ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Ignacio de Loyola...

Ignacio de Loyola
San Ignacio de Loyola

Información personal
Nombre de nacimiento Iñigo López de Oñaz y Loyola
Nombre religioso Ignacio de Loyola
Nacimiento 1491
Azpeitia, Guipúzcoa, Corona de Castilla
Fallecimiento 31 de julio de 1556
(65 años)
Roma, Estados Pontificios
Sepultura Iglesia del Gesù y Santa Maria della Strada
Nacionalidad Española
Religión Iglesia católica
Lengua materna Euskera
Castellano
Familia
Familia Casa de Loyola
Padres Beltrán II Ibáñez de Loyola
Marina Sáenz de Licona y Balda
Educación
Educado en Universidad de París

Información profesional
Ocupación Presbítero católico de rito latino, soldado (1516-1521) y fundador de orden o congregación
Cargos ocupados Prepósito General de la Compañía de Jesús (desde 1541 juliano, hasta 1556 juliano)

Información religiosa
Beatificación 27 de julio de 1609 por Paulo V
Canonización 12 de marzo de 1622 por Gregorio XV
Festividad 31 de julio

Venerado en Iglesia católica

Patronazgo Guipúzcoa y Vizcaya, Compañía de Jesús, Ejercicios espirituales, soldados, Junín (Argentina), Amberes (Bélgica)

Obras notables Ejercicios espirituales

Conflictos Guerra de las Comunidades de Castilla, Conquista de Navarra y Batalla de Pamplona

Orden religiosa Compañía de Jesús

Títulos y
reconocimientos[mostrar]

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Ignacio de Loyola (Loyola, 1491-Roma, 31 de julio de 1556)​ fue un soldado y sacerdote español fundador de la Compañía de Jesús, de la que fue el primer general. En esta orden se profesan los votos habituales de pobreza, castidad y obediencia además de otro especial de obediencia al papa. La Compañía de Jesús tuvo un importante papel durante la Contrarreforma.

El papa Gregorio XV lo canonizó el 12 de marzo de 1622 junto con Francisco Javier, Felipe Neri, Teresa de Jesús e Isidro Labrador. Pío XI lo declaró patrono de los ejercicios espirituales en 1922.​ El metodista Jesse Lyman Hurlbut consideró a Ignacio de Loyola como una de las personalidades más notables e influyentes del siglo XVI.

En mayo de 1521, cuando era gentilhombre del virrey de Navarra, cayó herido en combate en la batalla de Pamplona frente a un contingente de navarros y franceses que apoyaba el reinado de Enrique II de Navarra.​ Este hecho sería determinante en su vida, pues la lectura durante su convalecencia de libros religiosos lo llevaría a profundizar en la fe católica y a la imitación de los santos.

Así que ya estando sano se propuso peregrinar a Jerusalén, para lo cual necesitaba llegar antes a Roma. En su trayecto se detuvo en Montserrat y Manresa, donde comenzó a desarrollar sus ejercicios espirituales, base de la espiritualidad ignaciana.​

A su vuelta de Tierra Santa, comenzó sus estudios y a dedicarse a la predicación, basándose en el método de sus ejercicios espirituales. Fue procesado en Alcalá de Henares y en Salamanca y se le prohibió predicar hasta que no hubiera estudiado cuatro años.​ Decidió continuar sus estudios en París, donde estudió humanidades, filosofía y un año y medio de teología. En París decidieron seguirle Pedro Fabro y Francisco Javier, entre otros.​

Ignacio y sus compañeros acabaron haciendo en Montmartre un voto para vivir en la pobreza, ayudar al prójimo y peregrinar a Jerusalén o, de no ser posible, ponerse a disposición del papa. Debido a la guerra contra los otomanos fue imposible embarcar a Tierra Santa. Ignacio partió a Roma junto a Pedro Fabro y Diego Laínez, experimentando durante todo el viaje multitud de sentimientos espirituales y una especial confianza en que Dios les sería favorable en esa ciudad.

Allí se dedicó a impartir sus ejercicios espirituales, pero pronto sufrió las críticas de personalidades influyentes que difundieron rumores en su contra, acusándolo de ser un fugitivo de la Inquisición. Para impedir que las acusaciones prosperasen y acabasen impidiendo su actividad, Ignacio quiso que se abriese un proceso formal para así ser declarado públicamente inocente. Este proceso se resolvió a su favor.

En noviembre de 1538 Ignacio y sus compañeros se pusieron a disposición del papa.​

En 1541 se procedió a designar al primer general de la Compañía de Jesús, resultando Ignacio elegido unánimemente por sus compañeros. Sin embargo, rechazó la designación y pidió que la votación se repitiese tras madurarlo más profundamente. Volvió a ser elegido en segunda votación y, tras reflexionar y confesar sus pecados, finalmente aceptó.

Estuvo quince años al frente de la Compañía de Jesús como general, permaneciendo en Roma. La misma prosperó al punto que contaba con más de mil miembros en más de cien casas —en su mayoría colegios y casas de formación— repartidas en doce provincias al momento de su muerte.​ Sus ejercicios espirituales, publicados en 1548, ejercieron una influencia proverbial en la espiritualidad posterior como herramienta de discernimiento.​ Murió el 31 de julio de 1556 y su cuerpo, que fue inicialmente sepultado en la iglesia de Santa Maria della Strada, fue trasladado a la iglesia del Gesù, sede de la Compañía.