Misa de la Cena del Señor
Artículo principal: Misa de la Cena del Señor
Se trata de una misa vespertina que constituye la introducción al Triduo Pascual. Los oficios de Semana Santa llegan el Jueves Santo a su máxima relevancia litúrgica. En esta tarde se da comienzo al Triduo Pascual que culminará el Domingo de Pascua, la Resurrección de Jesucristo.
Los Santos Oficios del Jueves Santo se celebran a las 21:00, a la hora de cenar, para conmemorar la Última Cena de Jesús con sus discípulos. No obstante, por razones pastorales se puede anticipar su comienzo, no pudiendo en ningún caso empezar antes de las 18:00 horas. El Jueves Santo es tiempo de Cuaresma hasta la hora nona, es decir, toda la mañana hasta las tres de la tarde. A partir de ahí comienza el Triduo Pascual, que durará desde la tarde del Jueves Santo hasta el Domingo de Resurrección.
Al comienzo de la celebración, el sagrario debe presentarse vacío con la puerta abierta. El altar mayor, donde se celebrará la Santa Misa, se adorna con cirios, manteles y sin flores hasta la Resurrección.
Se inicia con la entrada procesional, encabezada por los acólitos, seguida por los ministros sagrados (diáconos, concelebrantes si los hay) y finalizada por el celebrante principal, un Sacerdote u Obispo. Mientras tanto, el coro acompaña con cantos, pues ya ha terminado la Cuaresma y se va a celebrar uno de los momentos más importantes del año litúrgico, la Institución de la Eucaristía y el mandamiento del amor. Los cantos de esta celebración están enfocados a la celebración de la institución de la Eucaristía. El color de esta celebración es el blanco eucarístico, sustituyendo al morado cuaresmal.
En esta celebración se canta de nuevo el «Gloria» a la vez que se tocan las campanas, y cuando este termina, las campanas dejan de sonar y no volverán a hacerlo hasta la Vigilia Pascual en la Noche Santa.
Las lecturas de este día son muy especiales, la primera es del libro del Éxodo (Prescripciones sobre la cena pascual), la segunda lectura es de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios (Cada vez que coméis de este pan y bebéis de este vino, proclamáis la muerte del Señor) y el salmo responsorial El Cáliz que bendecimos, es la comunión con la sangre de Cristo. El Evangelio es el momento del lavatorio de pies a los discípulos, que adquiere un destacado simbolismo dentro de los oficios del día, ya que posteriormente se realiza por el sacerdote lavando los pies a doce varones a modo de los doce apóstoles y en el que recuerda el gesto que realizara Jesús antes de la Última Cena con sus discípulos, efectuándose en esta ocasión entre la Homilía y el Ofertorio, omitiendo el Credo. Durante el lavatorio de los pies se entona un cántico relacionado con el Mandamiento Nuevo del Amor entregado por Jesucristo en esta noche santa, destacando frases del texto del discurso de Jesús en la última cena, recogido por el Evangelio de San Juan.
La celebración se realiza en un ambiente festivo, pero sobrio y con una gran solemnidad, en la que se mezclan sentimientos de gozo por el sacramento de la Eucaristía y de tristeza por lo que ocurrirá a partir de esa misma tarde de Jueves Santo, con el encarcelamiento y juicio de Jesús.
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Se trata de una misa vespertina que constituye la introducción al Triduo Pascual. Los oficios de Semana Santa llegan el Jueves Santo a su máxima relevancia litúrgica. En esta tarde se da comienzo al Triduo Pascual que culminará el Domingo de Pascua, la Resurrección de Jesucristo.
Los Santos Oficios del Jueves Santo se celebran a las 21:00, a la hora de cenar, para conmemorar la Última Cena de Jesús con sus discípulos. No obstante, por razones pastorales se puede anticipar su comienzo, no pudiendo en ningún caso empezar antes de las 18:00 horas. El Jueves Santo es tiempo de Cuaresma hasta la hora nona, es decir, toda la mañana hasta las tres de la tarde. A partir de ahí comienza el Triduo Pascual, que durará desde la tarde del Jueves Santo hasta el Domingo de Resurrección.
Al comienzo de la celebración, el sagrario debe presentarse vacío con la puerta abierta. El altar mayor, donde se celebrará la Santa Misa, se adorna con cirios, manteles y sin flores hasta la Resurrección.
Se inicia con la entrada procesional, encabezada por los acólitos, seguida por los ministros sagrados (diáconos, concelebrantes si los hay) y finalizada por el celebrante principal, un Sacerdote u Obispo. Mientras tanto, el coro acompaña con cantos, pues ya ha terminado la Cuaresma y se va a celebrar uno de los momentos más importantes del año litúrgico, la Institución de la Eucaristía y el mandamiento del amor. Los cantos de esta celebración están enfocados a la celebración de la institución de la Eucaristía. El color de esta celebración es el blanco eucarístico, sustituyendo al morado cuaresmal.
En esta celebración se canta de nuevo el «Gloria» a la vez que se tocan las campanas, y cuando este termina, las campanas dejan de sonar y no volverán a hacerlo hasta la Vigilia Pascual en la Noche Santa.
Las lecturas de este día son muy especiales, la primera es del libro del Éxodo (Prescripciones sobre la cena pascual), la segunda lectura es de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios (Cada vez que coméis de este pan y bebéis de este vino, proclamáis la muerte del Señor) y el salmo responsorial El Cáliz que bendecimos, es la comunión con la sangre de Cristo. El Evangelio es el momento del lavatorio de pies a los discípulos, que adquiere un destacado simbolismo dentro de los oficios del día, ya que posteriormente se realiza por el sacerdote lavando los pies a doce varones a modo de los doce apóstoles y en el que recuerda el gesto que realizara Jesús antes de la Última Cena con sus discípulos, efectuándose en esta ocasión entre la Homilía y el Ofertorio, omitiendo el Credo. Durante el lavatorio de los pies se entona un cántico relacionado con el Mandamiento Nuevo del Amor entregado por Jesucristo en esta noche santa, destacando frases del texto del discurso de Jesús en la última cena, recogido por el Evangelio de San Juan.
La celebración se realiza en un ambiente festivo, pero sobrio y con una gran solemnidad, en la que se mezclan sentimientos de gozo por el sacramento de la Eucaristía y de tristeza por lo que ocurrirá a partir de esa misma tarde de Jueves Santo, con el encarcelamiento y juicio de Jesús.