LOS SÍMBOLOS DE LA NAVIDAD
TRADICIONES: RIFA
Los lexicólogos no tienen claro cuál es el origen de esta palabra. Suponen que es de creación expresiva, porque no se le encuentran conexiones ni en las lenguas de origen latino ni en las anglogermánicas. Lo cierto es que como voz, pero sin ninguna relación de significado, esta palabra existe en árabe. La tenemos como nombre propio (Al-Rifa). Y muy cerca de él queda el Rif, nombre de una cordillera de Marruecos.
Es evidente que no tienen ninguna relación con la rifa. Sin embargo son dignos de tenerse en cuenta los otros significados de esta palabra: en terminología náutica se dice de una vela que se rompe o rasga, que se ha rifado. En este caso tiene visos de ser una onomatopeya. Pero es que el verbo rifar se usa también con el significado de pelearse, reñir o enemistarse con alguien. Y en la forma reflexiva rifarse (algo), significa disputar varias personas por quedarse con alguna cosa.
Pudiera ser que estas variantes polémicas de la rifa tengan que ver con la propia naturaleza de ésta, que en resumidas cuentas no es más que una técnica para adjudicar una cosa a uno de sus muchos pretendientes. El propio procedimiento se presta a la exaltación del ánimo y a la pelea; porque se trata de un juego en el que todos quieren ganar, como en todos los juegos, pero que arrastra mayor pasión porque en él se pone dinero.
En sustancia, y en su forma más elemental, consiste en vender una cantidad de billetes numerados, y colocar en un saco, una caja o un bombo tantos otros billetes o bolas, también numerados, como billetes se han emitido. Luego viene lo de "la mano inocente", que por lo visto nunca es lo bastante inocente para quien pierde, sobre todo si ha quedado a punto de ganar. Es posible que justo de ahí venga su significado de pelea. La constante mejora de los métodos de sorteo y el que se garantice su fiabilidad con la presencia de un notario, demuestra que el tema de por sí es (y tuvo que ser) una posible fuente de conflictos.
Para referirnos a la lotería usamos indistintamente este nombre y los de rifa y sorteo, porque han venido a ser los tres sinónimos. El de rifa ha quedado como más arcaico y popular; aunque sirve para denominar la lotería, se usa más bien para cuando se trata de premios en especie y para sorteos de poca entidad; el de lotería se usa como nombre de la institución; y puesto que se trata de un término aislado, sin familia léxica, el verbo que se emplea es sortear (y de ahí también el sustantivo sorteo), un cultismo obtenido del latín sors, sortis, que tiene su verbo sortior, sortiri, sortitus sum, que es sortear.
Lo más interesante que se puede decir de este grupo léxico es que pertenece a la familia de sero, sérere, que significa sembrar, por eso de que se hunden los números en la urna del sorteo. Y no es que el concepto de sorteo venga de suerte, sino exactamente al revés. Y eso ya en latín. A lo que nosotros llamamos suerte (buena o mala), ellos lo llamaban fortuna (buena o mala). Es decir que nos ha calado en el alma eso de que la vida es una tómbola (de tombolare, por referencia al bombo en que están los números), y de que todo depende de cómo nos vaya en ella el sorteo.
Volviendo a los fines benéficos de las rifas y loterías, conviene recordar que en 1658 se costeó el hospital general de París con cargo a la lotería nacional francesa. En España quiso aplicar Carlos III la misma idea, para lo cual instituyó la Beneficiata en 1763. Pero hubo que esperar medio siglo para que sus frutos revirtieran en la beneficencia. En 1808, el Hospital General de Madrid recibía una renta de 50.000 pesetas de la lotería nacional; la Inclusa (hospicio para niños abandonados), 25.000; el montepío de loteros, 26.000; las Arrepentidas de Santa María Egipcíaca, 7.500; y así algunas instituciones más. Pero no duró mucho esta fortuna. El ministerio de Hacienda, que de benéfico no tiene nada, se apropió definitivamente de las loterías, por considerarlas un medio más de recaudación.
