Nacimiento del Scrabble
Los Brunot decidieron que el juego necesitaba pequeñas modificaciones, por lo que reorganizaron la distribución de casillas con premio y simplificaron las reglas, que resultaban demasiado largas y complejas. Al mismo tiempo, empezaron a pensar en un nuevo nombre y solicitaron una patente, que se les concedió el 1 de diciembre de 1948. Pocos días después, tras largas consideraciones, decidieron llamar Scrabble al juego (esa palabra ya existía en inglés) y consiguieron registrarlo el 16 de diciembre de 1948.
Los Brunot empezaron vendiendo el juego en el salón de su casa de Newtown, en Connecticut. Brunot compraba las piezas para fabricar el juego y las montaba con ayuda de su esposa. Al principio, solo fabricaban 18 unidades diarias, debido al trabajoso proceso de estampar las letras en las fichas de madera una por una.
Durante 1949, el primer año de producción del juego por parte de los Brunot, montaron y vendieron 2251 juegos, teniendo un déficit de US$ 450. En los años siguientes, continuaron luchando y trabajando duro para comercializar el juego. En 1952 siguió la tendencia deficitaria, por lo que empezaron a pensar en abandonar el proyecto y Brunot se tomó unas vacaciones para considerar el futuro de su empresa.
Al volver, se encontró con una sorpresa: una avalancha de pedidos, debido a que los que lo habían adquirido lo recomendaban a sus amigos y conocidos. Había llegado el momento de trasladarse a un local más grande, así que se mudaron a un colegio abandonado cercano a su casa de Connecticut. En el último trimestre de 1952 se vendieron 37 000 unidades de Scrabble. Fue también en el año 1952 cuando Jack Strauss, el presidente de Macy's de Nueva York —los grandes almacenes más importantes del mundo—, aprendió a jugar a Scrabble durante sus vacaciones.
El juego le entusiasmó de tal manera que al volver a Nueva York pidió a su Departamento de Juegos que le mandaran unas cuantas unidades. No existen testimonios de cómo sucedió todo, pero el hecho es que su Departamento de Juegos tuvo que confesar que no vendían Scrabble. Macy's no solo empezó a vender Scrabble, sino que apoyó una campaña de promoción del juego que cautivó a miles de personas.
Los Brunot decidieron que el juego necesitaba pequeñas modificaciones, por lo que reorganizaron la distribución de casillas con premio y simplificaron las reglas, que resultaban demasiado largas y complejas. Al mismo tiempo, empezaron a pensar en un nuevo nombre y solicitaron una patente, que se les concedió el 1 de diciembre de 1948. Pocos días después, tras largas consideraciones, decidieron llamar Scrabble al juego (esa palabra ya existía en inglés) y consiguieron registrarlo el 16 de diciembre de 1948.
Los Brunot empezaron vendiendo el juego en el salón de su casa de Newtown, en Connecticut. Brunot compraba las piezas para fabricar el juego y las montaba con ayuda de su esposa. Al principio, solo fabricaban 18 unidades diarias, debido al trabajoso proceso de estampar las letras en las fichas de madera una por una.
Durante 1949, el primer año de producción del juego por parte de los Brunot, montaron y vendieron 2251 juegos, teniendo un déficit de US$ 450. En los años siguientes, continuaron luchando y trabajando duro para comercializar el juego. En 1952 siguió la tendencia deficitaria, por lo que empezaron a pensar en abandonar el proyecto y Brunot se tomó unas vacaciones para considerar el futuro de su empresa.
Al volver, se encontró con una sorpresa: una avalancha de pedidos, debido a que los que lo habían adquirido lo recomendaban a sus amigos y conocidos. Había llegado el momento de trasladarse a un local más grande, así que se mudaron a un colegio abandonado cercano a su casa de Connecticut. En el último trimestre de 1952 se vendieron 37 000 unidades de Scrabble. Fue también en el año 1952 cuando Jack Strauss, el presidente de Macy's de Nueva York —los grandes almacenes más importantes del mundo—, aprendió a jugar a Scrabble durante sus vacaciones.
El juego le entusiasmó de tal manera que al volver a Nueva York pidió a su Departamento de Juegos que le mandaran unas cuantas unidades. No existen testimonios de cómo sucedió todo, pero el hecho es que su Departamento de Juegos tuvo que confesar que no vendían Scrabble. Macy's no solo empezó a vender Scrabble, sino que apoyó una campaña de promoción del juego que cautivó a miles de personas.