII a. C. Los portadores de esta cultura se expandieron descendiendo por la margen derecha del Ródano ocupando Languedoc, Cataluña y el bajo valle del Ebro. Otra línea de expansión les llevó a Bélgica y el sureste británico.
Sin embargo, recientemente se ha asociado a los celtas o sus precursores inmediatos con la cultura del vaso campaniforme, 3 que en el Neolítico medio se habría expandido desde la península ibérica, difundiéndose por el frente Atlántico hasta el centro de Europa (zona media del Elba).4 Al confluir así con la cultura de la cerámica cordada se habría constituido el primer horizonte cultural Paneuropeo, que algo más tarde desembocaría en la cultura del bronce en Unetice, cerca de Praga. El estudio aún más reciente de la distribución del haplotipo mitocondrial H, no solo es consistente con estas hipótesis, sino concluye que esta difusión, que parte del SO de Europa, habría supuesto un importante movimiento de población, y no solo la transmisión de un "paquete cultural".5
A partir del siglo VIII a. C., otros pueblos presuntamente indoeuropeos fueron los portadores de la cultura de Hallstatt (Hierro I), extendiéndose en esta fase por el interior de la península ibérica (siglo VII a. C.) En el siglo VI a. C. los pueblos presuntamente indoeuropeos fueron desplazados del noreste ibérico a manos de los iberos, quedando así los celtas de Iberia aislados del resto de pueblos celtas continentales.
Desde el siglo IV a. C., los celtas continentales inauguran la cultura de La Tène, específicamente celta (Hierro II). En esta fase, los celtas acabaron de ocupar el norte y centro de Francia (la Galia), el norte de Italia, así como la mayor parte de las islas británicas. También se extendieron por los Balcanes, alcanzando incluso una comarca de Asia Menor, que será conocida como Galatia. En esta época se construyen importantes villas fortificadas (lat. oppida), que sirven de centros comerciales y políticos. Es también en este período cuando el druidismo se extiende entre los celtas. Contrariamente a lo que se cree, los druidas no tenían templos de piedra ni arqueológicamente se ha podido enlazar el druidismo celta con Stonehenge, siendo la cultura megalítica anterior en varios milenios a la cultura celta y al fenómero del druidismo. Este error de asociar la cultura megalítica atlántica (presente en las islas británicas, Francia y España) con Stonehenge está muy extendido entre la gente por ser un invento del romanticismo del siglo XVIII. Como ejemplo: los celtas ibéricos no conocieron el fenómeno druídico, pero en España hay muchos restos megalíticos.
Una de las primeras menciones de los celtas, es la de los galos senones cisalpinos liderados por su rey Breno, que llegaron a invadir Roma en el 390 a. C. Posteriormente la república romana primero y el imperio romano después combatirían exitosamente a los galos cisalpinos y transalpinos. Julio César ya había luchado contra ellos durante su conquista de la Galia y, con el tiempo, los romanos les arrebataron también sus dominios británicos e ibéricos. A finales del Imperio romano (476), los celtas tan sólo ocupaban partes del noroeste de Francia, Irlanda, Gales y algunas zonas de Escocia. Durante el transcurso de la Edad Media, reforzaron su control de Escocia e hicieron varios intentos de ampliar su territorio en Inglaterra. A partir del siglo II a. C., los celtas acusan la creciente presión militar de los germanos por el norte y, algo después, la de los romanos por el sur. En pocas décadas toda la Galia está ocupada por los romanos. La presencia romana en Gran Bretaña fue de escasa duración, lo que permitió a las lenguas celtas de esta isla (galés) sobrevivir y, más tarde, regresar al continente (Bretaña francesa).
Todavía en el siglo VII los celtas llevaron a cabo su quizá última expansión: los escotos irlandeses invadieron Caledonia, región que pasó a ser llamada Escocia.
Entre los restos arqueológicos celtas destacan los castros y los petroglifos (nota: muchos petroglifos son mil años anteriores a la cultura celta, aunque se seguirán haciendo durante el periodo celta), que se encuentran con frecuencia en el noroeste de la península ibérica.
Los pueblos y cultura célticas tuvieron una fuerte presencia en el sudoeste de la península, documentada por Plinio el Viejo y otras fuentes. Según historiadores como Adolf Schulten el norte de la Península estaba habitado no por pueblos celtas sino por ligures. Además, los celtas, un pueblo guerrero que habitaba zonas de Irlanda, Inglaterra, Escocia, Francia y Norte de España, celebraban ya hace más de 3 mil años lo que hoy conocemos como Halloween. Precisamente el 31 de octubre, los celtas celebraban el fin del verano y pensaban que los muertos salían de sus tumbas como zombis y para protegerse de ellos decoraban las casas con motivos siniestros.
El término celta (keltoi) es de origen griego, quienes pudieron haberlo tomado prestado de iberos o ligures. Los celtas probablemente se llamaban a sí mismos *gal-,[cita requerida] o sea: galos (derivados: gálata).
