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Conoció a Gian Pietro Carafa, que había fundado con san Cayetano de Thiene los teatinos en 1524. San Ignacio discrepaba de las prácticas de los teatinos y tenía una espiritualidad diferente.
En París, los compañeros de san Ignacio renovaron el voto el 15 de agosto de 1535 y de 1536. En la segunda ocasión se unieron el italiano Claudio Jayo y los franceses Juan Codure y Pascasio Broët. Los compañeros salieron de París el 15 de noviembre de 1536 y llegaron el 8 de enero de 1537 a Venecia.
San Ignacio y sus compañeros esperaron en Venecia hasta la Pascua, cuando podían pedir en Roma el permiso para peregrinar a Jerusalén. Los compañeros se alojaron en los hospitales de San Juan y San Pablo y en el de los Incurables, donde cuidaron de los enfermos. El 16 de marzo partieron para Roma, a donde llegaron el 25 de marzo.
Según Polanco, fue antes de llegar a Roma cuando los compañeros se preguntaron qué nombre darse a sí mismos si alguien les preguntaba a qué congregación pertenecían. Entonces empezaron a orar y a pensar en el nombre más adecuado y finalmente decidieron llamarse Compañía de Jesús, ya no tenían quién les mandase y solo deseaban servir a Jesús.
En Roma se alojaron en el hospicio adosado a la Iglesia de Santiago de los Españoles.
Uno de los consejeros del hospicio romano era Pedro Ortiz, que les consiguió una audiencia con el papa Paulo III el 3 de abril en el Castillo de Sant'Angelo. Comieron juntos y hablaron de teología, quedando el papa muy satisfecho. Paulo III les dio su bendición, les concedió verbalmente el permiso para ir a Jerusalén y les entregó 60 ducados para el viaje. Otros cardenales y miembros de la curia hicieron lo mismo que el papa, llegando a juntar san Ignacio y sus compañeros 260 ducados.
El 27 de abril de 1537 les fueron expedidos dos documentos: el permiso para ir a Jerusalén y las dimisorias, firmadas por el cardenal Antonio Pucci, para ser ordenados sacerdotes por cualquier obispo.
San Ignacio y sus compañeros regresaron a Venecia a principios de mayo de 1537 para esperar un barco que partiese en dirección a Tierra Santa, pero aquel año no salió ninguno por la guerra que tenía lugar en el Mediterráneo contra los otomanos.
En Venecia se dedicaron a labores asistenciales. El 31 de mayo, tras participar en la procesión del Corpus Christi, fueron presentados al dux Andrea Gritti.
Vicente Nigusanti, obispo de Arbe, ordenó como religiosos a san Ignacio y a la mayoría de sus compañeros, que aún no eran sacerdotes. El 10 de junio recibieron las órdenes menores, el 15 de junio el subdiaconado y el 24 de junio el sacerdocio.
Mientras esperaban un barco que zarparse en dirección a Tierra Santa decidieron separarse para dar misa y predicar. El 25 de julio san Ignacio, Fabro y Laínez partieron a Vicenza, Javier y Salmerón a Monselice, Codure y Hoces a Treviso, Jayo, Salmerón y Rodrigues a Bassano del Grappa y Bobabilla y Broët a Verona.
San Ignacio, Fabro y Laínez se alojaron en el abandonado Monasterio de San Pedro en Vivarolo, a las afueras de Vicenza. Cuarenta días después fue con ellos Codure. Luego san Ignacio y Fabro fueron a Bassano del Grappa a visitar a Rodrigues, que se encontraba enfermo.
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Conoció a Gian Pietro Carafa, que había fundado con san Cayetano de Thiene los teatinos en 1524. San Ignacio discrepaba de las prácticas de los teatinos y tenía una espiritualidad diferente.
En París, los compañeros de san Ignacio renovaron el voto el 15 de agosto de 1535 y de 1536. En la segunda ocasión se unieron el italiano Claudio Jayo y los franceses Juan Codure y Pascasio Broët. Los compañeros salieron de París el 15 de noviembre de 1536 y llegaron el 8 de enero de 1537 a Venecia.
San Ignacio y sus compañeros esperaron en Venecia hasta la Pascua, cuando podían pedir en Roma el permiso para peregrinar a Jerusalén. Los compañeros se alojaron en los hospitales de San Juan y San Pablo y en el de los Incurables, donde cuidaron de los enfermos. El 16 de marzo partieron para Roma, a donde llegaron el 25 de marzo.
Según Polanco, fue antes de llegar a Roma cuando los compañeros se preguntaron qué nombre darse a sí mismos si alguien les preguntaba a qué congregación pertenecían. Entonces empezaron a orar y a pensar en el nombre más adecuado y finalmente decidieron llamarse Compañía de Jesús, ya no tenían quién les mandase y solo deseaban servir a Jesús.
En Roma se alojaron en el hospicio adosado a la Iglesia de Santiago de los Españoles.
Uno de los consejeros del hospicio romano era Pedro Ortiz, que les consiguió una audiencia con el papa Paulo III el 3 de abril en el Castillo de Sant'Angelo. Comieron juntos y hablaron de teología, quedando el papa muy satisfecho. Paulo III les dio su bendición, les concedió verbalmente el permiso para ir a Jerusalén y les entregó 60 ducados para el viaje. Otros cardenales y miembros de la curia hicieron lo mismo que el papa, llegando a juntar san Ignacio y sus compañeros 260 ducados.
El 27 de abril de 1537 les fueron expedidos dos documentos: el permiso para ir a Jerusalén y las dimisorias, firmadas por el cardenal Antonio Pucci, para ser ordenados sacerdotes por cualquier obispo.
San Ignacio y sus compañeros regresaron a Venecia a principios de mayo de 1537 para esperar un barco que partiese en dirección a Tierra Santa, pero aquel año no salió ninguno por la guerra que tenía lugar en el Mediterráneo contra los otomanos.
En Venecia se dedicaron a labores asistenciales. El 31 de mayo, tras participar en la procesión del Corpus Christi, fueron presentados al dux Andrea Gritti.
Vicente Nigusanti, obispo de Arbe, ordenó como religiosos a san Ignacio y a la mayoría de sus compañeros, que aún no eran sacerdotes. El 10 de junio recibieron las órdenes menores, el 15 de junio el subdiaconado y el 24 de junio el sacerdocio.
Mientras esperaban un barco que zarparse en dirección a Tierra Santa decidieron separarse para dar misa y predicar. El 25 de julio san Ignacio, Fabro y Laínez partieron a Vicenza, Javier y Salmerón a Monselice, Codure y Hoces a Treviso, Jayo, Salmerón y Rodrigues a Bassano del Grappa y Bobabilla y Broët a Verona.
San Ignacio, Fabro y Laínez se alojaron en el abandonado Monasterio de San Pedro en Vivarolo, a las afueras de Vicenza. Cuarenta días después fue con ellos Codure. Luego san Ignacio y Fabro fueron a Bassano del Grappa a visitar a Rodrigues, que se encontraba enfermo.
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