Patronazgo de España
El 24 de octubre de 1617 las Cortes de Castilla, reunidas en Madrid, decidieron nombrar a Teresa "patrona de todos los reinos de España", lo que incluía las Indias. Felipe III aprobó esto el 4 de agosto de 1618. Entonces compartiría el patronazgo con el apóstol Santiago el Mayor, patrón de España, lo que fue especificado por las Cortes.
Que España tuviera otro patrón además de Santiago fue motivo de polémica entre algunos clérigos de entonces, como los arzobispos de Sevilla y Granada y, sobre todo, en Santiago de Compostela. En otoño de 1627, Francisco de Quevedo, caballero de la Orden de Santiago, escribió Su espada por Santiago, solo y único patrón de las Españas, que fue publicado en 1628 en Madrid y Barcelona. Según este poeta, las Cortes no se deberían haber involucrado en lo que no les importaba, ya que había sido Dios el que había hecho a Santiago patrón de España cuando ayudó en la Reconquista. Una sobrina de Teresa, llamada Beatriz de Jesús, dijo que a los santos no les importaban los reconocimientos de este mundo y que aquella polémica le parecía vana y lamentable. También fueron partidarios del copatronato Felipe IV y su valido, el conde-duque de Olivares, que era muy devoto de esta santa. Urbano VIII estableció el copatronato de Santiago y santa Teresa el 21 de julio de 1627, aunque el 8 de enero de 1630 se desmarcó de la polémica y solo mencionó a Santiago como patrón.
El 28 de junio de 1812 las Cortes de Cádiz nombraron como santos patrones de España a Santiago y a santa Teresa.
España siempre fue un país muy devoto de la Inmaculada Concepción. El 12 de agosto de 1617 el papa Pablo V publicó un decreto sobre la Inmaculada Concepción. En el siglo xviii, Carlos III le solicitó al papa que nombrase a la Santísima Virgen de la Inmaculada Concepción patrona de España y de sus territorios en las Indias. El papa Clemente XIII la proclamó patrona en 1760. Por ello, la Santísima Virgen de la Inmaculada sería también patrona de España. También es patrona de la Infantería Española, con motivo del Milagro de Empel de 1585.
El 24 de octubre de 1617 las Cortes de Castilla, reunidas en Madrid, decidieron nombrar a Teresa "patrona de todos los reinos de España", lo que incluía las Indias. Felipe III aprobó esto el 4 de agosto de 1618. Entonces compartiría el patronazgo con el apóstol Santiago el Mayor, patrón de España, lo que fue especificado por las Cortes.
Que España tuviera otro patrón además de Santiago fue motivo de polémica entre algunos clérigos de entonces, como los arzobispos de Sevilla y Granada y, sobre todo, en Santiago de Compostela. En otoño de 1627, Francisco de Quevedo, caballero de la Orden de Santiago, escribió Su espada por Santiago, solo y único patrón de las Españas, que fue publicado en 1628 en Madrid y Barcelona. Según este poeta, las Cortes no se deberían haber involucrado en lo que no les importaba, ya que había sido Dios el que había hecho a Santiago patrón de España cuando ayudó en la Reconquista. Una sobrina de Teresa, llamada Beatriz de Jesús, dijo que a los santos no les importaban los reconocimientos de este mundo y que aquella polémica le parecía vana y lamentable. También fueron partidarios del copatronato Felipe IV y su valido, el conde-duque de Olivares, que era muy devoto de esta santa. Urbano VIII estableció el copatronato de Santiago y santa Teresa el 21 de julio de 1627, aunque el 8 de enero de 1630 se desmarcó de la polémica y solo mencionó a Santiago como patrón.
El 28 de junio de 1812 las Cortes de Cádiz nombraron como santos patrones de España a Santiago y a santa Teresa.
España siempre fue un país muy devoto de la Inmaculada Concepción. El 12 de agosto de 1617 el papa Pablo V publicó un decreto sobre la Inmaculada Concepción. En el siglo xviii, Carlos III le solicitó al papa que nombrase a la Santísima Virgen de la Inmaculada Concepción patrona de España y de sus territorios en las Indias. El papa Clemente XIII la proclamó patrona en 1760. Por ello, la Santísima Virgen de la Inmaculada sería también patrona de España. También es patrona de la Infantería Española, con motivo del Milagro de Empel de 1585.