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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Comentario...

Comentario

La visita de María a Isabel en Lucas 1:39-56 es considerada por muchos una rica fuente de comentarios sobre el papel de María en la Iglesia cristiana. Señalando la veneración de la Madre de Dios en la Iglesia católica, el teólogo alemán Friedrich Justus Knecht (m. 1921),​ escribe que:

En el Magníficat, María dijo proféticamente: 'Desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada'. Esta profecía se ha cumplido en la Iglesia católica, pues nuestra santa Iglesia honra a la Virgen con fiestas y devociones especiales. ¿Cómo no rendir honor a Aquella a quien Dios elevó a tan alta dignidad y alabó de tal manera por boca de Gabriel y de Isabel? Nuestra veneración a la santa Madre de Dios está bien fundada tanto en la Sagrada Escritura como en la razón.

Knetch señala también que María nos ofrece un modelo de caridad, planteándose las preguntas: " ¿Por qué se apresuró María a visitar a su prima? ¿Cuáles fueron sus razones? " Responde escribiendo: "En primer lugar, el ángel la había remitido a Isabel, aunque ella había creído sus palabras sin pedir una señal. Por eso creyó que era voluntad de Dios que visitara a su prima y se convenciera de la verdad de la señal que se le había dado, es decir, que Isabel estaba a punto de tener un hijo. En segundo lugar, María sabía muy bien que su prima se había afligido durante muchos años por no tener hijos, y sabía lo feliz que debía sentirse ahora que la causa de su aflicción había desaparecido. El corazón amoroso de María se compadecía de la felicidad de su prima; deseaba desearle alegría, alegrarse con ella y unirse a ella en la alabanza de la misericordia de Dios. Quien ama de verdad a su prójimo, se compadece de sus alegrías y de sus penas. En tercer lugar, María, como enseñan los santos Padres, deseaba servir a su prima y ayudarla en los asuntos de la casa.​

En las meditaciones de Roger Baxter compara la visitación con el arca del Señor, escribiendo: "Considera las inspiradas palabras de la Escritura: 'El arca del Señor permaneció en la casa de Obededom, el geteo, tres meses; y el Señor bendijo a Obededom y a toda su casa'.' (2 Reyes vi. 11.) Cuánto más podemos suponer que bendijo la casa de Zacarías, en la que el arca viviente del Señor y la madre de Dios moraron tanto tiempo.