Carl Gustav Jung: fundamentación psíquica
Artículo principal: Un mito moderno. De cosas que se ven en el cielo
La idea de la necesidad del misterio parece algo consustancial al ser humano. El hecho de recibir una explicación plausible sobre lo que se ve puede restar espacio a la fantasía. Así varios autores no utilizan la denominación «fenómeno» sino «mito» y en otros casos «síndrome». El término «síndrome ovni» fue utilizado por autores como Jiménez del Oso para indicar que los observadores de luces sin identificar están afectados por varias variables además del emisor de las luces. Por su parte, Julio Arcas indica que los avistamientos ovni son relatos orales en su mayoría, forman parte de la tradición oral del siglo xx para los occidentales.
Mucho antes de los autores antes citados, el psiquiatra Carl Gustav Jung postuló una teoría para explicar por qué parece más deseable que los ovnis sean naves extraterrestres que no cualquier otro fenómeno conocido. Jung publicó en 1958 su obra Un mito moderno. De cosas que se ven en el cielo. Dicha obra ahonda en el rumor mundial sobre los «platillos volantes». En el prólogo de la edición angloestadounidense, Jung alude a un artículo de 1954 escrito para el semanario suizo Die Weltwoche en el que mostraba su escepticismo. En 1958 la prensa mundial descubrió dicha entrevista divulgándose la noticia a nivel internacional, pero de manera distorsionada, citándosele como creyente en los ovnis. A pesar de dirigir una rectificación a la agencia United Press, la versión auténtica de su opinión se ignoró. Finaliza aludiendo a que «este notable hecho merece el interés del psicólogo. ¿Por qué la existencia de platillos volantes parece más deseable que su no existencia?».
En dicho comunicado a United Press International aclara sin embargo que no puede afirmar nada sobre la cuestión de la realidad o irrealidad física de los ovnis, pues no posee pruebas suficientes ni a favor ni en contra. Debido a ello se ocupa solamente del aspecto psicológico del fenómeno, sobre el cual se dispone de mucho material.
He formulado mi posición ante la cuestión de la realidad de los ovnis con la frase: «La gente ve algo, pero no sabemos qué es». Esta formulación deja abierta la cuestión del «ver»: se puede ver algo material, pero también se puede ver algo psíquico. Las dos cosas son realidades, pero de tipos diferentes.
Para escritores como Patrick Harpur, el ensayo de Jung sigue siendo uno de los más agudos análisis de apariciones aéreas. Fue «dedicado a Walter Niehus, arquitecto, como muestra de agradecimiento por haberme inducido a escribir este librito». En el prólogo comienza aludiendo a la conclusión a la que llegó en el artículo de 1954 ya citado: «Se ve algo, pero no se sabe qué. Incluso resulta casi imposible hacerse una idea correcta de estos objetos, pues no se comportan como cuerpos sino con la ingravidez de los pensamientos. No ha habido hasta ahora ninguna prueba indudable de la existencia física de los ovnis excepto en los casos en que se ha producido un eco en el radar».
Jung añade que desde entonces y «durante más de un decenio la realidad física de los ovnis ha seguido siendo un asunto sumamente problemático». Y que «cuanto más se prolongaba la incertidumbre, tanto más probable se fue haciendo que en ese fenómeno, evidentemente complicado, incidiera también, además de una posible base física, un importante componente psíquico. Esto no tiene nada de asombroso al tratarse de un fenómeno aparentemente físico que se caracteriza, por una parte, por su frecuencia, y por otra, por lo extraño y desconocido, incluso por lo contradictorio de su naturaleza física. Un objeto semejante provoca como ninguna otra cosa la fantasía consciente y la inconsciente, produciéndose suposiciones especulativas y narraciones fantasiosas con el fondo mitológico propio de estas excitantes observaciones».
