Biografía
Véase también: Rebelión de Hermenegildo
Ya a muy temprana edad, Hermenegildo y su hermano menor Recaredo, fueron asociados al trono paterno (como antes su tío Liuva I había asociado al trono a su hermano Leovigildo). Formado bajo la influencia de san Leandro de Sevilla, que algunos hacen hermano de su madre, toda vez que los matrimonios mixtos eran prohibidos, a los quince años de edad contrajo matrimonio con la princesa católica franca Ingunda, hija de Sigeberto I y Brunegilda, en un intento de estrechar las relaciones iniciadas por el primer matrimonio de su padre. Enviado como gobernador a la provincia de Bética tras su matrimonio, la influencia de su esposa y de Leandro, lo llevaron a la conversión rápidamente.
Los problemas políticos que una conversión en la sucesión real podía ocasionar y las sospechosas relaciones diplomáticas de Hermenegildo con el gobernador bizantino de la vecina provincia de Spania provocaron una creciente tensión en las relaciones con su padre. La dificultad existente entre católicos y arrianos se vio endurecida por la intransigencia de la esposa de Leovigildo, Goswinta.
El conflicto armado comenzó en el año 581, y se prolongó hasta 584 (si bien Leovigildo se abocó a él con poca fuerza al principio, pues se encontraba ocupado en el norte). Hermenegildo, que contaba con el apoyo de los bizantinos que operaban desde Cartagena, se vio tácticamente en inferioridad cuando los bizantinos pactaron una alianza con Leovigildo por la cifra de 30.000 solidi de oro.
Leovigildo quiso poner fin a las rebeliones, subyugó la resistencia de Mérida y Cáceres y cortó el paso a los suevos del Rey Miro, el cual quería ayudar a los católicos, pero luego entabló amistad con Leovigildo y regresó a su casa, muriendo días más tarde. Entonces Hermenegildo va refugiándose en una serie de fortalezas y castillos que, uno tras otro, son conquistados por las tropas arrianas de su padre. Finalmente llega a Sevilla, donde se instala en su residencia con su mujer, pero al aproximarse las tropas de su padre y teniendo la fortaleza de Osset cercana decide dirigirse allí para apostarse. En 583 fue sitiado en el Castillo de Osset, que se encontraba donde las actuales murallas de San Juan de Aznalfarache, a las puertas de Sevilla. Tras un asedio de más de un año la fortaleza fue derrotada y Hermenegildo debe escapar hacia Córdoba donde pide refugio en una iglesia en el 584.
Su hermano Recaredo, en el nombre de su padre Leovigildo, ofrece a Hermenegildo conservar su vida a cambio de entregarse. Una vez arrestado es trasladado a Sevilla y posteriormente a Valencia. El rey de los francos austrasianos Childeberto II, hermano de su esposa, quiso ayudarle invadiendo la Galia Narbonense. Ante esto, Hermenegildo huye de la cárcel para unirse al ejército franco pero es apresado y será encarcelado en Tarragona.
La esposa de Hermenegildo, después de ser utilizada en conflictos entre el Imperio Bizantino y los reinos francos, escapó a África con su hijo aún lactante, optando por huir a Roma, y pidió asilo en Constantinopla al emperador Mauricio de Bizancio, pero murió en algún punto del trayecto a la capital bizantina, en Sicilia, en 584. Su hijo Atanagildo fue entregado por orden de Mauricio a la madre de ella, con la oposición del propio Leovigildo.
Los principales especialistas en la historia de la Hispania visigoda, como E. A. Thompson, José Orlandis o Luis A. García Moreno, no consideran que la conversión de Hermenegildo fuera la verdadera causa de la revuelta, sino más bien una excusa para ella. Se apoyan para esto en la tolerancia religiosa exhibida durante el reinado de Leovigildo y en los distintos intentos diplomáticos efectuados antes del inicio del conflicto. Más aún, incluso después de la conversión de los visigodos al catolicismo con Recaredo, los cronistas y actas conciliares hacen nula mención de Hermenegildo, su revuelta o su heroísmo, lo cual parece indicar que los visigodos católicos lo consideraban sólo un rebelde y no un mártir.
Aunque no se conservan testimonios independientes del hecho, los Dialogi de Gregorio I aseguran que Hermenegildo rechazó la oferta de perdón de su padre por fidelidad a la fe católica y que fue decapitado por su carcelero, Sisberto, tras negarse a recibir la sagrada comunión de manos de un obispo arriano el día de Pascua de 585. Mucho menos favorable a Hermenegildo es la opinión del historiador franco Gregorio de Tours, muy bien informado del mundo visigodo, quien considera una grave falta que un hijo se alce contra su padre, aunque este sea arriano.
A instancias del rey Felipe II de España, Sixto V lo canonizó en el milésimo aniversario de su muerte. El año siguiente, a petición del rey y por mediación del obispo de Vich Juan Antonio de Cardona, las monjas del Monasterio de Sijena cedieron la cabeza de san Hermenegildo, que custodiaban como reliquia desde que en el siglo XII se la entregara la fundadora del convento Sancha de Aragón, al recién construido Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, donde todavía se conserva. Junto a San Fernando es el santo patrono de la monarquía española.
