Parroquias en O Incio (XVII)
martes, 19 de agosto de 2008
SAN EUFRASIO VARÓN APOSTÓLICO
Al intentar hacer un minúsculo resumen de la vida y obra del Patrón de Andújar y también de Sta. María de O Mao, uno se ve en la obligación de hablar algo acerca del Apóstol Santiago. Que según parece vino a predicar la palabra de su Maestro treinta y siete años después del nacimiento de este, ósea al os cuatro años de haber sido crucificado. A juzgar por las tesis de bastantes autores, tanto clásicos y lo mismo modernos, no obtuvo Santiago los resultados esperados en los primeros intentos de convertir a la fe católica a los nativos, solamente nueve hombres abandonaron sus paganas ideas para de inmediato abrazar la incipiente Religión Católica y convertirse en fervientes seguidores de su maestro. Estos futuros padre de la iglesia en la península Ibérica fueron Torcuato, Segundo, Indalecio, Teodoro, Atanasio, Exiquio, Tesifón, Cecilio y Eufrasio; todos ellos hallaron en las palabras y obras de su padre espiritual la verdadera fe que no dudaron en transmitir a todas las gentes que les escuchaban.
Con el regreso de Santiago a Jerusalén, en fechas muy confusas y que según las Tablas Cronológicas de Granada puedo haber sido hacia el año 42, le acompañan siete, quedándose Anastasio y Teodoro predicando por tierras de ¿Galicia? Y por las mismas fechas sufre el martirio el Patrón de España, trayendo sus restos mortales a nuestra tierra gallega los siete Barones Apostólicos que le habían acompañado.
Las misma fuentes afirman que fueron consagrados obispos en Roma por los Apóstoles San Pedro y San Pablo, e incluso se dice que fue en el año 44, pero en esto de los años no se ponen de acuerdo los machismos historiadores que aportaron y aportan sus teorías. Estos nuevos prelados (Eufrasio, Segundo, Torcuato, Indalecio, Cecilio, Tesifonte y Exiquio) arriban a las costas de Iberia por un lugar incierto, tal vez Cartagena o Almería para continuar a Guadix donde deciden separarse y continuar cada uno con su apostolado; A Baeza se marcha Texifón, Segundo a Vilchez; Torcuato se quedó en Guadix, Indalecio se fue a Uci, Cecilio a Illibris, Exiquio a Cazorla y Eufrasio a Illiturgi. Y fue por estas tierras donde predicó por sus plazas y calles durante doce años, acompañado de su inseparable Diácono Clero.
Hacia el año 57 Aloto legado del Emperador Nerón, ordenó prenderlos y darles tormento, con la finalidad de que abandonaran el Divino cometido que estaban desarrollando, todo ello fue inútil pues más aún se afianzaron en su fe, y en vista de ello son decapitados en la ciudad mencionada de Illiturgi actual Andújar, siendo sus cuerpos rescatados y guardados en lugares seguros por el gran número de creyentes, que cada día que pasaban aumentaban en crecido número. Más de quinientos años permaneció escondido por los cristianos el cuerpo de san Eufrasio; Hermenegildo nombrado por su padre el rey Leovigildo, duque de Andalucía, abrazó el cristianismo impulsado por san Leandro, que era obispo de Sevilla; pero fue con la conversión de los godos en el 589 cuando de una forma libre se comienza a construir templos y otros edificios religiosos y reinando Sisesbuto hacía el año 618 es edificado lo que sería un sencillo pero a su vez austero templo donde celosamente era custodiados los restos mortales del Obispo y Mártir San Eufrasio.
