Ofertas de luz y gas

ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: LÉXICO - LAS COSAS Y SUS NOMBRES - LA FRASE - EL REFRÁN...

LÉXICO - LAS COSAS Y SUS NOMBRES - LA FRASE - EL REFRÁN - FIESTAS

TEMAS DEL DIA EN EL ALMANAQUE

El Almanaque es un medio abierto a todas las opiniones. La opinión de los artículos es responsabilidad de sus autores

Buscador temático del Almanaque - EL ALMANAQUE dedica sus afanes a poner a tu alcance UNA PALABRA CADA DÍA. Por Mariano Arnal

HALLOWEEN - TODOS LOS SANTOS - DÍA DE DIFUNTOS https://www. elalmanaque. com/fiestas

EL NOMBRE DE LAS COSAS NOMINA RERUM ETIMOLOGIAS - ORIGEN DE LAS PALABRAS

LÉXICO: MEDICINA - EDUCACIÓN - RELIGIÓN - DERECHO-POLÍTICA - AMOR Y SEXO - ECOLOGÍA

LAS COSAS Y SUS NOMBRES - ORIGEN DE LA PALABRA

TALANTE

El talante, padre “biológico” del talento, ha acabado siendo su nieto adoptivo. En efecto, de la palabra griega talanton (tálanton; ac. pl. tálanta) se formó el latín talentum (ac. pl. talentos), y de ésta, las dos variantes talento y talante, que si bien tienen ambas larga historia en las lenguas románicas, esta segunda forma está en su uso y significado actualizado bajo sospecha de galicismo, porque es la misma y única forma talent (pronunciado talante) la que se ha constituido en variante de nuestro talento, que pronunciado a la francesa queda en talante.

El talento tiene hoy la gloria de lo genuino (de aquello con que se nace, de la cualidad innata), mientras el talante ha quedado relegado a la condición de actitud o voluntad sujeta a variación. En efecto, cualquier diccionario al uso nos define el talento como una cualidad innata de orden intelectual; al talante en cambio lo define como aire (esprit), modo de hacer, actitud. Así al talento se le coloca en el orden del ser, y al talante en el orden del estar. Existe el buen o el mal talante, igual que el buen o mal humor, pero no el buen o el mal talento.

Volvamos al origen de la palabra y del significado. El talanton (tálanton) griego es el platillo de la balanza, y metafóricamente su contenido, a lo que se pesa. De ahí que a las monedas más apreciadas (tan bien pesadas que constituían por sí mismas unidades de peso: 50 libras) se las llamó talentos (talanta (tálanta); en latín, talenta).

Hay que decir que a la hora de cuantificar el talento se le dio el máximo valor en el sistema monetario. En Atenas tenía un valor de 60 minas, que en moneda griega equivalían a 6.000 dracmas y en moneda romana a 24.000 sestercios. Y aún hubo un talentum magnum o maius que alcanzó el valor de 83 minas. De ahí que Plauto pudiera presentar en sus comedias personajes con gran talento, es decir de gran riqueza. Hay que dejar claro que ni la lengua latina ni la lengua griega van más allá en el significado de talento, es decir, que ni se acercan al valor actual de esta palabra.

¿De dónde le viene pues su significado y sobre todo su bifurcación en talento y talante? Pues miren por dónde, igual que “palabra” es un término evangélico derivado de parábola, nuestro talento y nuestro talante proceden también del Evangelio, precisamente de la PARÁBOLA DE LOS TALENTOS. Como ha sido arrumbada la cultura religiosa, transcribo íntegra la parábola, porque sin ella no se puede entender el significado que le dio el cristianismo a la palabra talento, y mucho menos su cristianísima derivación a su forma más humilde talante.

Es que exhibir talante en vez de talento es ya de por sí un acto de humildad, una renuncia explícita al talento, en el mejor estilo del tesoro de espiritualidad cristiana de Tomás de Kempis: De Contemptione sui ipsius et de Imitatione Christi = “Del Desprecio de sí mismo y de la Imitación de Cristo”.

Uno de los grandes manuales de cristiandad, dedicado todo él a ensalzar la virtud de la humildad y a proponer ejercicios para adquirirla en su más alto grado: Nolo, Dómine, sine vúlnere vívere, quia te úndique vídeo vulneratum, es una de sus máximas lapidarias. “No quiero, Señor, vivir sin herida, pues que te veo herido por doquier”. Se refería por supuesto a las heridas morales, a las humillaciones y a los ultrajes. En esta obra, el Ecce Homo es el modelo de humildad para el cristiano. Es que en nuestra cultura, a quien quiera parecer buena persona no le queda más remedio que abrevarse en el Evangelio, aunque no tenga la menor noticia de él. Para quienes están en ese caso, transcribo la parábola de los talentos a partir de la que se forjaron los significados de talento y sobre todo de talante.