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Emprendimiento: una historia de metas y objetivos

El emprendimiento está muy lejos de categorizarse como una labor de moda o vanguardia. Se trata de una práctica que ha estado arraigada a la naturaleza del ser humano desde tiempos inmemoriales por medio de diversas acciones como la búsqueda del cambio, la innovación y el aprovechamiento de las oportunidades, conoce algunas aquí.

Emprender es un acto inerte en el comportamiento humano que ha evolucionado a lo largo de la historia hasta convertirse en la disciplina que hoy todos conocemos. Pero, ¿cómo nació y creció el emprendimiento?

Origen de la palabra emprendimiento
La palabra emprendimiento es, sin duda alguna, un término que se ha vuelto parte del lenguaje empresarial, económico, social y cultural de casi todos los países del mundo. Y aunque se piensa que su uso cuenta con apenas un par de décadas, lo cierto es que se remonta siglos atrás.

Esta palabra proviene del vocablo francés entrepreneur, la cual puede traducirse actualmente como empresaria o empresario. El término fue acreditado primeramente al economista francés Jean-Baptiste Say quien consideraba a un emprendedor como un planificador. Sin embargo, se cree que el primero en definir la palabra fue el también economista Richard Cantillon en su manuscrito Ensayo sobre la naturaleza del comercio en general en donde veía al emprendedor como un tomador de riesgos.

Fue hasta 1723, cuando la palabra apareció por primera vez en el Dictionnaire Universel de Commerce compilado por Jacques des Bruslons. Posteriormente, los ingleses adoptaron el término entrepreneurship que describe el comportamiento y accionar que requieren los emprendedores con potencial de éxito.

Historia del emprendimiento
El emprendimiento, en su definición que conocemos hoy en día, no cuenta con un momento exacto de nacimiento. Sin embargo, podríamos empezar a determinar su génesis desde el momento que el ser humano inventó el primer instrumento que le permitió avanzar y mejorar diversos mecanismos de trabajo: la invención de la rueda.

A partir de este suceso, el hombre no dejó de inventar o confeccionar herramientas que le permitieran realizar sus tareas de mejor manera. Otro gran paso hacia el emprendurismo que conocemos actualmente se dio durante el periodo clásico en donde los mercaderes fenicios sentaron las bases del comercio y el arte de hacer negocios. Posteriormente, grandes civilizaciones como Grecia y Roma se convirtieron en cuna de grandes comerciantes y emprendedores que ayudaron en el desarrollo de esta labor.

El estudio de Schumpeter

El paso de los años y los acontecimientos históricos continuaron alimentando el espíritu emprendedor de millones de personas alrededor del mundo. Pero no fue hasta la entrada del siglo XX cuando verdaderamente se comenzó a estudiar este campo. Joseph Schumpeter, un destacado economista austro-estadounidense, fue el primero en analizar y desdeñar el significado del emprendimiento en aquella época.

Para Schumpeter, el emprendedor era una persona capaz de convertir una idea en un producto o servicio exitoso. Para lograr esto, el emprendedor usa lo que Schumpter llamó destrucción creativa, que no era otra cosa que la capacidad de crear nuevos productos y modelos de negocios. La postulación del economista también dictaminó que el emprendimiento partía de la creación de nuevas industrias o nuevas combinaciones ya existentes.

El emprendimiento social

El trabajo de Schumpeter sentó las bases del emprendimiento hasta la entrada del siglo XXI, cuando el campo se amplió hacia otro tipo de ramas como el emprendimiento social, en donde se comenzaron a buscar beneficios sociales, ambientales y humanitarios además de objetivos de negocios. Hoy en día, tras siglos de historia, el emprendimiento se ha convertido en un factor de suma importancia para el crecimiento económico, social y cultural de diversos países del mundo.

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