Véase también: Rebelión de Hermenegildo
Ya a muy temprana edad, Hermenegildo y su hermano menor Recaredo, fueron asociados al trono paterno (como antes su tío Liuva I había asociado al trono a su hermano Leovigildo). Formado bajo la influencia de san Leandro de Sevilla, que algunos hacen hermano de su madre, toda vez que los matrimonios mixtos eran prohibidos, a los quince años de edad contrajo matrimonio con la princesa católica franca Ingunda, hija de Sigeberto I y Brunegilda, en un intento de estrechar las relaciones iniciadas por el primer matrimonio de su padre. Enviado como gobernador a la provincia de Bética tras su matrimonio, la influencia de su esposa y de Leandro, lo llevaron a la conversión rápidamente.
Los problemas políticos que una conversión en la sucesión real podía ocasionar y las sospechosas relaciones diplomáticas de Hermenegildo con el gobernador bizantino de la vecina provincia de Spania provocaron una creciente tensión en las relaciones con su padre. La dificultad existente entre católicos y arrianos se vio endurecida por la intransigencia de la esposa de Leovigildo, Goswinta.
El conflicto armado comenzó en el año 581, y se prolongó hasta 584 (si bien Leovigildo se abocó a él con poca fuerza al principio, pues se encontraba ocupado en el norte). Hermenegildo, que contaba con el apoyo de los bizantinos que operaban desde Cartagena, se vio tácticamente en inferioridad cuando los bizantinos pactaron una alianza con Leovigildo por la cifra de 30.000 solidi de oro.
Leovigildo quiso poner fin a las rebeliones, subyugó la resistencia de Mérida y Cáceres y cortó el paso a los suevos del Rey Miro, el cual quería ayudar a los católicos, pero luego entabló amistad con Leovigildo y regresó a su casa, muriendo días más tarde. Entonces Hermenegildo va refugiándose en una serie de fortalezas y castillos que, uno tras otro, son conquistados por las tropas arrianas de su padre. Finalmente llega a Sevilla, donde se instala en su residencia con su mujer, pero al aproximarse las tropas de su padre y teniendo la fortaleza de Osset cercana decide dirigirse allí para apostarse. En 583 fue sitiado en el Castillo de Osset, que se encontraba donde las actuales murallas de San Juan de Aznalfarache, a las puertas de Sevilla. Tras un asedio de más de un año la fortaleza fue derrotada y Hermenegildo debe escapar hacia Córdoba donde pide refugio en una iglesia en el 584.
Su hermano Recaredo, en el nombre de su padre Leovigildo, ofrece a Hermenegildo conservar su vida a cambio de entregarse. Una vez arrestado es trasladado a Sevilla y posteriormente a Valencia. El rey de los francos austrasianos Childeberto II, hermano de su esposa, quiso ayudarle invadiendo la Galia Narbonense. Ante esto, Hermenegildo huye de la cárcel para unirse al ejército franco pero es apresado y será encarcelado en Tarragona.
La esposa de Hermenegildo, después de ser utilizada en conflictos entre el Imperio Bizantino y los reinos francos, escapó a África con su hijo aún lactante, optando por huir a Roma, y pidió asilo en Constantinopla al emperador Mauricio de Bizancio, pero murió en algún punto del trayecto a la capital bizantina, en Sicilia, en 584. Su hijo Atanagildo fue entregado por orden de Mauricio a la madre de ella, con la oposición del propio Leovigildo.
Los principales especialistas en la historia de la Hispania visigoda, como E. A. Thompson, José Orlandis o Luis A. García Moreno, no consideran que la conversión de Hermenegildo fuera la verdadera causa de la revuelta, sino más bien una excusa para ella. Se apoyan para esto en la tolerancia religiosa exhibida durante el reinado de Leovigildo y en los distintos intentos diplomáticos efectuados antes del inicio del conflicto. Más aún, incluso después de la conversión de los visigodos al catolicismo con Recaredo, los cronistas y actas conciliares hacen nula mención de Hermenegildo, su revuelta o su heroísmo, lo cual parece indicar que los visigodos católicos lo consideraban sólo un rebelde y no un mártir.
Aunque no se conservan testimonios independientes del hecho, los Dialogi de Gregorio I aseguran que Hermenegildo rechazó la oferta de perdón de su padre por fidelidad a la fe católica y que fue decapitado por su carcelero, Sisberto, tras negarse a recibir la sagrada comunión de manos de un obispo arriano el día de Pascua de 585. Mucho menos favorable a Hermenegildo es la opinión del historiador franco Gregorio de Tours, muy bien informado del mundo visigodo, quien considera una grave falta que un hijo se alce contra su padre, aunque este sea arriano.
A instancias del rey Felipe II de España, Sixto V lo canonizó en el milésimo aniversario de su muerte. El año siguiente, a petición del rey y por mediación del obispo de Vich Juan Antonio de Cardona, las monjas del Monasterio de Sijena cedieron la cabeza de san Hermenegildo, que custodiaban como reliquia desde que en el siglo XII se la entregara la fundadora del convento Sancha de Aragón, al recién construido Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, donde todavía se conserva. Junto a San Fernando es el santo patrono de la monarquía española.