ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Hipótesis paraufológica...

Hipótesis paraufológica

Véase también: Hipótesis interdimensional

De la actual polarización entre la hipótesis extraterrestre, defensora del fenómeno físico, y la hipótesis psicosocial, defensora de un igualmente exclusivo fundamento psicosociológico, emerge la hipótesis paraufológica o interdimensional. Esta corriente tuvo sus inicios en la obra anteriormente expuesta del psiquiatra Carl Gustav Jung, siendo desarrollada posteriormente por autores como Jacques Vallée, John A. Keel y Jerome Clark, entre otros.

Tal y como la define el investigador Moisés Garrido «esta hipótesis descarta la naturaleza material de los ovnis, centrándose en su contenido simbólico y en sus aspectos subjetivos, psíquicos y parafísicos. Propone, a su vez, la existencia de agentes o entidades interdimensionales (ultraterrestres) que manipulan nuestra realidad, deconstruyen nuestras creencias heredadas culturalmente y provocan estados modificados de conciencia en los testigos, algunos de los cuales desarrollan ciertas facultades psi y experimentan un despertar de la conciencia».
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En 1969 sería publicada la obra señera y fundacional Pasaporte a Magonia, trabajo principal del considerado como el mejor ufólogo del mundo Jacques Vallée. 69​ Dicha obra supuso un cambio radical en la interpretación del fenómeno ovni. El autor francés vincula en ella los ovnis con las hadas, los elfos y las apariciones de la Virgen, es decir, tras manifestaciones históricas aparentemente discordantes y divergentes se vislumbraría un mismo y unívoco fenómeno camaleónico (por ejemplo, el paralelismo entre los raptos de las hadas de las leyendas feericas europeas y las modernas abducciones extraterrestres), cuya motivación última apuntaría a algún tipo de manipulación, sistema de control o influencia sobre nuestro psiquismo, creencias y patrones socioculturales.

Un año después saldría a la luz una segunda obra, Operación Caballo de Troya, del ufólogo John A. Keel, en la que planteaba que los ovnis no provienen de otros planetas sino de otras dimensiones, serían el disfraz de un fenómeno oculto inteligente, manifestaciones que aparentan una presunta realidad mimetizándose en función de la época y el contexto cultural en el que se expresan, cual caballos de Troya.

La presente hipótesis replantearía y relativizaría nuestra actual concepción de lo que es la realidad. Precisamente el fenómeno ovni operaría desde una realidad extraordinariamente compleja y ambigua, mercurial, imposible de definir desde la simple materialidad y, consecuentemente, de aprehender desde el método científico al uso. Es este carácter cuasionírico el que lleva a hacer entrar en escena el papel que juega el psiquismo humano, el fenómeno no puede ser estudiado ni explicado desde una perspectiva unilateral, ya sea física (excluye los ingredientes psíquicos, psicopatológicos, parafísicos, mitológicos y folclóricos), ya psíquica (obvia su aparentemente imposible manifestación material), el fenómeno ovni no tiene una existencia separada del observador, la psique se vislumbra materializada, y viceversa, la materia acontece psiquizada.

Dentro del amplio abanico de determinantes psíquicos del fenómeno ovni, la hipótesis paraufológica enfatiza y, a su vez, evidencia la existencia concomitante de facultades y fenómenos paranormales en una significativa muestra estadística de los testigos afectados. Esta vinculación entre el fenómeno y lo paranormal conlleva el planteamiento de hipótesis acerca de la posible función mediadora ejercida por la mente del testigo entre la experiencia ovni y la presencia de dicha fenomenología antes, durante y después del encuentro, de una conexión de su psique inconsciente con otros planos de la realidad, con una interdimensionalidad que no es análoga a nuestro universo tridimensional.​

