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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: TEMAS DEL DIA EN EL ALMANAQUE...

TEMAS DEL DIA EN EL ALMANAQUE

El Almanaque es un medio abierto a todas las opiniones. La opinión de los artículos es responsabilidad de sus autores

LÉXICO - LAS COSAS Y SUS NOMBRES - LA FRASE - EL REFRÁN - FIESTAS

LÉXICO: MEDICINA - EDUCACIÓN - RELIGIÓN - DERECHO-POLÍTICA - AMOR Y SEXO - ECOLOGÍA

LA RELIGIÓN ENCRIPTADA

Nos cansamos en vano empeñándonos en hacer entender a los musulmanes que nuestra guerra no es contra el islam, sino contra el terrorismo. Es, y si no lo es, debe ser contra el islam. Y me explico antes de que alguien me lapide. Lo que tiene espantados a los musulmanes no es lo que el mundo cristiano predica y practica en las iglesias, porque lo desconocen y además les preocupa bien poco. Es lo que por ser cristianos (infieles en su argot) predicamos y practicamos en la vida civil y en los medios de comunicación, lo que les tiene en pie de guerra contra nosotros.

El islam, por su naturaleza o por su estadio de desarrollo, no distingue vida civil y vida religiosa, como tampoco las distinguía la cristiandad en la Edad Media. En cualquier caso, las respectivas culturas laicas están tan impregnadas de las religiones en que se fundamentan, que vistas desde fuera y desde lejos apenas se distinguen de las religiones. Y vuelvo, erre que erre, a mi cantinela: en el islam la mujer, que es exactamente la mitad de la población musulmana, está esclavizada ni más ni menos que como lo estuvo en la cristiandad; pero con un inconveniente, y es que del mismo modo que la libertad de que hoy goza la mujer en la cristiandad es un efecto religioso (el germen de esa libertad y de la igualdad de ambos sexos está en la propia religión), la esclavitud que sufre la mujer en el islam es también de origen religioso, y se fundamenta sólidamente en el islam.

La igualdad y la libertad de que goza la mujer en nuestra cultura es quizás el más grave insulto al islam, y el mayor peligro contra él. Igualar al hombre y a la mujer en el islam sería conmover sus propios cimientos; sería acabar con el islam, y sobre todo con la cultura islámica. Si tal cosa ocurriese, quedarían de tal modo difuminadas las diferencias entre la cultura occidental y la islámica, que se podrían dar perfectamente la mano. Esa es la piedra filosofal, esa es la clave de la caída del muro que divide ambas culturas. Por eso, mientras ataquemos el principal bastión de su cultura (de raíz religiosa), nuestra guerra y nuestra propaganda serán interpretadas como ataques contra su religión.

Si el mundo cristiano toma como su interlocutor cultural en el mundo islámico a la mujer, y le dirige explícitamente a ella sus mensajes, sólo con eso estará insultando de la manera más ofensiva tanto al islam religioso como al islam laico. Y eso a pesar de que el islam laico es tan descreído como la cristiandad laica; porque mal que nos pese, la religión está encriptada en la cultura incluso cuando ésta ataca frontalmente a su religión. En efecto, un anticlerical cristiano no se sale de su cultura, ni menos salta a otra por cuestionar los fundamentos religiosos de la misma; ni siquiera por luchar frontalmente contra ellos. Eso no lo vuelve musulmán, sino que lo mantiene a igual distancia de esa cultura. Lo mismo ocurre en el otro bando: la negación de los fundamentos religiosos de la vida laica, y la lucha incluso a muerte contra el poder del clero, ni implica el salto a otra cultura o a otra religión, ni menos a la antagónica. ¿Acaso no tenemos la obligación moral de dirigirle nuestro mensaje a la mujer islámica y de tratarla de igual a igual, por coherencia con nuestra fe y nuestra cultura?

EL ALMANAQUE se ocupa hoy de babel

LA PALABRA DEL DÍA LAS COSAS Y SUS NOMBRES NOMINA RERUM

BABEL

Éste es un término bíblico incorporado desde siempre a nuestra lengua como paradigma de la confusión y el desorden, como fruto de la maldad humana y del orgullo. El diccionario de María Moliner dice: babel (n. calif.; fem.) Del nombre de la torre de que se habla en la Biblia, se aplica a un lugar donde hay gran confusión o desorden, o donde hablan muchos sin entenderse. (Suele escribirse con minúscula.) He aquí el texto bíblico que da origen a este significado:

"Era la tierra toda de una sola lengua y de unas mismas palabras. En su marcha desde Oriente hallaron (los hijos de Sem) una tierra en la llanura de Senaar, y se establecieron allí. Dijéronse unos a otros: "Vamos a hacer ladrillos y cocerlos al fuego". Y se sirvieron de los ladrillos como de piedra, y el betún les sirvió de cemento; y dijeron: "Vamos a edificarnos una ciudad y una torre, cuya cúspide toque a los cielos y nos haga famosos, por si tenemos que dividirnos por la haz de la tierra". Bajó Yavé a ver la ciudad y la torre que estaban haciendo los hijos de los hombres, y se dijo: "He aquí un pueblo uno, pues tienen todos una lengua sola. Se han propuesto esto, y nada les impedirá llevarlo a cabo. Bajemos pues, y confundamos su lengua, de modo que no se entiendan unos a otros". Y los dispersó de allí Yavé por toda la haz de la tierra, y así cesaron de edificar la ciudad. Por eso se llamó Babel, porque allí confundió Yavé la lengua de la tierra toda, y de allí los dispersó por la haz de toda la tierra." Gén. 11, 1-9

De babel se formó Babilonia. La Vulgata llama Babel a esta ciudad cuando aún no está acabada. La etimología bíblica, que da a este nombre el significado de "confusión", ("por eso se llamó Babel, porque allí confundió Yavé la lengua de la tierra toda") remite al verbo balal, confundir. Pero existe tanto para Babel como para Babilonia otra etimología, que hace proceder el término del babilónico bab-ilu, que significa "puerta del Señor". Para los profetas Babilonia es además el prototipo de la corrupción y la depravación.

Lo que actualiza hoy el nombre de babel y lo hace especialmente interesante, es su inseparable asociación con torre, y el contexto bíblico del que procede. La asociación de palabras, imágenes y confrontación de culturas (la de los hijos de los hombres contra la de los hijos de Dios), nos lleva a las Torres Gemelas de Nueva York. En efecto Yavé, el valedor de "los hijos de Dios" (los buenos) ve con preocupación cómo los hijos de los hombres se han propuesto retar a Dios y construir una torre altísima que toque el mismo cielo, una torre que les proporcionará sobre todo fama y gloria. El valedor de los hijos de Dios, de los fieles que dirían en el islam, no puede consentir tamaño insulto; no puede aceptar que los hijos de los hombres, los hijos de la carne, suban más alto que los hijos de Dios. Así que toma la determinación de impedir que se culmine la construcción de la torre de Babel confundiendo la lengua de sus constructores y dividiéndola en muchas lenguas, de manera que les fue ya imposible entenderse entre ellos.

¿Qué nos dice que Ben Laden y su extensísima cohorte de talibanes y ayatolas no se han inspirado precisamente en este pasaje del Génesis para elegir como emblema de su lucha contra los infieles un símbolo que tiene el mismo valor en ambas religiones? De paso nos venden la destrucción de las soberbias Torres Gemelas por el fuego venido del cielo, como un castigo de nuestro propio Dios.

Mariano Arnal Buscador temático del Almanaque