Con el eminente avance del ejército árabe beréber después de la encarnizada batalla de Guadalete en el año 711, muchos cristianos huyen hacía el norte peninsular, donde aún podían vivir sin verse sometidos al yugo de la media luna, y es, hacía el año 716 cuando son traídos a Galicia los restos de nuestro Mártir, posiblemente fueron frailes de algún incipiente cenobio que huyendo de los árabes traen a Samos tan preciadas reliquias, en donde los monjes deciden llevarlos aún lugar donde todavía estuviesen más seguros y fue en las tierras del valle de Mao, donde es de suponer que pocas gentes tenían conocimiento de ello a excepción de la comunidad de Samos, que cada 15 de mayo celebraban solemnes actos religiosos en su honor y fue el canónigo de la catedral de León D. Juan Caño, que era natural Andújar (Jaén), quien tuvo conocimiento de que el primer prelado de su lugar natal había sido Mártir cuyos restos habían sido traídos a una iglesia que estaba en el valle de Mao, jurisdicción del real monasterio de San Julián y Sta. Basilisa de Samos, hecho que comunica a la a curia y a las autoridades civiles de Andújar. Tales circunstancias influyen de una forma definitiva para que casi de inmediato se empiece a construir una nueva iglesia que años más tarde sería consagrada a San Eufrasio y solicitada una reliquia a la comunidad y abad de Samos, hecho en el que intercede el rey Felipe II mediante carta dada e n la Villa y Corte de Madrid el día 26 de enero de 1596; este y otros documentos solicitando que fuese concedida tal merced son entregados al Padre Fray Diego de Ledesma, abad de Samos por el monje de la misma orden Fray Mauro Torrones el día 25 de mayo de 1596. Una vez abierto el sepulcro son extraídos cuatro huesos, uno de mayor tamaño para la ciudad solicitante y otros tres más pequeños para el real monasterio del Escorial. El día 11 de mayo de 1597 la reliquia llega al convento de Nuestra Señora de la Victoria perteneciente a la orden religiosa de San Francisco de Paula, para quedar depositada definitivamente en la iglesia después de unos muy solemnes actos que se celebraron el día 18 del mismo mes y año; en cuanto a los tres huesecillos que fueron mandados al monasterio de san Lorenzo del Escorial, pocas noticias se tienen acerca de los mismos, pero es de suponer que fueron entregados a dicha comunidad religiosa para su custodia, quién los tiene en su poder.
Desde aquella ya lejana fecha de 1596 en que solemnemente fue abierto el enterramiento del Obispo Eufrasio, no consta documentalmente que se haya vuelto abrir, aunque de una forma escondida según afirma el Canónigo lucense D. Pedro López Rubín en su libro San Eufrasio Varón Apostólico, dice tener noticias de que un día en el mes de mayo del siglo pasado fue intento de ello por frailes de Samos, pero cuando ya habían levantada la enorme lápida que cubre dicho sepulcro desistieron al ver la tierra removida al mismo tiempo que salía un olor muy suave, siendo un presentimiento de que algo malo estaban haciendo.
martes, 19 de agosto de 2008
SAN EUFRASIO VARÓN APOSTÓLICO
Al intentar hacer un minúsculo resumen de la vida y obra del Patrón de Andújar y también de Sta. María de O Mao, uno se ve en la obligación de hablar algo acerca del Apóstol Santiago. Que según parece vino a predicar la palabra de su Maestro treinta y siete años después del nacimiento de este, ósea al os cuatro años de haber sido crucificado. A juzgar por las tesis de bastantes autores, tanto clásicos y lo mismo modernos, no obtuvo Santiago los resultados esperados en los primeros intentos de convertir a la fe católica a los nativos, solamente nueve hombres abandonaron sus paganas ideas para de inmediato abrazar la incipiente Religión Católica y convertirse en fervientes seguidores de su maestro. Estos futuros padre de la iglesia en la península Ibérica fueron Torcuato, Segundo, Indalecio, Teodoro, Atanasio, Exiquio, Tesifón, Cecilio y Eufrasio; todos ellos hallaron en las palabras y obras de su padre espiritual la verdadera fe que no dudaron en transmitir a todas las gentes que les escuchaban.
Con el regreso de Santiago a Jerusalén, en fechas muy confusas y que según las Tablas Cronológicas de Granada puedo haber sido hacia el año 42, le acompañan siete, quedándose Anastasio y Teodoro predicando por tierras de ¿Galicia? Y por las mismas fechas sufre el martirio el Patrón de España, trayendo sus restos mortales a nuestra tierra gallega los siete Barones Apostólicos que le habían acompañado.
Las misma fuentes afirman que fueron consagrados obispos en Roma por los Apóstoles San Pedro y San Pablo, e incluso se dice que fue en el año 44, pero en esto de los años no se ponen de acuerdo los machismos historiadores que aportaron y aportan sus teorías. Estos nuevos prelados (Eufrasio, Segundo, Torcuato, Indalecio, Cecilio, Tesifonte y Exiquio) arriban a las costas de Iberia por un lugar incierto, tal vez Cartagena o Almería para continuar a Guadix donde deciden separarse y continuar cada uno con su apostolado; A Baeza se marcha Texifón, Segundo a Vilchez; Torcuato se quedó en Guadix, Indalecio se fue a Uci, Cecilio a Illibris, Exiquio a Cazorla y Eufrasio a Illiturgi. Y fue por estas tierras donde predicó por sus plazas y calles durante doce años, acompañado de su inseparable Diácono Clero.
