TEMAS DEL DIA EN EL ALMANAQUE
El Almanaque es un medio abierto a todas las opiniones. La opinión de los artículos es responsabilidad de sus autores
LÉXICO - LAS COSAS Y SUS NOMBRES - LA FRASE - EL REFRÁN - FIESTAS
LÉXICO: MEDICINA - EDUCACIÓN - RELIGIÓN - DERECHO-POLÍTICA - AMOR Y SEXO - ECOLOGÍA
LAS CLAVES LÉXICAS: ¡INCOMUNICADOS!
No es que los individuos de la especie humana estuviesen incomunicados entre sí antes de dotarse del lenguaje, y que tal como fue conformándose y avanzando éste, fuese mejorando su capacidad comunicativa. La evidencia tiene el dedo índice señalando exactamente en dirección contraria. Lo que ocurrió más bien fue que el hombre, antes de serlo, fue tan perfecto en la comunicación como lo fue en todas sus facultades y en la adaptación de sus sentidos cada uno a su función.
Un animal tarado, cuyos órganos y funciones son incapaces de mantenerle en perfecta comunión con el medio y consigo mismo, no puede evolucionar más que hacia la extinción. Y no es éste el caso de ninguna especie consolidada, ni era por tanto el caso de la especie humana antes de que aprendiese a hablar. Hemos de partir, pues, de la base de que la capacidad comunicativa del hombre era perfecta antes de aprender a hablar. Sería sencillamente absurdo plantearse otra cosa.
Hay que hacerse, por tanto, la pregunta: ¿mejoró el lenguaje la capacidad de comunicación humana?, o preguntando más sutilmente: ¿era mejorable esta capacidad? Y aún otra pregunta colateral: ¿ha conseguido la especie humana mejorar alguno de sus sentidos o alguna de sus facultades naturales?
Parece que estas preguntas se responden solas: la evidencia es tozuda y nos dice que no, que evidentemente no. Entonces tendremos que hacernos la pregunta al revés: ¿Qué vacío o qué deficiencia vino a llenar? ¿qué le dio el lenguaje al hombre que antes no tuviera? Y las respuestas siguen en la misma dirección: mayor o más completa capacidad de comunicación, no; porque ya la tenía toda.
Ni tampoco vino a subsanar tara alguna, porque ni siquiera del topo o del murciélago podemos decir que estén tarados de la vista, y que operándoles de cataratas mejoraríamos su relación con su mundo. No van por ahí las respuestas; no nos lo consienten ni la evidencia ni el sentido común.
Si la tendencia de nuestra evolución dirigida, ha apuntado marcadamente hacia el embotamiento o la atrofia de facultades naturales (para muestra, el botón del olfato), es razonable partir de la premisa (confirmada por otra parte por la evidencia) de que en cuanto a comunicación hemos retrocedido, y no precisamente poco.
Basta que nos centremos en los contenidos de la comunicación (¡qué disparate, la mayor causa de incomunicación es el déficit de contenidos, el no tener qué comunicarse!), basta que nos centremos en los contenidos, digo, para darnos cuenta de que estamos prácticamente incomunicados. El principal contenido de la comunicación somos nosotros mismos.
Nosotros somos (deberíamos ser, como los demás animales), la materia prima prima de la comunicación. Pero no; resulta que nuestros perros y nuestros gatos (que bien a mano los tenemos para observarlos) están infinitamente mejor comunicados entre sí, e incluso con nosotros (por eso los llamamos ahora tan acertadamente animales de compañía; antes eran animales domésticos), que nosotros. Algo no encaja.
EL ALMANAQUE se recrea en el análisis de la comunicación y entra a husmear en esta palabra, a ver si esconde alguna clave que nos ayude a entendernos. Una anécdota sobre comunicación humana de la más sublime irracionalidad se queda hoy en el tintero.
UNA FRASE
No me entienden; ya no soy la boca que sepa llegar a sus oídos. Será que he vivido demasiado tiempo en la montaña y escuchado demasiado a los ríos y a los árboles... Friedrich Nietzsche
El REFRÁN
QUIEN MUCHO HABLA, MUCHO MIENTE
Lo malo de la palabra es que sea tan apta para mentir. Es imposible mentir con los ojos, mentir con los pálpitos del corazón, mentir con la piel...
