Canonización
Hacia 870, Otkar, el obispo de Eichstätt, mandó restaurar la iglesia y el monasterio de Heidenheim, que se encontraban casi en ruinas. Declaró que la santa se le había aparecido y lo había amenazado debido a que su tumba había sido profanada por los trabajadores. Entonces se realizó el traslado ritual de sus restos hasta Eichstädt el 1 de mayo de 870. Con este traslado se inició la veneración pública de Walburga como santa (en esta época todavía no se había establecido el proceso formal de canonización). Sus restos fueron instalados en la Iglesia de la Santa Cruz (ahora llamada Iglesia de Santa Walburga).
En el año 893 el obispo Erchanbold, sucesor de Otkar, abrió la tumba para extraer una porción de su cuerpo como reliquia para regalarla a Liubula, la abadesa de Monheim. Encontró que el cuerpo estaba inmerso en un precioso óleo que —excepto en la época en que Eichstädt quedó en interdicto y en una ocasión en que unos ladrones lastimaron al encargado de retirar el aceite (y probablemente también de ponerlo)—, continuó fluyendo de su cuerpo (especialmente de sus pechos).
Estas declaraciones hicieron que la santa fuera contada entre los elaephori (santos generadores de aceite). Partes de su cuerpo fueron repartidos a muchas ciudades, como Colonia, Amberes, Furnes, mientras que su óleo ha sido repartido a todos los rincones del globo.
Hacia 870, Otkar, el obispo de Eichstätt, mandó restaurar la iglesia y el monasterio de Heidenheim, que se encontraban casi en ruinas. Declaró que la santa se le había aparecido y lo había amenazado debido a que su tumba había sido profanada por los trabajadores. Entonces se realizó el traslado ritual de sus restos hasta Eichstädt el 1 de mayo de 870. Con este traslado se inició la veneración pública de Walburga como santa (en esta época todavía no se había establecido el proceso formal de canonización). Sus restos fueron instalados en la Iglesia de la Santa Cruz (ahora llamada Iglesia de Santa Walburga).
En el año 893 el obispo Erchanbold, sucesor de Otkar, abrió la tumba para extraer una porción de su cuerpo como reliquia para regalarla a Liubula, la abadesa de Monheim. Encontró que el cuerpo estaba inmerso en un precioso óleo que —excepto en la época en que Eichstädt quedó en interdicto y en una ocasión en que unos ladrones lastimaron al encargado de retirar el aceite (y probablemente también de ponerlo)—, continuó fluyendo de su cuerpo (especialmente de sus pechos).
Estas declaraciones hicieron que la santa fuera contada entre los elaephori (santos generadores de aceite). Partes de su cuerpo fueron repartidos a muchas ciudades, como Colonia, Amberes, Furnes, mientras que su óleo ha sido repartido a todos los rincones del globo.