No se ha logrado discernir etnias propiamente celtas entre los primeros grupos de indoeuropeos que penetraron en la Europa central. Según el punto de vista tradicional, solo hasta el siglo V a. C. con el surgimiento de la cultura de La Tène es razonablemente seguro identificar a los portadores de esa cultura como hablantes de lenguas celtas. Desde un punto de vista igualmente tradicional, los primeros pobladores indoeuropeos podrían haber sido los portadores de la cultura de los campos de urnas que se propagaron rápida y extensamente por Europa hacia el siglo XIII a. C. Los portadores de esta cultura se expandieron descendiendo por la margen derecha del Ródano ocupando Languedoc, Cataluña y el bajo valle del Ebro. Otra línea de expansión les llevó a Bélgica y el sureste británico.
Sin embargo, recientemente se ha asociado a los celtas o sus precursores inmediatos con la cultura del vaso campaniforme, 3 que en el Neolítico medio se habría expandido desde la península ibérica, difundiéndose por el frente Atlántico hasta el centro de Europa (zona media del Elba).4 Al confluir así con la cultura de la cerámica cordada se habría constituido el primer horizonte cultural Paneuropeo, que algo más tarde desembocaría en la cultura del bronce en Unetice, cerca de Praga. El estudio aún más reciente de la distribución del haplotipo mitocondrial H, no solo es consistente con estas hipótesis, sino concluye que esta difusión, que parte del SO de Europa, habría supuesto un importante movimiento de población, y no solo la transmisión de un "paquete cultural".5
A partir del siglo VIII a. C., otros pueblos presuntamente indoeuropeos fueron los portadores de la cultura de Hallstatt (Hierro I), extendiéndose en esta fase por el interior de la península ibérica (siglo VII a. C.) En el siglo VI a. C. los pueblos presuntamente indoeuropeos fueron desplazados del noreste ibérico a manos de los iberos, quedando así los celtas de Iberia aislados del resto de pueblos celtas continentales.
Desde el siglo IV a. C., los celtas continentales inauguran la cultura de La Tène, específicamente celta (Hierro II). En esta fase, los celtas acabaron de ocupar el norte y centro de Francia (la Galia), el norte de Italia, así como la mayor parte de las islas británicas. También se extendieron por los Balcanes, alcanzando incluso una comarca de Asia Menor, que será conocida como Galatia. En esta época se construyen importantes villas fortificadas (lat. oppida), que sirven de centros comerciales y políticos. Es también en este período cuando el druidismo se extiende entre los celtas. Contrariamente a lo que se cree, los druidas no tenían templos de piedra ni arqueológicamente se ha podido enlazar el druidismo celta con Stonehenge, siendo la cultura megalítica anterior en varios milenios a la cultura celta y al fenómero del druidismo. Este error de asociar la cultura megalítica atlántica (presente en las islas británicas, Francia y España) con Stonehenge está muy extendido entre la gente por ser un invento del romanticismo del siglo XVIII. Como ejemplo: los celtas ibéricos no conocieron el fenómeno druídico, pero en España hay muchos restos megalíticos.
Una de las primeras menciones de los celtas, es la de los galos senones cisalpinos liderados por su rey Breno, que llegaron a invadir Roma en el 390 a. C. Posteriormente la república romana primero y el imperio romano después combatirían exitosamente a los galos cisalpinos y transalpinos. Julio César ya había luchado contra ellos durante su conquista de la Galia y, con el tiempo, los romanos les arrebataron también sus dominios británicos e ibéricos. A finales del Imperio romano (476), los celtas tan sólo ocupaban partes del noroeste de Francia, Irlanda, Gales y algunas zonas de Escocia. Durante el transcurso de la Edad Media, reforzaron su control de Escocia e hicieron varios intentos de ampliar su territorio en Inglaterra. A partir del siglo II a. C., los celtas acusan la creciente presión militar de los germanos por el norte y, algo después, la de los romanos por el sur. En pocas décadas toda la Galia está ocupada por los romanos. La presencia romana en Gran Bretaña fue de escasa duración, lo que permitió a las lenguas celtas de esta isla (galés) sobrevivir y, más tarde, regresar al continente (Bretaña francesa).
Todavía en el siglo VII los celtas llevaron a cabo su quizá última expansión: los escotos irlandeses invadieron Caledonia, región que pasó a ser llamada Escocia.
Entre los restos arqueológicos celtas destacan los castros y los petroglifos (nota: muchos petroglifos son mil años anteriores a la cultura celta, aunque se seguirán haciendo durante el periodo celta), que se encuentran con frecuencia en el noroeste de la península ibérica.
Los pueblos y cultura célticas tuvieron una fuerte presencia en el sudoeste de la península, documentada por Plinio el Viejo y otras fuentes. Según historiadores como Adolf Schulten el norte de la Península estaba habitado no por pueblos celtas sino por ligures. Además, los celtas, un pueblo guerrero que habitaba zonas de Irlanda, Inglaterra, Escocia, Francia y Norte de España, celebraban ya hace más de 3 mil años lo que hoy conocemos como Halloween. Precisamente el 31 de octubre, los celtas celebraban el fin del verano y pensaban que los muertos salían de sus tumbas como zombis y para protegerse de ellos decoraban las casas con motivos siniestros.