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Cuando los hombres no son más infieles, es que las mujeres son más discretas
Por Ferran Martínez-Aira
Antes de que la ley del divorcio llegara a España y se comenzara a penalizar la infidelidad masculina dando la opción a la parte engañada de poner fin a la relación, las mujeres tenían asumido que el hombre podía echar alguna cana al aire. El motivo es cultural y educacional: la mujer tenía asociados deberes como madre que exigían una dedicación incompatible con la infidelidad. En el caso del hombre existía y existe una aprobación social que asocia estar con varias mujeres como un símbolo de virilidad.
Como señalan los especialistas, la sociedad tiende a justificar la infidelidad masculina. El motivo es lo que se nos inculca desde que nacemos por el hecho de ser hombre o mujer. A las mujeres se las educa para ser sufridoras, empáticas y, sobre todo, para saber perdonar. El mundo emocional del hombre está bastante castrado y el perdón está mal visto porque implica conectar con una vulnerabilidad que parece estar prohibida en el universo masculino. Que los hombres expresen cariño, afecto, amor, dolor o sufrimiento aún descoloca a la sociedad.
Las propias mujeres son las más duras con ellas mismas y contribuyen a que la infidelidad femenina esté tan criminalizada. Si una mujer engaña es muy común que ni siquiera se lo cuente a sus amigos más cercanos porque siente que lo que ha hecho es vergonzante. Se sigue pensando que los hombres son más promiscuos porque las mujeres son más discretas y no se nos descubre apenas porque los hombres nos fijamos menos.
No será la primera ni la última vez que un hombre ha engañado a su novia o a su mujer con asiduidad cuando ha descubierto una infidelidad esporádica por parte de ella ha sido incapaz de perdonarla. Durante una terapia de pareja, él le ponía los cuernos semanalmente a través de Tinder (aplicación para ligar). Ella no lo había hecho nunca hasta que en una cena de empresa tuvo un desliz con un compañero de trabajo. Era la primera vez que cometía una infidelidad y estaba muy arrepentida. Él había sido infiel desde el principio de la relación en reiteradas ocasiones y ella lo había perdonado. Sin embargo, él fue incapaz de perdonar el único adulterio de su mujer.
Las especialistas coinciden en que el ego juega un papel importante, dado que cuando son engañados los hombres ven su hombría dañada y es mucho más complicado que olviden y perdonen una infidelidad. Sin embargo, que un hombre perdone un desliz de su pareja no quiere decir que no se den casos. Richard Gere, en la película INFIEL, asesina con una bola de cristal al amante de su mujer, a la que perdona a pesar de las trabas sociales que acompañan la infidelidad, crimen incluido. También, que a pesar de ellas hay hombres capaces de perdonar, como hay mujeres incapaces de hacerlo. Conclusión: Los hombres no son más infieles, es que las mujeres son más discretas
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Cuando los hombres no son más infieles, es que las mujeres son más discretas
Por Ferran Martínez-Aira
Antes de que la ley del divorcio llegara a España y se comenzara a penalizar la infidelidad masculina dando la opción a la parte engañada de poner fin a la relación, las mujeres tenían asumido que el hombre podía echar alguna cana al aire. El motivo es cultural y educacional: la mujer tenía asociados deberes como madre que exigían una dedicación incompatible con la infidelidad. En el caso del hombre existía y existe una aprobación social que asocia estar con varias mujeres como un símbolo de virilidad.
Como señalan los especialistas, la sociedad tiende a justificar la infidelidad masculina. El motivo es lo que se nos inculca desde que nacemos por el hecho de ser hombre o mujer. A las mujeres se las educa para ser sufridoras, empáticas y, sobre todo, para saber perdonar. El mundo emocional del hombre está bastante castrado y el perdón está mal visto porque implica conectar con una vulnerabilidad que parece estar prohibida en el universo masculino. Que los hombres expresen cariño, afecto, amor, dolor o sufrimiento aún descoloca a la sociedad.
Las propias mujeres son las más duras con ellas mismas y contribuyen a que la infidelidad femenina esté tan criminalizada. Si una mujer engaña es muy común que ni siquiera se lo cuente a sus amigos más cercanos porque siente que lo que ha hecho es vergonzante. Se sigue pensando que los hombres son más promiscuos porque las mujeres son más discretas y no se nos descubre apenas porque los hombres nos fijamos menos.
No será la primera ni la última vez que un hombre ha engañado a su novia o a su mujer con asiduidad cuando ha descubierto una infidelidad esporádica por parte de ella ha sido incapaz de perdonarla. Durante una terapia de pareja, él le ponía los cuernos semanalmente a través de Tinder (aplicación para ligar). Ella no lo había hecho nunca hasta que en una cena de empresa tuvo un desliz con un compañero de trabajo. Era la primera vez que cometía una infidelidad y estaba muy arrepentida. Él había sido infiel desde el principio de la relación en reiteradas ocasiones y ella lo había perdonado. Sin embargo, él fue incapaz de perdonar el único adulterio de su mujer.
Las especialistas coinciden en que el ego juega un papel importante, dado que cuando son engañados los hombres ven su hombría dañada y es mucho más complicado que olviden y perdonen una infidelidad. Sin embargo, que un hombre perdone un desliz de su pareja no quiere decir que no se den casos. Richard Gere, en la película INFIEL, asesina con una bola de cristal al amante de su mujer, a la que perdona a pesar de las trabas sociales que acompañan la infidelidad, crimen incluido. También, que a pesar de ellas hay hombres capaces de perdonar, como hay mujeres incapaces de hacerlo. Conclusión: Los hombres no son más infieles, es que las mujeres son más discretas