Así, Jung establece tres modos de ver el fenómeno:
1. Un proceso real objetivo, físico, o percepción primaria, genera una fantasía o mito concomitante.
2. Una fantasía primaria inconsciente, un arquetipo, invade la consciencia con ilusiones y visiones.
3. Se produce una coincidencia sincronística acausal y plena de sentido, especialmente en fenómenos vinculados a procesos psíquicos arquetípicos.
Finalizaba el prólogo indicando que carece de medios para aportar algo útil a la realidad física del fenómeno, ocupándose casi exclusivamente del aspecto psíquico. Aun así reconoce «que por desgracia hay buenas razones por las que no puede darse por concluido el asunto de manera tan sencilla». Bien es cierto que las proyecciones psíquicas de carácter mitológico no son causadas por el fenómeno ovni al haber existido siempre, con o sin ovnis. El mito se fundamenta en lo inconsciente colectivo y su proyección siempre ha tenido lugar. Así, la proyección como ovni, junto con su contexto psicológico, el rumor, es un fenómeno propio de nuestra época, característico de ella.
Es seguramente significativo de nuestra época que el arquetipo, en contraposición a las formas anteriores, adopte una forma neutra, incluso técnica, para eludir el escándalo de la personificación mitológica. Lo que tiene apariencia técnica llega al hombre moderno sin dificultad.
Aún resta abordar el carácter real del fenómeno, ante lo cual Jung plantea tres posibilidades:
1. La hipótesis de ausencia de gravedad o antigravitación que conlleva el fenómeno lo deja en manos de la física.
2. El fenómeno ovni como materialización psíquica, es decir, que la psique llegue a materializar el fenómeno ovni, lo considera aún menos probable.
3. Podría tratarse de un fenómeno sincronístico: la situación de la humanidad, por un lado, y el fenómeno de los ovnis como realidad material real pero desconocida, por otro, no se hallan en ninguna relación causal mutua cognoscible pero parecen coincidir en su sentido. Es decir, se proyectan contenidos de lo inconsciente sobre dichos fenómenos celestes reales pero indeterminados, dotándoles de un significado que no merecen en absoluto.
El ensayo de Jung representó un punto de inflexión que hizo énfasis en la característica fundamental del fenómeno ovni: su carácter mercurial, es decir, su capacidad aparente de ser tanto físico como psíquico, objetivo y subjetivo, externo e interno, temporal y atemporal, espacial y aespacial, real (deja huellas, ecos en el radar) y mitológico o hecho de la materia de los sueños. El enfoque unilateral de una u otra de sus características da lugar, ya sea a una hipótesis extraterrestre focalizada en la realidad exterior en detrimento de la subjetividad del observador y su dependencia del mito técnico moderno desde el que deconstruye la realidad, ya a un escepticismo radical justificadamente compensatorio que niega el fenómeno pero que lo hace desde un paradigma científico racionalista incompatible con la volatilidad mercurial anteriormente mencionada, al fin y al cabo para Jung entre psique y materia existe un continuum, mientras que para la ciencia la psique es un mero epifenómeno evolutivo de la materia biológica:
Dado que psique y materia está englobadas en un solo mundo, mantienen entre sí un contacto permanente y, finalmente, se basan en factores trascendentales irrepresentables, existe no sólo la posibilidad, sino incluso cierta probabilidad de que materia y psique sean dos aspectos diferentes de una misma cosa. Los fenómenos de sincronicidad apuntan, a mi parecer, en esta dirección, ya que sin una relación causal lo no psíquico se puede comportar como psíquico y viceversa.
Los ovnis serían más bien de naturaleza psicoide, es decir, tienen por base una realidad que integra y supera los opuestos anteriormente mencionados de materia y psique o unus mundus.
El paréntesis introducido por Jung será el precedente más directo de las hipótesis psicosociológicas (y en parte de las paraufológicas), las cuales surgirían años después para tratar de explicar el fenómeno ovni acudiendo a confusiones o errores de interpretación moldeados por la psicología del testigo y el ambiente sociológico del momento.
