Fin de su vida
Hacia el año 154 Policarpo viajó a Roma para discutir con el papa Aniceto acerca del método para determinar en qué día celebrar la Pascua de Resurrección. La tradición joánica de Esmirna seguía el calendario hebreo: se celebraba estrictamente el día 14 del mes de Nisán (cuartodecimanismo); sin embargo en Roma se celebraba un domingo cercano a esa fecha, también según una tradición muy arraigada. Los dos obispos no lograron llegar a un acuerdo definitivo pero se mantuvieron en buenos términos. Durante la estancia en Roma muchas personas se acercaron a conocerlo, porque había visto a los apóstoles: reporta Jerónimo que entonces el líder heterodoxo Marción le pidió sin éxito que avalara sus doctrinas.
En el año 155 Policarpo fue quemado en la hoguera y atravesado con una lanza por negarse a quemar incienso en adoración al Emperador romano Antonino Pío. Después de los Hechos de los Apóstoles, que describen la muerte de Esteban, el Martirio de Policarpo se considera uno de los primeros relatos genuinos de un martirio cristiano. El texto relata que los judíos buscaban impedir que la comunidad cristiana diera sepultura al cuerpo del mártir «no sea que esa gente cristiana abandonen a su Crucificado y empiecen a rendir culto a éste». El autor explica: «ni podremos abandonar jamás a Cristo … ni hemos de rendir culto a ninguno fuera de él. Porque a Cristo le adoramos como a Hijo de Dios que es; mas a los mártires les tributamos con toda justicia el homenaje de nuestro afecto como a discípulos e imitadores del Señor».
Finalmente los cristianos de Esmirna recogieron los huesos del mártir como reliquias para celebrar su martirio como un natalicio: «nos concederá el Señor celebrar el natalicio del martirio de Policarpo, para memoria de los que acabaron ya su combate y ejercicio y preparación de los que tienen aún que combatir». Su muerte en la hoguera fue un ejemplo evangelizador y motivador para los primeros cristianos.
Es venerado por las iglesias católica, ortodoxa y luterana.
Hacia el año 154 Policarpo viajó a Roma para discutir con el papa Aniceto acerca del método para determinar en qué día celebrar la Pascua de Resurrección. La tradición joánica de Esmirna seguía el calendario hebreo: se celebraba estrictamente el día 14 del mes de Nisán (cuartodecimanismo); sin embargo en Roma se celebraba un domingo cercano a esa fecha, también según una tradición muy arraigada. Los dos obispos no lograron llegar a un acuerdo definitivo pero se mantuvieron en buenos términos. Durante la estancia en Roma muchas personas se acercaron a conocerlo, porque había visto a los apóstoles: reporta Jerónimo que entonces el líder heterodoxo Marción le pidió sin éxito que avalara sus doctrinas.
En el año 155 Policarpo fue quemado en la hoguera y atravesado con una lanza por negarse a quemar incienso en adoración al Emperador romano Antonino Pío. Después de los Hechos de los Apóstoles, que describen la muerte de Esteban, el Martirio de Policarpo se considera uno de los primeros relatos genuinos de un martirio cristiano. El texto relata que los judíos buscaban impedir que la comunidad cristiana diera sepultura al cuerpo del mártir «no sea que esa gente cristiana abandonen a su Crucificado y empiecen a rendir culto a éste». El autor explica: «ni podremos abandonar jamás a Cristo … ni hemos de rendir culto a ninguno fuera de él. Porque a Cristo le adoramos como a Hijo de Dios que es; mas a los mártires les tributamos con toda justicia el homenaje de nuestro afecto como a discípulos e imitadores del Señor».
Finalmente los cristianos de Esmirna recogieron los huesos del mártir como reliquias para celebrar su martirio como un natalicio: «nos concederá el Señor celebrar el natalicio del martirio de Policarpo, para memoria de los que acabaron ya su combate y ejercicio y preparación de los que tienen aún que combatir». Su muerte en la hoguera fue un ejemplo evangelizador y motivador para los primeros cristianos.
Es venerado por las iglesias católica, ortodoxa y luterana.