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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: TEMAS DEL DÍA EN EL ALMANAQUE ...

TEMAS DEL DÍA EN EL ALMANAQUE
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LAS COSAS Y SUS NOMBRES - ORIGEN DE LA PALABRA
'Placebos' y 'nocebos'

Una inyección innecesaria de penicilina o de 'suero fisiológico' (agua con sal) puede restaurar la salud y el apetito de un enfermo. Una operación simulada (o incluso contraindicada) puede resolver un problema a un hipocondríaco. Y no sólo píldoras de azúcar o almidón, sino incluso venenos en pequeñas dosis, han aliviado y curado enfermedades en pacientes que creían que tomaban medicamentos poderosos. Se llama 'placebos' a las acciones o sustancias que, siendo inexistentes, o neutras, o incluso de acción contraria... producen estos efectos beneficiosos en quienes creen que estos efectos se van a producir.

La 'creencia' o 'expectativa' no siempre produce beneficios. Si creemos que una acción o sustancia nos va a dañar, lo pasaremos bastante peor que si no tenemos esta creencia. Los médicos y familiares de pacientes temerosos e 'hipocondríacos' sabemos que a estos no les conviene leer los prospectos de los medicamentos, pues, por sugestión, probablemente irán padeciendo algo de lo que lean. A estos efectos negativos, fruto de la imaginación y la creencia se les llama 'nocebos'.

La historia de Wright, en Long Beach, California, es conocida por muchos médicos: Diagnosticado de un cáncer en 1957, le pronosticaron sólo unos días de vida. Se enteró de que un suero de caballo, el 'krebiozen', podía ser eficaz contra el cáncer; y su médico, puesto que lo daba por desahuciado, accedió a ponérselo. Tres días después, fuera ya de su 'lecho de muerte', bromeaba con las enfermeras, y los médicos constataban que los tumores "se habían fundido como bolas de nieve". Cuando dos meses después, Wright leyó unos informes que calificaban al suero como un remedio de curandero, sufrió una inmediata recaída. Su médico le dijo entonces: "No crea lo que lea en los periódicos", y le inyectó agua diciéndole que era una versión "doblemente eficaz del krebiozen"; y una vez más el tumor se fundió. Wright fue "la viva imagen de la salud" durante dos meses más, hasta que leyó un informe definitivo en el que se decía que el 'krebiozen' era inútil: murió entonces dos días después

Placebos y nocebos pueden ser muy poderosos: no sólo el Vudú puede curar con sus bendiciones o matar con sus maldiciones a quienes creen en ellas, sino también, como hemos visto, las palabras (¡o los silencios!) de nuestros médicos y la publicidad positiva o negativa que les llega a nuestros enfermos.

Esto no significa que las acciones y sustancias terapéuticas no tengan un efecto por sí mismas. Lo tienen en la mayoría de los casos, pero esta acción propia puede amplificarse, disminuirse o, incluso, invertirse poderosamente, según la 'expectativa' que le asocie el paciente. El psicólogo americano S. Wolf comprobó que cuando a un enfermo se le explicaba que se le iba a administrar un relajante estomacal, pero se le daba en realidad un vomitivo, el paciente no mostraba ningún efecto adverso; pero cuando se procedía al contrario, vomitaba.

Tampoco significa que el efecto placebo o nocebo sea sólo cuestión de fe o sugestión: como ha demostrado la Psico-neuro-inmunología, tiene repercusiones físicas, y muchas. Jeanne Achterberg en 1985 y Solomon, Kemeny y Temoshok en 1991, demostraron que la producción de endorfinas, inmunopéptidos, numerosas moléculas de la llamada 'cascada de stress', así como el nivel de las 'defensas' (neutrofilos, linfocitos, IgA, IgG, IgE, CD4, CD8 y NK) varían en función de los conceptos, tintes emocionales y expectativas que nos vamos formando acerca del efecto de algún tratamiento.

Lo más curioso es que la acción del efecto placebo o nocebo en nuestro organismo actúa en las mismas 'vías finales' en las que actuaría el tratamiento 'genuino': investigadores suecos han comprobado, por técnicas sofisticadas, que la administración de placebos que se presentaban como analgésicos (pero eran sólo falsas píldoras) alcanzaban el máximo de su acción a la hora de su ingesta y que aumentaban la actividad del córtex cingulado anterior rostral (la zona del cerebro que controla el dolor)... ¡exactamente igual que los verdaderos analgésicos!

Ya lo vemos: no sólo la acción física o química del tratamiento actúa, sino que también la fe que tenemos acerca de lo que nos hará (o nos está haciendo) un tratamiento... mueve montañas. Pero la forma en que un tratamiento es nombrado, explicado (razonado), mueve previamente nuestra fe. Esto lo sabían muy bien los sacerdotes, brujos y magos de la antigüedad; y en la actualidad lo saben también los psicoterapeutas, expertos en marketing, publicistas, fabricantes de envoltorios (también de medicamentos).

Este es el poder de la Palabra (Logos) por la que, según el Evangelio, todas las cosas fueron hechas. Y al parecer, buena parte del beneficio y perjuicio de los tratamientos también son generados por el concepto y expectativa que tenemos de los mismos, hijos todos de las palabras.

Dr. Javier Martínez y Dra. Maria Jesús Clavera