Artículo principal: Un mito moderno. De cosas que se ven en el cielo
La idea de la necesidad del misterio parece algo consustancial al ser humano. El hecho de recibir una explicación plausible sobre lo que se ve puede restar espacio a la fantasía. Así varios autores no utilizan la denominación «fenómeno» sino «mito» y en otros casos «síndrome». El término «síndrome ovni» fue utilizado por autores como Jiménez del Oso para indicar que los observadores de luces sin identificar están afectados por varias variables además del emisor de las luces. Por su parte, Julio Arcas indica que los avistamientos ovni son relatos orales en su mayoría, forman parte de la tradición oral del siglo xx para los occidentales.
Mucho antes de los autores antes citados, el psiquiatra Carl Gustav Jung postuló una teoría para explicar por qué parece más deseable que los ovnis sean naves extraterrestres que no cualquier otro fenómeno conocido. Jung publicó en 1958 su obra Un mito moderno. De cosas que se ven en el cielo. Dicha obra ahonda en el rumor mundial sobre los «platillos volantes». En el prólogo de la edición angloestadounidense, Jung alude a un artículo de 1954 escrito para el semanario suizo Die Weltwoche en el que mostraba su escepticismo. En 1958 la prensa mundial descubrió dicha entrevista divulgándose la noticia a nivel internacional, pero de manera distorsionada, citándosele como creyente en los ovnis. A pesar de dirigir una rectificación a la agencia United Press, la versión auténtica de su opinión se ignoró. Finaliza aludiendo a que «este notable hecho merece el interés del psicólogo. ¿Por qué la existencia de platillos volantes parece más deseable que su no existencia?».
En dicho comunicado a United Press International aclara sin embargo que no puede afirmar nada sobre la cuestión de la realidad o irrealidad física de los ovnis, pues no posee pruebas suficientes ni a favor ni en contra. Debido a ello se ocupa solamente del aspecto psicológico del fenómeno, sobre el cual se dispone de mucho material.
He formulado mi posición ante la cuestión de la realidad de los ovnis con la frase: «La gente ve algo, pero no sabemos qué es». Esta formulación deja abierta la cuestión del «ver»: se puede ver algo material, pero también se puede ver algo psíquico. Las dos cosas son realidades, pero de tipos diferentes.
Para escritores como Patrick Harpur, el ensayo de Jung sigue siendo uno de los más agudos análisis de apariciones aéreas. Fue «dedicado a Walter Niehus, arquitecto, como muestra de agradecimiento por haberme inducido a escribir este librito». En el prólogo comienza aludiendo a la conclusión a la que llegó en el artículo de 1954 ya citado: «Se ve algo, pero no se sabe qué. Incluso resulta casi imposible hacerse una idea correcta de estos objetos, pues no se comportan como cuerpos sino con la ingravidez de los pensamientos. No ha habido hasta ahora ninguna prueba indudable de la existencia física de los ovnis excepto en los casos en que se ha producido un eco en el radar».
Jung añade que desde entonces y «durante más de un decenio la realidad física de los ovnis ha seguido siendo un asunto sumamente problemático». Y que «cuanto más se prolongaba la incertidumbre, tanto más probable se fue haciendo que en ese fenómeno, evidentemente complicado, incidiera también, además de una posible base física, un importante componente psíquico. Esto no tiene nada de asombroso al tratarse de un fenómeno aparentemente físico que se caracteriza, por una parte, por su frecuencia, y por otra, por lo extraño y desconocido, incluso por lo contradictorio de su naturaleza física. Un objeto semejante provoca como ninguna otra cosa la fantasía consciente y la inconsciente, produciéndose suposiciones especulativas y narraciones fantasiosas con el fondo mitológico propio de estas excitantes observaciones».