Hacia el año 57 Aloto legado del Emperador Nerón, ordenó prenderlos y darles tormento, con la finalidad de que abandonaran el Divino cometido que estaban desarrollando, todo ello fue inútil pues más aún se afianzaron en su fe, y en vista de ello son decapitados en la ciudad mencionada de Illiturgi actual Andújar, siendo sus cuerpos rescatados y guardados en lugares seguros por el gran número de creyentes, que cada día que pasaban aumentaban en crecido número. Más de quinientos años permaneció escondido por los cristianos el cuerpo de san Eufrasio; Hermenegildo nombrado por su padre el rey Leovigildo, duque de Andalucía, abrazó el cristianismo impulsado por san Leandro, que era obispo de Sevilla; pero fue con la conversión de los godos en el 589 cuando de una forma libre se comienza a construir templos y otros edificios religiosos y reinando Sisesbuto hacía el año 618 es edificado lo que sería un sencillo pero a su vez austero templo donde celosamente era custodiados los restos mortales del Obispo y Mártir San Eufrasio.
Con el eminente avance del ejército árabe beréber después de la encarnizada batalla de Guadalete en el año 711, muchos cristianos huyen hacía el norte peninsular, donde aún podían vivir sin verse sometidos al yugo de la media luna, y es, hacía el año 716 cuando son traídos a Galicia los restos de nuestro Mártir, posiblemente fueron frailes de algún incipiente cenobio que huyendo de los árabes traen a Samos tan preciadas reliquias, en donde los monjes deciden llevarlos aún lugar donde todavía estuviesen más seguros y fue en las tierras del valle de Mao, donde es de suponer que pocas gentes tenían conocimiento de ello a excepción de la comunidad de Samos, que cada 15 de mayo celebraban solemnes actos religiosos en su honor y fue el canónigo de la catedral de León D. Juan Caño, que era natural Andújar (Jaén), quien tuvo conocimiento de que el primer prelado de su lugar natal había sido Mártir cuyos restos habían sido traídos a una iglesia que estaba en el valle de Mao, jurisdicción del real monasterio de San Julián y Sta. Basilisa de Samos, hecho que comunica a la a curia y a las autoridades civiles de Andújar. Tales circunstancias influyen de una forma definitiva para que casi de inmediato se empiece a construir una nueva iglesia que años más tarde sería consagrada a San Eufrasio y solicitada una reliquia a la comunidad y abad de Samos, hecho en el que intercede el rey Felipe II mediante carta dada e n la Villa y Corte de Madrid el día 26 de enero de 1596; este y otros documentos solicitando que fuese concedida tal merced son entregados al Padre Fray Diego de Ledesma, abad de Samos por el monje de la misma orden Fray Mauro Torrones el día 25 de mayo de 1596. Una vez abierto el sepulcro son extraídos cuatro huesos, uno de mayor tamaño para la ciudad solicitante y otros tres más pequeños para el real monasterio del Escorial. El día 11 de mayo de 1597 la reliquia llega al convento de Nuestra Señora de la Victoria perteneciente a la orden religiosa de San Francisco de Paula, para quedar depositada definitivamente en la iglesia después de unos muy solemnes actos que se celebraron el día 18 del mismo mes y año; en cuanto a los tres huesecillos que fueron mandados al monasterio de san Lorenzo del Escorial, pocas noticias se tienen acerca de los mismos, pero es de suponer que fueron entregados a dicha comunidad religiosa para su custodia, quién los tiene en su poder.
Desde aquella ya lejana fecha de 1596 en que solemnemente fue abierto el enterramiento del Obispo Eufrasio, no consta documentalmente que se haya vuelto abrir, aunque de una forma escondida según afirma el Canónigo lucense D. Pedro López Rubín en su libro San Eufrasio Varón Apostólico, dice tener noticias de que un día en el mes de mayo del siglo pasado fue intento de ello por frailes de Samos, pero cuando ya habían levantada la enorme lápida que cubre dicho sepulcro desistieron al ver la tierra removida al mismo tiempo que salía un olor muy suave, siendo un presentimiento de que algo malo estaban haciendo.