LÉXICO - LAS COSAS Y SUS NOMBRES - LA FRASE - EL REFRÁN - FIESTAS
TEMAS DEL DIA EN EL ALMANAQUE
El Almanaque es un medio abierto a todas las opiniones. La opinión de los artículos es responsabilidad de sus autores
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HALLOWEEN - TODOS LOS SANTOS - DÍA DE DIFUNTOS https://www. elalmanaque. com/fiestas
EL NOMBRE DE LAS COSAS NOMINA RERUM ETIMOLOGIAS - ORIGEN DE LAS PALABRAS
LÉXICO: MEDICINA - EDUCACIÓN - RELIGIÓN - DERECHO-POLÍTICA - AMOR Y SEXO - ECOLOGÍA
LÉXICO - LA PALABRA DEL DIA
UNA FRASE: "Llegará un día cuando nuestro silencio será más poderoso que las voces que Uds. hoy estrangulan."
Esas fueron las últimas palabras de August Spies el 11 de noviembre de 1887, cuando el verdugo apretaba el nudo—asesinándolo junto a otros tres camaradas obreros por la burguesía de E. U. por haber organizado la clase obrera de Chicago, y de todo EE. UU., para luchar por la jornada de trabajo de 8 horas.
El REFRÁN: TRABAJO TIENE LA ZORRA, CUANDO ANDA A GRILLOS
Ese es el significado auténtico de trabajar, pasárselo mal, estar apurado.
LA PALABRA DEL DIA: TRABAJO
Estamos ante una de las grandes palabras en torno a las que se mueven las esencias ideológicas y reales de la humanidad; es una palabra testigo. Seguirla a lo largo de la historia es conocer la esencia y la existencia en cada momento no sólo del trabajo, sino de la propia esencia y existencia de la humanidad. Es que estamos amasados de trabajo, como muy bien dicen la vigente mitología (la prehistoria oficial) y la historia. Pero el trabajo ni siempre se llamó como se llama actualmente, ni fue como es ahora.
Centro mi interés en dos hechos: el de que a día de hoy, y desde hace pocas décadas, se ha reducido a trabajo (es decir, se ha asalariado) casi toda actividad de todo género, incluida la de los más altos ejecutivos, como consecuencia de las enormes ventajas que han conseguido los asalariados gracias a la lucha de clases; y en consecuencia ha pasado a llamarse trabajo prácticamente todo, incluidas las actividades de los niños en la guardería, y ¡cómo no!, en el colegio.
El otro hecho destacable es que el día uno de mayo se ha convertido por consiguiente en la fiesta de todos los que cobran sueldo: desde el director general, hasta el último peón. Pero lo más sorprendente, por lo que tendríamos que felicitarnos, es que ha sido tan espectacular la mejora de las condiciones del trabajo en estos decenios, que (aparte los últimos retrocesos debidos al derrumbe del muro de Berlín y lo que arrastró consigo) no se corresponde el significado auténtico del nombre del trabajo con la realidad actual; ni en la forma hispana "trabajo", que a decir de los etimologistas procede de tripallium, una máquina de tormento al parecer formada por tres palos (cuando se creó esta palabra, la tortura era un modo cultural propio de la época para castigar a quien no cumplía con su deber); ni se corresponde tampoco con la forma propiamente latina, labor, que dará lugar a las denominaciones cultas del trabajo. Labor es, en efecto, la sustantivación de un verbo que significa caer, resbalar, perderse, arruinarse. No hay más que fijarse en su otra sustantivación, lapsus, que significa entre otras cosas, desgraciado, desvalido, necesitado. Piénsese en el relapso.
Lo más digno de destacar desde el punto de vista léxico, es que por obra y gracia de esta extraordinaria dignificación del trabajador (obrero se le llamaba; ¿era por la obra?; y cediendo al cultismo, operario), todos quisieron llamarse obreros y trabajadores.
El jefe del estado era, claro está, el primer obrero del país, y como tal loado, agasajado y condecorado. Era el primer servidor del pueblo; vamos, el servus servorum. De él para abajo se construía ya toda la jerarquía del trabajo: los trabajadores de la política, los trabajadores de la gestión empresarial, los trabajadores de las distintas técnicas e ingenierías, los trabajadores de la medicina, los trabajadores de la enseñanza, los trabajadores de la justicia (así se llaman desde el conserje hasta el más alto magistrado) y en el último escalafón los trabajadores de la hoz, los del campo, y los del martillo, es decir los de la industria, aquellos de quienes irradiaba la dignidad a los más dignos trabajadores del sistema. Y no fue baladí este bautismo obrero, porque como todo sacramento, infundió su gracia santificante, de manera que actividades que antes tuvieron otro sello (no en vano se llamaban "profesiones liberales") quedaron impregnadas de obrerismo; y las hubo que, dando un salto atrás en la historia, se sumergieron incluso en el servilismo.
