Moisés envía a doce espías
Ya cerca de la tierra prometida, Moisés encomienda a doce espías investigar y dar un reporte de las bondades de la tierra de promisión. Después de cuarenta días de investigación diez de los doce espías dan un reporte sumamente desalentador sobre las gentes que moraban sobre estas tierras, inculcando miedo a las huestes armadas y sobre todo desconfianza a las promesas de Yahveh. Únicamente Josué (de la tribu de Efraín) y Caleb (representante de Judá), regresaron y manifestaron que Dios les ayudaría a que la nación hebrea se asentara en Canaán.
Debido a esto, es aquí donde Dios castigó a Israel hablándole a Moisés y diciéndole estas palabras:
«Vosotros a la verdad no entraréis en la tierra, por la cual alcé mi mano
y juré que os haría habitar en ella; exceptuando a Caleb hijo de Jefone y a Josué hijo de Nun... Conforme el número de los días, de los cuarenta días en que reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras iniquidades cuarenta años, un año por cada
día; y conoceréis mi castigo...».
Por lo tanto los israelitas se vieron forzado a permanecer en el desierto durante cuarenta años más. Finalmente, tras cuarenta años de vagar por el desierto, los hebreos de aquella generación murieron en el desierto y la autoridad de Moisés como conductor del pueblo pasó a Josué.
Según esos textos, Yahveh ―al ver el miedo de su pueblo elegido― prohibió la entrada de todo varón de guerra (mayores de 20 años) a la tierra de promisión, incluyendo al mismo Moisés a quien solo se le permitió verla desde lo alto de un monte (Nebo). Es preciso aclarar,[ ¿Por qué?] sin embargo, que la prohibición no incluía a los levitas (tribu a la que pertenecía Moisés), quienes no estaban registrados para la guerra, ni tampoco a Josué y Caleb, quienes sí mostraron fe en las promesas divinas. A Moisés no se le permitió debido al suceso en Meribá.
Ya estando cerca de Moab, Balac, rey de los moabitas ve venir a Israel por el margen oriental y teme del pueblo de Israel, manda a llamar a Balaam, adivino de Mesopotamia68 para que maldiga al pueblo de Israel; pero Yahveh envía a un ángel a interponerse en el camino de Balaam hacia el monte de Bamot-Baal y es persuadido a bendecir al pueblo israelita y lo hace tres veces a pesar de los deseos de Balac.
Ya cerca de la tierra prometida, Moisés encomienda a doce espías investigar y dar un reporte de las bondades de la tierra de promisión. Después de cuarenta días de investigación diez de los doce espías dan un reporte sumamente desalentador sobre las gentes que moraban sobre estas tierras, inculcando miedo a las huestes armadas y sobre todo desconfianza a las promesas de Yahveh. Únicamente Josué (de la tribu de Efraín) y Caleb (representante de Judá), regresaron y manifestaron que Dios les ayudaría a que la nación hebrea se asentara en Canaán.
Debido a esto, es aquí donde Dios castigó a Israel hablándole a Moisés y diciéndole estas palabras:
«Vosotros a la verdad no entraréis en la tierra, por la cual alcé mi mano
y juré que os haría habitar en ella; exceptuando a Caleb hijo de Jefone y a Josué hijo de Nun... Conforme el número de los días, de los cuarenta días en que reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras iniquidades cuarenta años, un año por cada
día; y conoceréis mi castigo...».
Por lo tanto los israelitas se vieron forzado a permanecer en el desierto durante cuarenta años más. Finalmente, tras cuarenta años de vagar por el desierto, los hebreos de aquella generación murieron en el desierto y la autoridad de Moisés como conductor del pueblo pasó a Josué.
Según esos textos, Yahveh ―al ver el miedo de su pueblo elegido― prohibió la entrada de todo varón de guerra (mayores de 20 años) a la tierra de promisión, incluyendo al mismo Moisés a quien solo se le permitió verla desde lo alto de un monte (Nebo). Es preciso aclarar,[ ¿Por qué?] sin embargo, que la prohibición no incluía a los levitas (tribu a la que pertenecía Moisés), quienes no estaban registrados para la guerra, ni tampoco a Josué y Caleb, quienes sí mostraron fe en las promesas divinas. A Moisés no se le permitió debido al suceso en Meribá.
Ya estando cerca de Moab, Balac, rey de los moabitas ve venir a Israel por el margen oriental y teme del pueblo de Israel, manda a llamar a Balaam, adivino de Mesopotamia68 para que maldiga al pueblo de Israel; pero Yahveh envía a un ángel a interponerse en el camino de Balaam hacia el monte de Bamot-Baal y es persuadido a bendecir al pueblo israelita y lo hace tres veces a pesar de los deseos de Balac.