Fundación de la Compañía de la Cruz
El 11 de octubre de 1874 comenzó a escribir su diario espiritual. Estos escritos recibirán el nombre de «Papeles de conciencia».
El 8 de diciembre de 1874 se consagró al Señor con votos perpetuos. Poco después quiso fundar una compañía para alcanzar la perfección espiritual, como comunicó al sacerdote Torres. Por ello, observaría la pobreza como un medio para acercarse a los pobres y llevarlos hasta Cristo.
Hay que hacerse pobre, con los pobres, para atraerlos a Cristo. […] Si para aconsejar a los pobres que sufren sin quejarse de los trabajos de la pobreza, es preciso llevarla, vivirla, ¡qué hermoso sería un instituto, que por amor a Dios abrazara la mayor pobreza, para de este modo ganar a los pobres y subirlos hasta Él! […] hay que contrarrestar el espíritu del mundo con este gran pensamiento, hacerse pobre con los pobres para llevarlos a Cristo.
Consideraba la Cruz como la cumbre más elevada de la perfección. También quería dar a conocer al mundo la Cruz de Cristo, ya que, como escribió una vez, "la enseñanza del Calvario no es nueva, pero está muy olvidada".
Consideraba su padre espiritual a san Francisco de Asís y quería alcanzar esos niveles de humildad ante Dios.
Contó que, en 1875, mientras iba por la calle Enladrillada rezando el rosario, se le había aparecido la Virgen María. Describió la aparición del siguiente modo:
Parecía suspendida en el aire, pero tan hermosa, y tan amable su rostro, que mi alma se vio llena de afectos amorosos, comprendiendo todo lo que esta poderosa reina hará para ayudar a la perfección de estas almas. Tuve que parar el rosario para gozarme de aquella belleza y prorrumpir en una porción de alabanzas que salían de mi corazón hacia esta bendita Señora. […] Yo la veo del tamaño de la Virgen del Buen Consejo que estaba en San Felipe, y una cara tan preciosa (porque esta imagen tenía una cara preciosa). ¡Ojalá que se encuentre una cara así para la de nuestro oratorio!.
A finales de junio de 1875 Torres le dijo a Ángela que convendría que dejase el taller para preparar mejor la nueva fundación, por lo que se despidió de sus compañeras. En un mes escribió las reglas. Ángela logró la adhesión de Josefa de la Peña, una terciaria franciscana con la que iba a visitar a los necesitados. A ellas se les unieron dos muchachas humildes: Juana María Castro y Juana Magadán. Con el dinero de Josefa Peña, aquel verano alquilaron un cuarto con derecho a cocina en el número 13 de la calle San Luis.
El 2 de agosto de 1875 las cuatro hermanas salieron de la calle San Luis para ir a la Iglesia del Convento de Santa Paula, donde asistieron a una misa oficiada por Torres, comulgaron y se consagraron a Dios en el amor y servicio a los pobres. De esta forma, quedó constituida la Compañía de la Cruz con sor Ángela de la Cruz, sor Josefa, Juana María Castro con el nombre religioso de sor Sacramento, y sor Juana.
Las monjas realizaban obras de caridad con los pobres y visitas a los necesitados.
El 1 de octubre se trasladaron a una casa alquilada, el número 8 de la calle Hombre de Piedra. La casa fue bendecida por el párroco de San Lorenzo, el beato Marcelo Spínola y Maestre. En la Navidad de 1875 el arzobispo Luis de la Lastra y Cuesta dispuso que se vistiesen con hábito para exteriorizar sus votos. Este fue diseñado por Santa Ángela: de color marrón, con un escapulario de la misma tela, un cordón como el de los franciscanos, toca blanca y, como calzado, simples alpargatas.
La siguiente en unirse fue sor Ana. 56 Posteriormente se unieron a la Compañía Luisa Padilla, de la alta sociedad sevillana y directora de un colegio, y una de sus discípulas, Concepción Fernández, que pasó a tener el nombre religioso de sor Pura. Una de las hermanas que se unió posteriormente fue sor Adelaida de Jesús, que se curó de una tuberculosis que podría haberla matado, atribuyendo esto a la intercesión de fray Diego José de Cádiz. Este milagro de sanación sirvió para beatificar a Diego José de Cádiz en 1894, por León XIII.
El 2 de febrero de 1876, Torres solicitó al arzobispado la aprobación de la Compañía de la Cruz, "una piadosa congregación de señoras". El arzobispo dio su aprobación el 5 de abril. En julio de 1876 la Santa Sede autorizó que celebrasen la misa y guardasen la Eucaristía en su casa de la Compañía de la Cruz y en cualquier otra que fundasen.
Ángela de la Cruz quería que la imagen de la Virgen María siempre tuviera flores. El convento tendría macetas de plantas con flores, pero solo para poder ponérselas a la Virgen María.
El marqués de Casa León y su esposa, vinculados a Torres, donaron a la Compañía una casa situada en la calle Lerena número 3, haciendo esquina con la plaza de San Martín. Ya se encontraban instaladas en este lugar el 1 de junio de 1876.61 Tras la desacralización de la Iglesia de Santa Lucía en 1868, la Virgen de la Salud fue trasladada a la Iglesia de San Julián. Torres consiguió que la Virgen de la Salud se trasladase a la casa de las hermanas de la Cruz.