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UNA FRASE: "Llegará un día cuando nuestro silencio será más poderoso que las voces que Uds. hoy estrangulan."
Esas fueron las últimas palabras de August Spies el 11 de noviembre de 1887, cuando el verdugo apretaba el nudo—asesinándolo junto a otros tres camaradas obreros por la burguesía de E. U. por haber organizado la clase obrera de Chicago, y de todo EE. UU., para luchar por la jornada de trabajo de 8 horas.
El REFRÁN: TRABAJO TIENE LA ZORRA, CUANDO ANDA A GRILLOS
Ese es el significado auténtico de trabajar, pasárselo mal, estar apurado.
LA PALABRA DEL DIA: TRABAJO
Estamos ante una de las grandes palabras en torno a las que se mueven las esencias ideológicas y reales de la humanidad; es una palabra testigo. Seguirla a lo largo de la historia es conocer la esencia y la existencia en cada momento no sólo del trabajo, sino de la propia esencia y existencia de la humanidad. Es que estamos amasados de trabajo, como muy bien dicen la vigente mitología (la prehistoria oficial) y la historia. Pero el trabajo ni siempre se llamó como se llama actualmente, ni fue como es ahora.
Centro mi interés en dos hechos: el de que a día de hoy, y desde hace pocas décadas, se ha reducido a trabajo (es decir, se ha asalariado) casi toda actividad de todo género, incluida la de los más altos ejecutivos, como consecuencia de las enormes ventajas que han conseguido los asalariados gracias a la lucha de clases; y en consecuencia ha pasado a llamarse trabajo prácticamente todo, incluidas las actividades de los niños en la guardería, y ¡cómo no!, en el colegio.
El otro hecho destacable es que el día uno de mayo se ha convertido por consiguiente en la fiesta de todos los que cobran sueldo: desde el director general, hasta el último peón. Pero lo más sorprendente, por lo que tendríamos que felicitarnos, es que ha sido tan espectacular la mejora de las condiciones del trabajo en estos decenios, que (aparte los últimos retrocesos debidos al derrumbe del muro de Berlín y lo que arrastró consigo) no se corresponde el significado auténtico del nombre del trabajo con la realidad actual; ni en la forma hispana "trabajo", que a decir de los etimologistas procede de tripallium, una máquina de tormento al parecer formada por tres palos (cuando se creó esta palabra, la tortura era un modo cultural propio de la época para castigar a quien no cumplía con su deber); ni se corresponde tampoco con la forma propiamente latina, labor, que dará lugar a las denominaciones cultas del trabajo. Labor es, en efecto, la sustantivación de un verbo que significa caer, resbalar, perderse, arruinarse. No hay más que fijarse en su otra sustantivación, lapsus, que significa entre otras cosas, desgraciado, desvalido, necesitado. Piénsese en el relapso.
Lo más digno de destacar desde el punto de vista léxico, es que por obra y gracia de esta extraordinaria dignificación del trabajador (obrero se le llamaba; ¿era por la obra?; y cediendo al cultismo, operario), todos quisieron llamarse obreros y trabajadores.
El jefe del estado era, claro está, el primer obrero del país, y como tal loado, agasajado y condecorado. Era el primer servidor del pueblo; vamos, el servus servorum. De él para abajo se construía ya toda la jerarquía del trabajo: los trabajadores de la política, los trabajadores de la gestión empresarial, los trabajadores de las distintas técnicas e ingenierías, los trabajadores de la medicina, los trabajadores de la enseñanza, los trabajadores de la justicia (así se llaman desde el conserje hasta el más alto magistrado) y en el último escalafón los trabajadores de la hoz, los del campo, y los del martillo, es decir los de la industria, aquellos de quienes irradiaba la dignidad a los más dignos trabajadores del sistema. Y no fue baladí este bautismo obrero, porque como todo sacramento, infundió su gracia santificante, de manera que actividades que antes tuvieron otro sello (no en vano se llamaban "profesiones liberales") quedaron impregnadas de obrerismo; y las hubo que, dando un salto atrás en la historia, se sumergieron incluso en el servilismo.