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LÉXICO - LAS COSAS Y SUS NOMBRES - LA FRASE - EL REFRÁN - FIESTAS
LÉXICO: MEDICINA - EDUCACIÓN - RELIGIÓN - DERECHO-POLÍTICA - AMOR Y SEXO - ECOLOGÍA
LAS CLAVES LÉXICAS: ¡INCOMUNICADOS!
No es que los individuos de la especie humana estuviesen incomunicados entre sí antes de dotarse del lenguaje, y que tal como fue conformándose y avanzando éste, fuese mejorando su capacidad comunicativa. La evidencia tiene el dedo índice señalando exactamente en dirección contraria. Lo que ocurrió más bien fue que el hombre, antes de serlo, fue tan perfecto en la comunicación como lo fue en todas sus facultades y en la adaptación de sus sentidos cada uno a su función.
Un animal tarado, cuyos órganos y funciones son incapaces de mantenerle en perfecta comunión con el medio y consigo mismo, no puede evolucionar más que hacia la extinción. Y no es éste el caso de ninguna especie consolidada, ni era por tanto el caso de la especie humana antes de que aprendiese a hablar. Hemos de partir, pues, de la base de que la capacidad comunicativa del hombre era perfecta antes de aprender a hablar. Sería sencillamente absurdo plantearse otra cosa.
Hay que hacerse, por tanto, la pregunta: ¿mejoró el lenguaje la capacidad de comunicación humana?, o preguntando más sutilmente: ¿era mejorable esta capacidad? Y aún otra pregunta colateral: ¿ha conseguido la especie humana mejorar alguno de sus sentidos o alguna de sus facultades naturales?
Parece que estas preguntas se responden solas: la evidencia es tozuda y nos dice que no, que evidentemente no. Entonces tendremos que hacernos la pregunta al revés: ¿Qué vacío o qué deficiencia vino a llenar? ¿qué le dio el lenguaje al hombre que antes no tuviera? Y las respuestas siguen en la misma dirección: mayor o más completa capacidad de comunicación, no; porque ya la tenía toda.
Ni tampoco vino a subsanar tara alguna, porque ni siquiera del topo o del murciélago podemos decir que estén tarados de la vista, y que operándoles de cataratas mejoraríamos su relación con su mundo. No van por ahí las respuestas; no nos lo consienten ni la evidencia ni el sentido común.
Si la tendencia de nuestra evolución dirigida, ha apuntado marcadamente hacia el embotamiento o la atrofia de facultades naturales (para muestra, el botón del olfato), es razonable partir de la premisa (confirmada por otra parte por la evidencia) de que en cuanto a comunicación hemos retrocedido, y no precisamente poco.
Basta que nos centremos en los contenidos de la comunicación (¡qué disparate, la mayor causa de incomunicación es el déficit de contenidos, el no tener qué comunicarse!), basta que nos centremos en los contenidos, digo, para darnos cuenta de que estamos prácticamente incomunicados. El principal contenido de la comunicación somos nosotros mismos.
Nosotros somos (deberíamos ser, como los demás animales), la materia prima prima de la comunicación. Pero no; resulta que nuestros perros y nuestros gatos (que bien a mano los tenemos para observarlos) están infinitamente mejor comunicados entre sí, e incluso con nosotros (por eso los llamamos ahora tan acertadamente animales de compañía; antes eran animales domésticos), que nosotros. Algo no encaja.
EL ALMANAQUE se recrea en el análisis de la comunicación y entra a husmear en esta palabra, a ver si esconde alguna clave que nos ayude a entendernos. Una anécdota sobre comunicación humana de la más sublime irracionalidad se queda hoy en el tintero.
UNA FRASE
No me entienden; ya no soy la boca que sepa llegar a sus oídos. Será que he vivido demasiado tiempo en la montaña y escuchado demasiado a los ríos y a los árboles... Friedrich Nietzsche
El REFRÁN
QUIEN MUCHO HABLA, MUCHO MIENTE
Lo malo de la palabra es que sea tan apta para mentir. Es imposible mentir con los ojos, mentir con los pálpitos del corazón, mentir con la piel...