El 11 de octubre de 1874 comenzó a escribir su diario espiritual. Estos escritos recibirán el nombre de «Papeles de conciencia».
El 8 de diciembre de 1874 se consagró al Señor con votos perpetuos. Poco después quiso fundar una compañía para alcanzar la perfección espiritual, como comunicó al sacerdote Torres. Por ello, observaría la pobreza como un medio para acercarse a los pobres y llevarlos hasta Cristo.
Hay que hacerse pobre, con los pobres, para atraerlos a Cristo. […] Si para aconsejar a los pobres que sufren sin quejarse de los trabajos de la pobreza, es preciso llevarla, vivirla, ¡qué hermoso sería un instituto, que por amor a Dios abrazara la mayor pobreza, para de este modo ganar a los pobres y subirlos hasta Él! […] hay que contrarrestar el espíritu del mundo con este gran pensamiento, hacerse pobre con los pobres para llevarlos a Cristo.
Consideraba la Cruz como la cumbre más elevada de la perfección. También quería dar a conocer al mundo la Cruz de Cristo, ya que, como escribió una vez, "la enseñanza del Calvario no es nueva, pero está muy olvidada".
Consideraba su padre espiritual a san Francisco de Asís y quería alcanzar esos niveles de humildad ante Dios.
Contó que, en 1875, mientras iba por la calle Enladrillada rezando el rosario, se le había aparecido la Virgen María. Describió la aparición del siguiente modo:
Parecía suspendida en el aire, pero tan hermosa, y tan amable su rostro, que mi alma se vio llena de afectos amorosos, comprendiendo todo lo que esta poderosa reina hará para ayudar a la perfección de estas almas. Tuve que parar el rosario para gozarme de aquella belleza y prorrumpir en una porción de alabanzas que salían de mi corazón hacia esta bendita Señora. […] Yo la veo del tamaño de la Virgen del Buen Consejo que estaba en San Felipe, y una cara tan preciosa (porque esta imagen tenía una cara preciosa). ¡Ojalá que se encuentre una cara así para la de nuestro oratorio!.
A finales de junio de 1875 Torres le dijo a Ángela que convendría que dejase el taller para preparar mejor la nueva fundación, por lo que se despidió de sus compañeras. En un mes escribió las reglas. Ángela logró la adhesión de Josefa de la Peña, una terciaria franciscana con la que iba a visitar a los necesitados. A ellas se les unieron dos muchachas humildes: Juana María Castro y Juana Magadán. Con el dinero de Josefa Peña, aquel verano alquilaron un cuarto con derecho a cocina en el número 13 de la calle San Luis.
El 2 de agosto de 1875 las cuatro hermanas salieron de la calle San Luis para ir a la Iglesia del Convento de Santa Paula, donde asistieron a una misa oficiada por Torres, comulgaron y se consagraron a Dios en el amor y servicio a los pobres. De esta forma, quedó constituida la Compañía de la Cruz con sor Ángela de la Cruz, sor Josefa, Juana María Castro con el nombre religioso de sor Sacramento, y sor Juana.
Las monjas realizaban obras de caridad con los pobres y visitas a los necesitados.
El 1 de octubre se trasladaron a una casa alquilada, el número 8 de la calle Hombre de Piedra. La casa fue bendecida por el párroco de San Lorenzo, el beato Marcelo Spínola y Maestre. En la Navidad de 1875 el arzobispo Luis de la Lastra y Cuesta dispuso que se vistiesen con hábito para exteriorizar sus votos. Este fue diseñado por Santa Ángela: de color marrón, con un escapulario de la misma tela, un cordón como el de los franciscanos, toca blanca y, como calzado, simples alpargatas.
La siguiente en unirse fue sor Ana. 56 Posteriormente se unieron a la Compañía Luisa Padilla, de la alta sociedad sevillana y directora de un colegio, y una de sus discípulas, Concepción Fernández, que pasó a tener el nombre religioso de sor Pura. Una de las hermanas que se unió posteriormente fue sor Adelaida de Jesús, que se curó de una tuberculosis que podría haberla matado, atribuyendo esto a la intercesión de fray Diego José de Cádiz. Este milagro de sanación sirvió para beatificar a Diego José de Cádiz en 1894, por León XIII.
El 2 de febrero de 1876, Torres solicitó al arzobispado la aprobación de la Compañía de la Cruz, "una piadosa congregación de señoras". El arzobispo dio su aprobación el 5 de abril. En julio de 1876 la Santa Sede autorizó que celebrasen la misa y guardasen la Eucaristía en su casa de la Compañía de la Cruz y en cualquier otra que fundasen.
Ángela de la Cruz quería que la imagen de la Virgen María siempre tuviera flores. El convento tendría macetas de plantas con flores, pero solo para poder ponérselas a la Virgen María.
El marqués de Casa León y su esposa, vinculados a Torres, donaron a la Compañía una casa situada en la calle Lerena número 3, haciendo esquina con la plaza de San Martín. Ya se encontraban instaladas en este lugar el 1 de junio de 1876.61 Tras la desacralización de la Iglesia de Santa Lucía en 1868, la Virgen de la Salud fue trasladada a la Iglesia de San Julián. Torres consiguió que la Virgen de la Salud se trasladase a la casa de las hermanas de la Cruz.