ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Rey de Castilla y de León...

Rey de Castilla y de León

Reunificación de Castilla y León

Véase también: Concordia de Benavente

A la muerte de su padre, Alfonso IX en 1230, Fernando reclamó el trono de León, del que el papa le había confirmado heredero en 1218, pese a las probables intenciones de Alfonso de legarlo a Sancha y Dulce, hijas de su matrimonio con Teresa de Portugal.​ Las disputas entre Fernando y Alfonso —aliado de los Lara, enfrentados al rey castellano— habían complicado la posibilidad de que el primero heredase el trono leonés a la muerte del segundo.​ León se dividió entre los partidarios de las infantas y los que preferían a Fernando.​

Mientras las infantas y su madre Teresa de Portugal se encerraron en Zamora protegidas por el alférez de su padre, Rodrigo Fernández Feo, Fernando, acompañado de su madre Berenguela y del obispo de Toledo, entró en el reino y fue recibido como rey en Toro.​ La ciudad de León se hallaba dividida entre los partidarios de Fernando y los de sus hermanas, pero finalmente el rey castellano entró en la ciudad y recibió el homenaje de la mayoría de la nobleza, el clero y los representantes de las ciudades del reino.​

Tras una reunión en Valencia de Alcántara (Cáceres)​ o en Valencia de Don Juan​ (a treinta kilómetros de Benavente) entre las dos reinas consortes, Teresa de Portugal y Berenguela de Castilla, estas se dirigieron a Benavente, donde se encontraba Fernando y los arzobispos de Santiago y Toledo, y donde se firmó el 11 de diciembre de 1230 la Concordia de Benavente o Tratado de las Tercerías,​​ en que las infantas renunciaban a sus posibles derechos al trono y el traspaso de la corona de León a Fernando a cambio de una compensación de treinta mil maravedíes anuales a Dulce y Sancha y la cesión de algunas fortalezas que se reincorporarían a la Corona cuando murieran.​ De ese modo se unieron dinásticamente —siguieron conservando Cortes, leyes e instituciones diferentes— León y Castilla en la persona de Fernando. Apenas hubo cambios en los cargos del reino y el rey mantuvo en su puesto incluso a algunos adversarios que se habían destacado en el conflicto sucesorio.​ En 1231 el documento fue confirmado por el pontífice Gregorio IX.​ También ese año se firmó el Acuerdo de Sabugal, entre Fernando III y el rey Sancho II de Portugal para delimitar las fronteras y buscar la alianza contra el islam. El nuevo rey leonés entregó al portugués el castillo de San Esteban de Chaves y se comprometió ante él a defender a la reina Teresa en caso necesario.​ El pacto entre Fernando y sus hermanas puso fin al conflicto sucesorio leonés, pero no evitó que parte de la nobleza y la Iglesia leonesa se opusiesen al nuevo monarca castellano; el núcleo del rechazo a Fernando fue, probablemente, Galicia.​ Entre 1230 y 1233, el soberano se enfrascó en la pacificación y organización de su nuevo reino.​ Sus dominios quedaron divididos en tres unidades administrativas, gestionadas por un merino mayor: Castilla, León y Galicia.​

La unificación de los reinos puso fin a los continuos choques fronterizos entre los dos reinos que habían ocurrido intermitentemente desde el siglo XI.​ La importancia de la nobleza en la zona y la vaguedad de la frontera habían favorecido las luchas en esta zona.​

En 1232 tuvo lugar una visita de Fernando, Beatriz de Suabia y el obispo de Segovia a Santiago de Compostela.