ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Visión católica de la duda de José...

Visión católica de la duda de José

Según los evangelios, María ya había contraído esponsales con José cuando se produjo la Anunciación. Los judíos establecían el compromiso un año antes del matrimonio. En el matrimonio propiamente dicho, la novia iba a vivir con el novio.​

El Evangelio de Mateo dice que José de Nazaret pensó en repudiar en secreto a María. Este episodio, conocido como "la duda de José", ha generado una larga controversia en las iglesias cristianas.

El Evangelio de Mateo no dice que José tuviera dudas de la fidelidad de María. Sí aparece esta idea en los apócrifos Historia de José el carpintero y, sobre todo, en el Evangelio de pseudo-Mateo.​

Juan Crisóstomo presenta a un José libre de celos que quiere librar a María de la lapidación por adulterio y que se plantea simplemente abandonarla.​ Y añade que José experimentó sufrimiento, lo que hacía de la situación algo veraz a los ojos de la gente.​ Este sufrimiento es recordado en la tradición católica en la devoción de los dolores y gozos de San José, como el primer dolor.

Efrén de Siria dice que María le explicó a José lo que había pasado y que este comprendió que se trataba de un prodigio de Dios.​

El dominico Hugues de Saint-Cher dijo que José nunca puso en duda la santidad de María.​

El papa Juan Pablo II atribuyó la duda de José a que no sabía cómo comportarse ante la "sorprendente" maternidad de María, ​si bien el mismo papa afirmaba que José supo de la revelación de Dios en Cristo "desde el primer instante".​

Según el sacerdote católico Dominique Le Tourneau, José quiso desligarse de María porque no quería hacerse pasar por el padre del niño. Para Le Tourneau, el anuncio del ángel a José en un sueño no tiene la función de hacerle conocer la concepción virginal, cosa que él ya sabía, sino darle un papel en el misterio de la Encarnación, ya que él tendría que ponerle al niño el nombre "Jesús".​ Poner el nombre era el privilegio de un padre.

Corresponde, pues, a los muertos del Antiguo Testamento, los más próximos a Jesús —nombremos dos de los más íntimos en su vida, Juan Bautista, el Precursor, y José de Nazaret, su padre putativo y custodio—, corresponde a ellos —así piadosamente lo podemos creer— el honor y el privilegio de abrir este admirable acompañamiento por los caminos del cielo; y procurar las primeras notas al interminable Te Deum de las generaciones humanas que ascienden siguiendo las huellas de Jesús redentor hacia la gloria prometida a los fieles por su gracia.