Profecías y visiones
Para más información sobre este tema véase: Libro de Daniel
Según el libro de Daniel, este profeta recibió dos visiones durante el primer y el tercer año de Belsasar. En ellas diferentes animales fantásticos aparecieron ante su vista para representar la sucesión de reinos posteriores al Imperio Babilónico hasta un tiempo indeterminado cuando serían destruidos y alguien como un hijo del hombre; que representa mayoritariamente en el Judaísmo a "los santos del Altísimo", es decir el resto del pueblo judío, asumiría el poder en un mundo renovado, mientras que en el Cristianismo representaría a Jesucristo, quien se proclamó el personaje de esa visión (Mateo 26:64), quien reinaría en el futuro sobre los reinos del Mundo junto con sus Santos
Quizás la más célebre profecía atribuida a Daniel sea la de las Setenta Semanas. La narración bíblica dice que en el primer año del mencionado rey Darío, Daniel constató en los escritos de Jeremías que se aproximaba el fin de los setenta años de desolación de Jerusalén. Recibió entonces, una revelación transmitida por medio de Gabriel donde se anunciaba la reconstrucción de la ciudad, la muerte de un Ungido (Mesías) y el cumplimiento de todas las profecías. La predicción fijaba los plazos para estos eventos por medio de semanas que, según todos los comentaristas, corresponden a períodos de siete años. Otra profecía muy conocida, es la del carnero y el macho cabrío, en la cual se le muestra la derrota y conquista de imperio medo y el imperio persa a manos de Alejandro Magno.
Más tarde, siempre a tenor del libro bíblico, cuando corría el tercer año de Ciro (536), Daniel recibió nuevas visiones apocalípticas donde se le muestra a los ángeles protectores de Persia, Javán (Grecia) e Israel contendiendo en favor de sus respectivas naciones. También se le anuncian invasiones y guerras en la tierra de Israel, protagonizadas por personajes enigmáticos designados como el rey del norte y el rey del sur, posiblemente algunos de los soberanos helenísticos.
Daniel describe la existencia de un reino que oprimirá al pueblo elegido, imponiendo nuevas leyes, prohibiendo el culto según la Torá y exigiendo la adoración del soberano. Finalmente el reino será destruido por el poder de Dios. Este reino, según la crítica bíblica (incluso autores confesionales) es el seleúcida bajo Antíoco IV, llamado Epifanes, contra el cual se alzaron los Macabeos, mientras que otros opinan que habla del Imperio Romano y de un futuro enemigo de Dios al que los Cristianos comparan con la Bestia de Apocalipsis, debido a que este personaje que quita el continuo sacrificio tanto en Daniel 8, 9 y 11 surge tras la caída de las 4 divisiones del Reino de Grecia (Daniel 8:23), cumpliéndose con el Imperio Romano, quien se convirtió en Imperio tras la caída del último reino de Grecia; los Ptolomeos, en el 27 a. C.
La exégesis tradicional, seguida por el fundamentalismo, considera que el soberano opresor corresponde al Final de los Tiempos.
Para más información sobre este tema véase: Libro de Daniel
Según el libro de Daniel, este profeta recibió dos visiones durante el primer y el tercer año de Belsasar. En ellas diferentes animales fantásticos aparecieron ante su vista para representar la sucesión de reinos posteriores al Imperio Babilónico hasta un tiempo indeterminado cuando serían destruidos y alguien como un hijo del hombre; que representa mayoritariamente en el Judaísmo a "los santos del Altísimo", es decir el resto del pueblo judío, asumiría el poder en un mundo renovado, mientras que en el Cristianismo representaría a Jesucristo, quien se proclamó el personaje de esa visión (Mateo 26:64), quien reinaría en el futuro sobre los reinos del Mundo junto con sus Santos
Quizás la más célebre profecía atribuida a Daniel sea la de las Setenta Semanas. La narración bíblica dice que en el primer año del mencionado rey Darío, Daniel constató en los escritos de Jeremías que se aproximaba el fin de los setenta años de desolación de Jerusalén. Recibió entonces, una revelación transmitida por medio de Gabriel donde se anunciaba la reconstrucción de la ciudad, la muerte de un Ungido (Mesías) y el cumplimiento de todas las profecías. La predicción fijaba los plazos para estos eventos por medio de semanas que, según todos los comentaristas, corresponden a períodos de siete años. Otra profecía muy conocida, es la del carnero y el macho cabrío, en la cual se le muestra la derrota y conquista de imperio medo y el imperio persa a manos de Alejandro Magno.
Más tarde, siempre a tenor del libro bíblico, cuando corría el tercer año de Ciro (536), Daniel recibió nuevas visiones apocalípticas donde se le muestra a los ángeles protectores de Persia, Javán (Grecia) e Israel contendiendo en favor de sus respectivas naciones. También se le anuncian invasiones y guerras en la tierra de Israel, protagonizadas por personajes enigmáticos designados como el rey del norte y el rey del sur, posiblemente algunos de los soberanos helenísticos.
Daniel describe la existencia de un reino que oprimirá al pueblo elegido, imponiendo nuevas leyes, prohibiendo el culto según la Torá y exigiendo la adoración del soberano. Finalmente el reino será destruido por el poder de Dios. Este reino, según la crítica bíblica (incluso autores confesionales) es el seleúcida bajo Antíoco IV, llamado Epifanes, contra el cual se alzaron los Macabeos, mientras que otros opinan que habla del Imperio Romano y de un futuro enemigo de Dios al que los Cristianos comparan con la Bestia de Apocalipsis, debido a que este personaje que quita el continuo sacrificio tanto en Daniel 8, 9 y 11 surge tras la caída de las 4 divisiones del Reino de Grecia (Daniel 8:23), cumpliéndose con el Imperio Romano, quien se convirtió en Imperio tras la caída del último reino de Grecia; los Ptolomeos, en el 27 a. C.
La exégesis tradicional, seguida por el fundamentalismo, considera que el soberano opresor corresponde al Final de los Tiempos.