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TRADICIONES: RIFA
Los lexicólogos no tienen claro cuál es el origen de esta palabra. Suponen que es de creación expresiva, porque no se le encuentran conexiones ni en las lenguas de origen latino ni en las anglogermánicas. Lo cierto es que como voz, pero sin ninguna relación de significado, esta palabra existe en árabe. La tenemos como nombre propio (Al-Rifa). Y muy cerca de él queda el Rif, nombre de una cordillera de Marruecos.
Es evidente que no tienen ninguna relación con la rifa. Sin embargo son dignos de tenerse en cuenta los otros significados de esta palabra: en terminología náutica se dice de una vela que se rompe o rasga, que se ha rifado. En este caso tiene visos de ser una onomatopeya. Pero es que el verbo rifar se usa también con el significado de pelearse, reñir o enemistarse con alguien. Y en la forma reflexiva rifarse (algo), significa disputar varias personas por quedarse con alguna cosa.
Pudiera ser que estas variantes polémicas de la rifa tengan que ver con la propia naturaleza de ésta, que en resumidas cuentas no es más que una técnica para adjudicar una cosa a uno de sus muchos pretendientes. El propio procedimiento se presta a la exaltación del ánimo y a la pelea; porque se trata de un juego en el que todos quieren ganar, como en todos los juegos, pero que arrastra mayor pasión porque en él se pone dinero.
En sustancia, y en su forma más elemental, consiste en vender una cantidad de billetes numerados, y colocar en un saco, una caja o un bombo tantos otros billetes o bolas, también numerados, como billetes se han emitido. Luego viene lo de "la mano inocente", que por lo visto nunca es lo bastante inocente para quien pierde, sobre todo si ha quedado a punto de ganar. Es posible que justo de ahí venga su significado de pelea. La constante mejora de los métodos de sorteo y el que se garantice su fiabilidad con la presencia de un notario, demuestra que el tema de por sí es (y tuvo que ser) una posible fuente de conflictos.
Para referirnos a la lotería usamos indistintamente este nombre y los de rifa y sorteo, porque han venido a ser los tres sinónimos. El de rifa ha quedado como más arcaico y popular; aunque sirve para denominar la lotería, se usa más bien para cuando se trata de premios en especie y para sorteos de poca entidad; el de lotería se usa como nombre de la institución; y puesto que se trata de un término aislado, sin familia léxica, el verbo que se emplea es sortear (y de ahí también el sustantivo sorteo), un cultismo obtenido del latín sors, sortis, que tiene su verbo sortior, sortiri, sortitus sum, que es sortear.
Lo más interesante que se puede decir de este grupo léxico es que pertenece a la familia de sero, sérere, que significa sembrar, por eso de que se hunden los números en la urna del sorteo. Y no es que el concepto de sorteo venga de suerte, sino exactamente al revés. Y eso ya en latín. A lo que nosotros llamamos suerte (buena o mala), ellos lo llamaban fortuna (buena o mala). Es decir que nos ha calado en el alma eso de que la vida es una tómbola (de tombolare, por referencia al bombo en que están los números), y de que todo depende de cómo nos vaya en ella el sorteo.
Volviendo a los fines benéficos de las rifas y loterías, conviene recordar que en 1658 se costeó el hospital general de París con cargo a la lotería nacional francesa. En España quiso aplicar Carlos III la misma idea, para lo cual instituyó la Beneficiata en 1763. Pero hubo que esperar medio siglo para que sus frutos revirtieran en la beneficencia. En 1808, el Hospital General de Madrid recibía una renta de 50.000 pesetas de la lotería nacional; la Inclusa (hospicio para niños abandonados), 25.000; el montepío de loteros, 26.000; las Arrepentidas de Santa María Egipcíaca, 7.500; y así algunas instituciones más. Pero no duró mucho esta fortuna. El ministerio de Hacienda, que de benéfico no tiene nada, se apropió definitivamente de las loterías, por considerarlas un medio más de recaudación.
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