Hagiografía
Desde el siglo X, el flujo de peregrinos a la abadía donde se encontraban los restos del histórico obispo Marcial, alentaron la creación de una elaborada hagiografía (biografía sagrada). Habría llegado a Francia acompañado de su discípulo, san Amador. Fue encarcelado y torturado, pero sobrevivió. Durante más de treinta años ejerció su cargo de obispo.
Más tarde Marcial fue movido en el tiempo: no habría sido enviado a Galia por el papa Fabián sino por el propio san Pedro (el primer papa del cristianismo), y había evangelizado él solo no sólo la aldea de Limoges sino toda la Aquitania. Realizó muchos milagros, entre los cuales el más importante había sido la resurrección de un muerto, tocándolo con una varita que le había dado san Pedro.
La mitología alcanzó su punto culmen con la Vida de san Marcial (siglo XI) de Adémar de Chabannes. Se la atribuyó a un tal «obispo Aureliano», supuesto sucesor de san Marcial, que había sido testigo de la presencia del santo en la Última Cena y en la crucifixión de Cristo, y había sido uno de los apóstoles originales. Ademar le hizo hebreo de nacimiento, y pariente cercano de San Esteban.
En La leyenda dorada (compendio de creencias folclóricas del siglo xiii), se dice que san Marcial realizaba muchos milagros, como la destrucción de ejércitos antirromanos, la resurrección de los muertos y conversiones y bautismos en masa.
En 1854, monseñor Buissas (obispo de Limoges) le solicitó al papa Pío IX que le otorgara a san Marcial la posibilidad de celebrar su memoria como fiesta, como se hace con cualquiera de los doce apóstoles, pero el papa se negó. En los años 1920, se descubrió la falsedad de la red de documentos inventados por Adémar (que incluían una antigua carta papal y un sínodo imaginario en Francia). Sin embargo, aún hoy la leyenda de san Marcial continúa viva en los círculos católicos más conservadores.
Desde el siglo X, el flujo de peregrinos a la abadía donde se encontraban los restos del histórico obispo Marcial, alentaron la creación de una elaborada hagiografía (biografía sagrada). Habría llegado a Francia acompañado de su discípulo, san Amador. Fue encarcelado y torturado, pero sobrevivió. Durante más de treinta años ejerció su cargo de obispo.
Más tarde Marcial fue movido en el tiempo: no habría sido enviado a Galia por el papa Fabián sino por el propio san Pedro (el primer papa del cristianismo), y había evangelizado él solo no sólo la aldea de Limoges sino toda la Aquitania. Realizó muchos milagros, entre los cuales el más importante había sido la resurrección de un muerto, tocándolo con una varita que le había dado san Pedro.
La mitología alcanzó su punto culmen con la Vida de san Marcial (siglo XI) de Adémar de Chabannes. Se la atribuyó a un tal «obispo Aureliano», supuesto sucesor de san Marcial, que había sido testigo de la presencia del santo en la Última Cena y en la crucifixión de Cristo, y había sido uno de los apóstoles originales. Ademar le hizo hebreo de nacimiento, y pariente cercano de San Esteban.
En La leyenda dorada (compendio de creencias folclóricas del siglo xiii), se dice que san Marcial realizaba muchos milagros, como la destrucción de ejércitos antirromanos, la resurrección de los muertos y conversiones y bautismos en masa.
En 1854, monseñor Buissas (obispo de Limoges) le solicitó al papa Pío IX que le otorgara a san Marcial la posibilidad de celebrar su memoria como fiesta, como se hace con cualquiera de los doce apóstoles, pero el papa se negó. En los años 1920, se descubrió la falsedad de la red de documentos inventados por Adémar (que incluían una antigua carta papal y un sínodo imaginario en Francia). Sin embargo, aún hoy la leyenda de san Marcial continúa viva en los círculos católicos más conservadores.