EL ALMANAQUE DEL HOGAR - CONSUMIDORES - EMPRESAS - EMPRENDEDORES
Cuando abrir un melón es como jugar a la lotería
Por Ferran Martínez-Aira
Abrir un melón puede ser como jugar a la lotería si no sabemos diferenciar uno maduro de otro que aún está verde y sin apenas sabor. No siempre tenemos a mano al frutero para que tome la decisión por nosotros, con lo que no está de más conocer algunos trucos para poder comprobarlo por nosotros mismos. Un melón grande y que pese poco nos induce a pensar que está pasado. Si lo agitamos y escuchamos movimiento de pepitas es que ya ha comenzado a deteriorarse.
El melón-y también la sandía- es una de las frutas emblemáticas de la temporada veraniega dado su alto contenido de agua, de hasta el 90%, y por su bajo aporte calórico -unas 35 calorías por cada 100 g-, con lo que además resulta ideal para perder peso. Esta fruta es también una fuente indiscutible de sodio, calcio, magnesio, potasio, fósforo, vitamina C y fibra, lo que la convierte en diurética, depurativa y rehidratante, perfecta para los días en los que aprieta el calor.
Pero además de sus propiedades, buena parte de su fama y su alto consumo en esta época, es por su delicioso sabor dulce. Muchas veces hemos expresado aquello de que este melón es miel pura. Sin embargo, este sabor puede variar dependiendo de la calidad de cada pieza o de una marca determinada que nos garantiza escaso margen de equivocarnos en la elección.
Ante todo, y como cualquier otra fruta, el melón es preferibles consumirlo en su tiempo, es decir, entre finales de mayo y octubre. Además es mejor no rebuscar demasiado y quedarnos con aquellos melones que estén más a la vista, ya que suelen estar menos golpeados.
Aunque, ojito: no pensemos que el hecho de que estén más blandos sea sinónimo de maduros, más bien lo es de que está pasado. Por eso es mejor elegir los que estén más firmes. Tampoco debe de tener grietas, lo que no quiere decir que tengamos que descartar aquellos que tengan el más mínimo desperfecto.
Otro buen síntoma de un melón estupendo, es que la zona del pedúnculo -el extremo por el que está unido a la planta- huela a fresco.
Si después de todo lo compras y no está maduro, puedes acelerar su maduración en casa guardándolo en un lugar seco y fresco dentro de una bolsa de papel -o en papel de periódico- junto con una manzana o un plátano.
Y si con todo no nos atrevemos a elegir nosotros mismos el melón, no es el fin del mundo, podemos decantarnos por comprar uno cortado por la mitad en los que con un simple vistazo sabremos si está maduro, aunque eso sí, perderá frescura y quizás se esté un poco más reseco.
Cuando abrir un melón es como jugar a la lotería
Por Ferran Martínez-Aira
Abrir un melón puede ser como jugar a la lotería si no sabemos diferenciar uno maduro de otro que aún está verde y sin apenas sabor. No siempre tenemos a mano al frutero para que tome la decisión por nosotros, con lo que no está de más conocer algunos trucos para poder comprobarlo por nosotros mismos. Un melón grande y que pese poco nos induce a pensar que está pasado. Si lo agitamos y escuchamos movimiento de pepitas es que ya ha comenzado a deteriorarse.
El melón-y también la sandía- es una de las frutas emblemáticas de la temporada veraniega dado su alto contenido de agua, de hasta el 90%, y por su bajo aporte calórico -unas 35 calorías por cada 100 g-, con lo que además resulta ideal para perder peso. Esta fruta es también una fuente indiscutible de sodio, calcio, magnesio, potasio, fósforo, vitamina C y fibra, lo que la convierte en diurética, depurativa y rehidratante, perfecta para los días en los que aprieta el calor.
Pero además de sus propiedades, buena parte de su fama y su alto consumo en esta época, es por su delicioso sabor dulce. Muchas veces hemos expresado aquello de que este melón es miel pura. Sin embargo, este sabor puede variar dependiendo de la calidad de cada pieza o de una marca determinada que nos garantiza escaso margen de equivocarnos en la elección.
Ante todo, y como cualquier otra fruta, el melón es preferibles consumirlo en su tiempo, es decir, entre finales de mayo y octubre. Además es mejor no rebuscar demasiado y quedarnos con aquellos melones que estén más a la vista, ya que suelen estar menos golpeados.
Aunque, ojito: no pensemos que el hecho de que estén más blandos sea sinónimo de maduros, más bien lo es de que está pasado. Por eso es mejor elegir los que estén más firmes. Tampoco debe de tener grietas, lo que no quiere decir que tengamos que descartar aquellos que tengan el más mínimo desperfecto.
Otro buen síntoma de un melón estupendo, es que la zona del pedúnculo -el extremo por el que está unido a la planta- huela a fresco.
Si después de todo lo compras y no está maduro, puedes acelerar su maduración en casa guardándolo en un lugar seco y fresco dentro de una bolsa de papel -o en papel de periódico- junto con una manzana o un plátano.
Y si con todo no nos atrevemos a elegir nosotros mismos el melón, no es el fin del mundo, podemos decantarnos por comprar uno cortado por la mitad en los que con un simple vistazo sabremos si está maduro, aunque eso sí, perderá frescura y quizás se esté un poco más reseco.