La paraufología apelaría por tanto, a fin de no caer en la unilateralidad de las hipótesis que la preceden, a la necesidad de contemplar otros niveles de la realidad, planos de existencia o universos múltiples, con el fin de ensamblar adecuadamente la variada y complejísima fenomenología ovni (comportamiento absurdo, transgresión espacio-temporal, naturaleza psicoide, componente parafísica). Con ello también confrontaría la pregunta central propia de la hipótesis extraterrestre, a saber, la presunta realidad material del fenómeno. Serán nuestras facultades psíquicas, a modo de puentes, las que nos permitan conectar con dicha interdimensionalidad y abrir la puerta a la manifestación bidireccional del fenómeno, aunque ello dé lugar a su vez a un replanteamiento de la verdadera naturaleza de nuestra psique, cuya interpretación neurocientífica actual se posiciona distante de tales hipótesis. Jacques Vallée realizó una síntesis en su obra de 1988 Dimensiones:

Creo más bien que el fenómeno ovni es una indicación de la existencia de otras dimensiones más allá del espacio-tiempo. Puede que los ovnis no procedan del espacio sino de un multiverso que nos rodea y cuya inquietante realidad hemos persistido en refutar a pesar de las pruebas que tenemos desde hace siglos. Una teoría semejante es necesaria para explicar al mismo tiempo los casos modernos y las crónicas de Magonia, las abducciones y la compenente psíquica.

Cabe destacar finalmente como autor relevante a Patrick Harpur y su obra Realidad daimónica. En ella redirige la atención al núcleo central del análisis del fenómeno ovni: cuál es la verdadera naturaleza de lo que denominamos realidad. Para Harpur la realidad literal es solo un tipo de realidad derivado de una realidad suprema o daimónica que es metafórica e imaginativa más que literal y empírica. Nuestra realidad literal es menos real que la realidad daimónica, es el producto del literalismo, que en realidad es una manera de ver el mundo, una perspectiva sobre el mundo. Este reino intermedio de la realidad daimónica lo equipara al de la realidad psíquica de lo inconsciente colectivo de Jung, al Mundus Imaginalis de Henry Corbin,​​ a la Imaginación en William Blake o al Anima mundi neoplatónico. El Alma del Mundo mediaría entre el Uno, u origen trascendente de todas las cosas, y el mundo material y sensorial. Son los dáimones (ovnis y fenómenos paranormales) los pobladores del Anima mundi, los mediadores entre ambos extremos de la realidad y los que conectarían a dioses y hombres.

Todo lo daimónico es un intermedio entre dios y mortal. Interpretando y transmitiendo los deseos de los hombres a los dioses y los deseos de los dioses a los hombres, permanece entre ambos y llena el vacío (...). Un dios no tiene contacto con los hombres; sólo a través de lo daimónico se dan el trato y la conversación entre hombres y dioses, ya sea en estado de vigilia o durante el sueño. Y el hombre experto en semejante relación es un hombre daimónico...

Como aproximación contemporánea a la hipótesis paraufológica resalta en el ámbito hispanohablante la «teoría de la distorsión» del periodista e investigador gaditano José Antonio Caravaca, la cual no defiende que el fenómeno ovni tenga un origen puramente psicológico, sociológico o alucinatorio, sino que es producido/provocado por la interacción/comunicación de un agente externo desconocido, inteligente e independiente al ser humano, con los eventuales testigos que describen experiencias con ovnis. Para lograr sus objetivos, dicho agente conecta con la psique de los observadores para extraer, del inconsciente individual y privativo de los mismos, material intelectual (que se encuentra en los hobbies, cultura, cine, literatura, etc.), con el propósito de fabricar/proyectar una experiencia de visitación alienígena ficticia.​ En una línea similar desarrolla su tesis el escritor, periodista e investigador coruñés Miguel Pedrero, 80​ así como el médico psiquiatra argentino Néstor Berlanda, que ha investigado en profundidad el fenómeno ovni, la medicina tradicional Indoamericana, y los estados ampliados de conciencia y su relación con las plantas sagradas.