ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Simón Pedro...

Simón Pedro
San Pedro

Obispo de Roma
(Papa de la Iglesia católica)
Año 30/33-Año 64/67​
(entre 31 y 37 años)
Sucesor Lino
Obispo de Antioquía
Año 37/45-Año 53/67
Sucesor Evodio
Apóstol
Otros títulos Príncipe de los Apóstoles y mártir
Culto público
Canonización  Culto inmemorial
Festividad
29 de junio, junto con san Pablo
16 de enero, Veneración de las cadenas de San Pedro.
18 de enero, cátedra de san Pedro en Roma
22 de febrero, cátedra de san Pedro en Antioquía
1 de agosto, san Pedro encadenado (vetus ordo)
25 de enero, conmemoración, en la fiesta de san Pablo, vetus ordo
Atributos Llaves, Libro (por sus epístolas), roca, barca, atributos papales, gallo, mitra, una cruz invertida (por la forma en que fue martirizado)

Venerado en Iglesia católica, Iglesia ortodoxa, Iglesias ortodoxas orientales, Iglesia asiria del Oriente, Comunión anglicana y algunas confesiones protestantes

Patronazgo
Santa Sede
Roma
Iglesia de Antioquía
Tréveris
Isla de Taboga
Pescadores
Santuario Basílica de San Pedro, Ciudad del Vaticano

Información personal
Nombre Simón Bar-Jona​
Nacimiento Finales del siglo I a. C.
Betsaida, Galilea
Fallecimiento c. 64 o 67 d. C.​
Roma, Italia, Imperio Romano.
Padres Jonah (padre)

"Síganme, y yo los haré pescadores de hombres" (Mateo 4:19)

Simón Pedro (Betsaida, finales del siglo I a. C.-Roma, c. 67 d. C.),​ conocido también como san Pedro, Cefas o simplemente Pedro, fue, de acuerdo con múltiples pasajes neotestamentarios, uno de los discípulos más destacados de Jesús de Nazaret. Su nombre de nacimiento era Simón bar-Jona​ (en arameo: שמעון בר יונה‎, romanizado: Shim'on bar Yonah) y era pescador de oficio en el mar de Galilea. Por su seguimiento de Jesús de Nazaret, se constituyó en el apóstol más conocido y citado del Nuevo Testamento en general y de los cuatro evangelios canónicos y los Hechos de los Apóstoles en particular, que lo presentan bajo muy variados aspectos. También es citado por Pablo de Tarso en sus Epístolas paulinas, incluyendo la Epístola a los gálatas donde lo refiere como una de las tres columnas de la Iglesia de Jerusalén.​ Figura de primer orden para la teología cristiana, es también conocido como el príncipe de los apóstoles.​ Dado el prestigio del que gozó en la Iglesia primitiva, proliferaron los textos escritos por autores anónimos que se titulaban a su nombre, como el Evangelio de Pedro, el Apocalipsis de Pedro, la Primera y Segunda epístola de Pedro, los Hechos de Pedro y los Hechos de Pedro y Pablo, entre otros.

La Iglesia católica lo identifica a través de la sucesión apostólica como el primer papa, basándose, entre otros argumentos, en las palabras que le dirigió Jesús: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo» (Mateo 16, 18-19).​ Las demás iglesias apostólicas, como la Iglesia ortodoxa, históricamente reconocieron la primacía del apóstol Pedro y de sus sucesores, patriarcas de Occidente, pero solo de forma honorífica y no con las atribuciones que la Iglesia católica le otorga. Además del papa, obispo de Roma, los patriarcas de Antioquía (sirio-ortodoxos, greco-ortodoxos, maronitas, sirio-católicos y greco-católicos) también se consideran sus sucesores.

La persona de Pedro ha sido representada por innumerables artistas, que se inspiraron en pasajes tanto del Nuevo Testamento como de los textos apócrifos, entre ellos: su llamado al seguimiento de Jesús de Nazaret, la entrega de las llaves del Reino, el lavatorio de los pies durante la Última Cena, sus negaciones durante la Pasión de Jesucristo, la comisión de apacentar la grey por parte de Jesús resucitado, sus predicaciones y curaciones después de Pentecostés, sus controversias con Pablo de Tarso y su martirio en Roma. Se lo caracteriza iconográficamente con unas llaves que simbolizan el reino de Dios, el gallo que recuerda sus negaciones, la cruz invertida que es emblema de su martirio, el báculo que se le atribuye como pastor, y también el pez, símbolo de la promesa de Jesús de Nazaret de hacerlo «pescador de hombres».