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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Sepultura y culto...

Sepultura y culto

Se encuentra documentada la forma en que se desarrolló prontamente el culto a Pablo en Roma y cómo se expandió posteriormente por distintas localidades europeas y norteafricanas.​

Entre las fuentes más antiguas que vinculan la muerte de Pablo con Roma se encuentran el testimonio de su sepultura en la vía Ostiensis por parte del presbítero Caius a fines del siglo ii o principios del siglo III, y un calendario litúrgico del siglo IV sobre el entierro de los mártires.

Yo puedo mostrarte los trofeos de los Apóstoles; si quieres ir al Vaticano o a la vía Ostiense, encontrarás los trofeos de los fundadores de esta Iglesia.

Caius, recogido por Eusebio de Cesarea, Historia eclesiástica II, 25:7 ​

Asimismo, la Pasión de Pablo del Pseudo Abdías (siglo VI) señaló la sepultura del Apóstol «fuera de la ciudad […], en la segunda milla de la vía Ostiense», más precisamente «en la hacienda de Lucina», una matrona cristiana, donde más tarde se levantaría la basílica de San Pablo Extramuros.​

Hacia el siglo V, el texto apócrifo del Pseudo Marcelo, conocido bajo el título de Hechos de Pedro y Pablo 80, señaló que el martirio de Pablo habría sido por decapitación en las Acque Salvie, en la vía Laurentina, hoy abadía delle Tre Fontane, con un triple rebote de su cabeza que aseguraba haber causado la generación de tres vías de agua. Esta noticia es independiente de todas las anteriores y tardía, lo que sugiere su carácter legendario.

Tras una serie de excavaciones realizadas en la basílica romana de San Pablo Extramuros desde 2002, un grupo de arqueólogos del Vaticano descubrieron en 2006 restos humanos óseos en un sarcófago de mármol ubicado bajo el altar mayor del templo. La tumba data aproximadamente del año 390. Mediante la técnica de datación por medición del carbono-14, pudo determinarse que los restos óseos datan del siglo I o II. En junio de 2009, el papa Benedicto XVI anunció los resultados de las investigaciones realizadas hasta ese momento y expresó su convicción de que, por los antecedentes, ubicación y datación, podría tratarse de los restos del Apóstol.