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San Ignacio partió de la casa de Loyola a finales de febrero de 1522 acompañado de un hermano. Este posiblemente fuese el religioso Pero López. Pasaron antes por el Santuario de Nuestra Señora de Aránzazu. San Ignacio realizó una vigilia de oración antes de venerar a la Virgen de Aránzazu. Es posible que fuese en este santuario mariano donde realizó su voto de castidad. 58​

Posteriormente se despidió de su hermana Magdalena en Anzuola. En este lugar o en Oñate se separó de su hermano y continuó solo hasta el pueblo riojano de Navarrete para encontrarse con el duque de Nájera. Su propósito era despedirse del duque y pedirle unos pocos ducados que le adeudaba. Tras cobrar el dinero lo repartió y dio una parte para el ornato de una imagen de la Virgen.

Desde La Rioja hasta Barcelona el camino pasaba por Tudela, Pedrola, Zaragoza, Lérida, Cervera e Igualada.​

En un pueblo cercano a Barcelona, posiblemente Igualada, compró unas esparteñas para los pies y una tela de saco para hacerse una túnica de peregrino. Solo se puso una de las esparteñas, en el pie derecho, ya que la pierna derecha era la que tenía más dañada.​

Llegó al Monasterio de Montserrat, de los benedictinos, donde hizo una confesión general de toda su vida con el fraile francés Juan Chanon. El 24 de marzo se quedó solo con la túnica de peregrino y entregó el resto de su ropa a un pobre. Luego llevó a cabo una vigilia ante el altar de la Virgen de Montserrat la noche entre el 24 y el 25 de marzo de 1522.

Decidió dirigirse unos días al Hospital de Santa Lucía de Manresa, a donde llegó el 25 de marzo. San Ignacio dijo que evitó quedarse en la ciudad de Barcelona para no ser reconocido. Es posible que le preocupase encontrarse con la comitiva del papa Adriano VI, entre la cual había funcionarios que le conocían, aunque por entonces este grupo se encontraba todavía en Zaragoza.

Se dio la circunstancia de que por aquel entonces hubo una epidemia de peste en Barcelona y se prohibió entrar a los forasteros. Otro asunto era que para viajar a Jerusalén era preciso que el papa le diese autorización en la Pascua, que ese año caía el 22 de abril, y le era imposible llegar a Roma antes de esa fecha. Estas debieron ser las causas por las que pasó en Manresa once meses.​

En Manresa se alojó en el Hospital de Santa Lucía, en el convento de los dominicos (donde fue su confesor Garcelán Perelló) y en casas de bienhechores apellidados Ferrer, Amigant y Canyelles. Se retiraba a rezar a una cueva en la ladera de un monte junto al río Cardener.​

Ribadeneira y Polanco cuentan que un sábado, estando san Ignacio en el Hospital de Santa Lucía de Manresa, quedó inconsciente y volvió en sí el siguiente sábado diciendo "Ay, Jesús". El jesuita del siglo xvii Daniello Bartoli dijo que san Ignacio tuvo una visión de la Compañía de Jesús en este episodio, pero esto se desconoce. Este ha sido llamado el Rapto de San Ignacio.​

En otra ocasión, él mismo narró que cuando se dirigía a la Iglesia de San Pablo de Manresa tuvo una experiencia mística, diferente de una visión, en la que le sobrevino mucho conocimiento. Este episodio ha sido llamado la Ilustración del Cardener. Después de esto, se puso de rodillas frente a la Cruz del Tort, que había en el camino. 68​ Los jesuitas Nicolás Lanicici y Nicolás Orlandini confundieron este hecho con el Rapto de San Ignacio.​

En Manresa escribió sus ejercicios espirituales, que corregiría y ampliaría durante sus estancias en París y Roma.

Durante su etapa en Manresa entabló amistad con un fraile cisterciense del Convento de San Pablo.​

En febrero de 1523 se dirigió a Barcelona. Rezó en la Capilla de Marcús a Nuestra Señora de Guía y se dirigió a la calle Febers, actualmente llamada calle San Ignacio, donde tenía su casa y su tienda Inés Pascual. Se alojó en la casa de esta bienhechora. Frecuentó el Monasterio de San Matías, de monjas jerónimas. También frecuentó el Monasterio de San Jerónimo del Valle de Hebrón y las ermitas que había en Sant Genís dels Agudells.​

Encontrándose un día escuchando un sermón en las gradas de la Iglesia de los Santos Justo y Pastor de Barcelona una mujer llamada Isabel Ferrer, esposa de Francisco Roser o Rosell, vio la cara de san Ignacio iluminarse y sintió una voz que le decía: "Llámale, llámale". El matrimonio decidió invitar a su casa a Ignacio y, cuando Isabel le escuchó hablar de religión, decidió convertirse en su mejor bienhechora durante las estancias del santo en Barcelona, París y Venecia.

En marzo de 1523 embarcó en Barcelona rumbo a Gaeta. Pasó un par de días en Fondi y llegó a Roma el 29 de marzo, Domingo de Ramos. Solicitó permiso para viajar a Tierra Santa y lo obtuvo el 31 de marzo.​

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