OFERTA LUZ: 5 Cts/kWh

ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Argumento ontológico...

Argumento ontológico

Artículo principal: Argumento ontológico

El argumento ontológico de san Anselmo, que tantas reacciones ha provocado, establece:

Ergo Domine, qui das fidei intellectum, da mihi, ut, quantum scis expedire, intelligam, quia es sicut credimus, et hoc es quod credimus. Et quidem credimus te esse aliquid quo nihil maius cogitari possit. An ergo non est aliqua talis natura, quia "dixit insipiens in corde suo: non est Deus"? [...] Si enim vel in solo intellectu est, potest cogitari esse et in re; quod maius est. Si ergo id quo maius cogitari non potest, est in solo intellectu: id ipsum quo maius cogitari non potest, est quo maius cogitari potest. Sed certe hoc esse non potest. Existit ergo procul dubio aliquid quo maius cogitari non valet, et in intellectu et in re.

Luego Señor, tú que das el entendimiento a la fe, dame de entender, tanto como consideres bueno, que tú eres como creemos y lo que creemos. Y bien, creemos que tú eres algo mayor que lo cual no puede pensarse cosa alguna. Ahora, ¿acaso no existe esta naturaleza, porque "dijo el necio en su corazón: no hay Dios"? [...] Si existe sólo en la mente, no se cree que exista en la realidad; El más grande. Por lo tanto, si aquello de lo que no se puede concebir un mayor existe sólo en el entendimiento, eso mismo de lo que no se puede concebir un mayor es aquello que no se puede concebir nada mayor. Pero obviamente esto no es posible. Existe, por tanto, más allá de toda duda, algo que no se puede pensar más grande que existe tanto en el entendimiento como en la realidad.

Anselmo de Canterbury, inicio del argumento ontológico para probar la existencia de Dios.
Proslogio, capítulo II (1078). La frase entrecomillada es una cita bíblica (Salmos 13:1).

Si Dios no es el Ser Más Perfecto en realidad, entonces otro ser sería superior en la mente y en la realidad, y eso no puede ser posible; Cómo puede ser concebible que el ser más grande en la mente no sea el ser más grande en la realidad.

Para poder explicar en términos racionales algo necesariamente tengo que conocer su esencia ya qué la verdad radica en proferir las cosas por su esencia, pero si no se tiene la esencia de algo poco o nada se puede decir de ello. Puede pensarse, con toda propiedad, que el unicornio, un arco iris, una maceta de oro no existen porque es una invención mental humana y no son aquellos de los que nada más grande se puede pensar. Esas ideas mencionadas se pueden transformar puesto que su existencia yace en nuestra mente. Por ejemplo, para no ser tan oscuro, un unicornio, si a mí me gusta, lo puedo pintar de rojo o verde, porque su existencia no es necesaria, pero la existencia de un ser necesario es inmanente e inmutable, por lo tanto nada de él se puede cambiar o transformar. Se puede pensar algo más grande que un unicornio, por supuesto, pero no se puede pensar algo más grande que Dios, es decir, Dios debe ser un ser perfecto en la mente y en la realidad porque de lo contrario otro ser más grande será capaz de ser el más grande en la mente y en Realidad y eso no es posible. Podemos, mediante las facultades intelectuales que tenemos los seres humanos, ser capaces de crear ideas las cuales clasificamos con el fin de hacerlas inteligibles, todo ello lo podemos, pero hay algo de Dios, a saber, su ente, y no podemos debido a nuestra naturaleza imperfecta y nuestra limitación, adquirir un conocimiento total del el ente de Dios. Eso, en términos racionales y teológicos, es quimérico para un mortal. Por lo tanto, nada de lo que deliberamos en términos terrenales puede asemejarse a la grandeza de Dios. Se puede llegar a él, sí, pero de una forma indirecta, la vía-negativa por ejemplo. Entonces, se deduce que un unicornio puede ser pensado como no existente porque no es necesario, pero Dios no se puede pensar como no existente porque él es la esencia en virtud de la cual nuestra existencia subsiste. Aquí, después de dar una explicación elemental, se puede sintetizar la realidad mística, racionalista, y teológica de San Anselmo.