Así, Jung establece tres modos de ver el fenómeno:
1. Un proceso real objetivo, físico, o percepción primaria, genera una fantasía o mito concomitante.
2. Una fantasía primaria inconsciente, un arquetipo, invade la consciencia con ilusiones y visiones.
3. Se produce una coincidencia sincronística acausal y plena de sentido, especialmente en fenómenos vinculados a procesos psíquicos arquetípicos.
Finalizaba el prólogo indicando que carece de medios para aportar algo útil a la realidad física del fenómeno, ocupándose casi exclusivamente del aspecto psíquico. Aun así reconoce «que por desgracia hay buenas razones por las que no puede darse por concluido el asunto de manera tan sencilla». Bien es cierto que las proyecciones psíquicas de carácter mitológico no son causadas por el fenómeno ovni al haber existido siempre, con o sin ovnis. El mito se fundamenta en lo inconsciente colectivo y su proyección siempre ha tenido lugar. Así, la proyección como ovni, junto con su contexto psicológico, el rumor, es un fenómeno propio de nuestra época, característico de ella.
Es seguramente significativo de nuestra época que el arquetipo, en contraposición a las formas anteriores, adopte una forma neutra, incluso técnica, para eludir el escándalo de la personificación mitológica. Lo que tiene apariencia técnica llega al hombre moderno sin dificultad.
Aún resta abordar el carácter real del fenómeno, ante lo cual Jung plantea tres posibilidades:
1. La hipótesis de ausencia de gravedad o antigravitación que conlleva el fenómeno lo deja en manos de la física.
2. El fenómeno ovni como materialización psíquica, es decir, que la psique llegue a materializar el fenómeno ovni, lo considera aún menos probable.
3. Podría tratarse de un fenómeno sincronístico: la situación de la humanidad, por un lado, y el fenómeno de los ovnis como realidad material real pero desconocida, por otro, no se hallan en ninguna relación causal mutua cognoscible pero parecen coincidir en su sentido. Es decir, se proyectan contenidos de lo inconsciente sobre dichos fenómenos celestes reales pero indeterminados, dotándoles de un significado que no merecen en absoluto.
El ensayo de Jung representó un punto de inflexión que hizo énfasis en la característica fundamental del fenómeno ovni: su carácter mercurial, es decir, su capacidad aparente de ser tanto físico como psíquico, objetivo y subjetivo, externo e interno, temporal y atemporal, espacial y aespacial, real (deja huellas, ecos en el radar) y mitológico o hecho de la materia de los sueños. El enfoque unilateral de una u otra de sus características da lugar, ya sea a una hipótesis extraterrestre focalizada en la realidad exterior en detrimento de la subjetividad del observador y su dependencia del mito técnico moderno desde el que deconstruye la realidad, ya a un escepticismo radical justificadamente compensatorio que niega el fenómeno pero que lo hace desde un paradigma científico racionalista incompatible con la volatilidad mercurial anteriormente mencionada, al fin y al cabo para Jung entre psique y materia existe un continuum, mientras que para la ciencia la psique es un mero epifenómeno evolutivo de la materia biológica:
Dado que psique y materia está englobadas en un solo mundo, mantienen entre sí un contacto permanente y, finalmente, se basan en factores trascendentales irrepresentables, existe no sólo la posibilidad, sino incluso cierta probabilidad de que materia y psique sean dos aspectos diferentes de una misma cosa. Los fenómenos de sincronicidad apuntan, a mi parecer, en esta dirección, ya que sin una relación causal lo no psíquico se puede comportar como psíquico y viceversa.
Los ovnis serían más bien de naturaleza psicoide, es decir, tienen por base una realidad que integra y supera los opuestos anteriormente mencionados de materia y psique o unus mundus.
El paréntesis introducido por Jung será el precedente más directo de las hipótesis psicosociológicas (y en parte de las paraufológicas), las cuales surgirían años después para tratar de explicar el fenómeno ovni acudiendo a confusiones o errores de interpretación moldeados por la psicología del testigo y el ambiente sociológico del momento.