Ofertas de luz y gas

ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: En la mitología griega...

En la mitología griega

La Teogonía de Hesíodo cuenta10​ cómo, tras el Caos, surgió Gea «la de amplio pecho», la eterna fundación de los dioses del Olimpo. De su propio ser, «sin mediar el grato comercio», trajo a Urano, el cielo estrellado, su igual, para cubrirla a ella y a las colinas, y también a Ponto, la infructuosa profundidad del mar. Pero tras esto, como cuenta Hesíodo:

Acostada con Urano, alumbró a Océano de profundas corrientes, a Ceo, a Crío, a Hiperión, a Jápeto, a Tea, a Rea, a Temis, a Mnemósine, a Febe de áurea corona y a la amable Tetis. Después de ellos nació el más joven, Cronos, de mente retorcida, el más terrible de los hijos y se llenó de un intenso odio hacia su padre.
Hesíodo menciona que Gea concibió más descendencia con Urano. Primero, los Cíclopes, gigantes de un solo ojo constructores de murallas, a los que posteriormente se les dieron nombres: Brontes (‘el que truena’), Estéropes (‘el que da el rayo’) y Arges (‘el que brilla’): «El vigor, la fuerza y los recursos presidían sus actos.» Luego añade los tres terribles hijos de cien manos de la Tierra y el Cielo, los Hecatónquiros, Coto, Briareo y Giges, cada uno con cincuenta cabezas. Urano escondió a cíclopes y hecatónquiros en el Tártaro para que no vieran la luz, regocijándose de su maldad. Esto provocaba dolor a Gea (el Tártaro era su vientre), por lo que creó un pedernal gris (o adamanto) y de este fabricó una gran hoz, y reuniendo a los titanes les pidió obediencia. Solo Crono, el menor, se atrevió a tomar la hoz y castró a su padre cuando este se acercó a Gea para yacer con ella. De las gotas de sangre y Gea concibió aún a más hijos: las fuertes Erinias, los Gigantes con armadura y las Melias (ninfas de los fresnos). Crono arrojó al mar los testículos de Urano, donde produjeron una espuma de la que nació Afrodita. Tras la castración de Urano, Gea parió a Equidna y Tifón, engendrados por Tártaro. De su hijo Ponto tuvo a las deidades marinas Nereo, Taumante, Forcis, Ceto y Euribia.

En los poemas homéricos Gea es descrita como la madre de Erecteo y Ticio. Zeus escondía de Hera a Elara, una amante, ocultándola bajo la tierra. El hijo que tuvo de esta, el gigante Ticio, es por tanto considerado a veces hijo de Gea, la diosa de la tierra.​ Los juramentos prestados en nombre de Gea, en la antigua Grecia, estaban considerados entre los más sagrados. A Gea también se le sacrificaban ovejas negras.

Como diosa nutricia, Gea es, en algunas versiones, la nodriza de Zeus,​ Aristeo​ o Níctimo.​ Gea también hizo inmortal a Aristeo. Gea también participa en algunos mitos sobre la metamorfosis de una ninfa en una planta. Así recibió a Dafne como laurel,​ convirtió a Pitis en pino,​ acogió a Ambrosía como viña e incluso hizo emerger una higuera para complacer a su hijo Siceo.​ El único mortal que se ganó su cólera fue Orión, que se jactó de que cazaría todas las fieras del mundo; Gea produjo el escorpión que acabaría con la vida del héroe.

Pausanias cuenta que Gea fue la deidad a quien pertenecía originalmente el Oráculo de Delfos o, según otra versión, era una posesión que compartían conjuntamente Gea y a Poseidón. Gea traspasó su poder a Temis, quien, a su vez, la regaló a Apolo.​ Por otra parte, se cuenta que cuando el oráculo pertenecía a Temis, Apolo mató a Pitón, que era hija de Gea y custodiaba ese lugar y así se apoderó del oráculo.​

Gea era considerada como una de las deidades primordiales, brotada espontáneamente sin intervención sexual. Tan sólo unas pocas fuentes nos hablan de la filiación de Gea, aunque estas versiones son oscuras o muy tardías. Así en las tradiciones órficas Gea se formó a partir de lodo primordial que surgió de Hidro, las aguas primordiales.​ De la misma manera en las Fábulas el Cielo, la Tierra y el Mar nacieron de la unión del Éter y el Día (personificación femenina).

En el arte clásico Gea era representada de dos formas. En las vasijas pintadas atenienses se la mostraba como una mujer entrada en años, medio levantada del suelo, a menudo dando el bebé Erictonio (un futuro rey de Atenas) a Atenea para que esta lo criase. Más tarde, en los mosaicos, aparece como una mujer reclinada sobre la tierra rodeada por un grupo de Carpos, dioses infantes de los frutos de la tierra.