Aspiraciones religiosas
En el tiempo de convalecencia, quiso leer libros de caballerías pero no había en la casa de Loyola. En lugar de eso leyó la Vita Christi, obra en cuatro volúmenes del cartujo Ludolfo de Sajonia traducida por el franciscano Ambrosio Montesino. También leyó Flos sanctorum, un libro de vidas de santos escrito por el dominico Santiago de la Vorágine y traducido por el cisterciense Gauberte Fabricio de Vagad.
Durante esta etapa también dedicaba mucho tiempo a pensar en qué decirle a una dama y qué hechos de armas llevar a cabo para conquistarla. No se sabe si esta mujer existió o si era una figura imaginaria. Es posible que se tratase de Catalina de Austria, hermana de Carlos I, a quien pudo conocer en Tordesillas o Valladolid. Catalina se casó en 1525 con Juan III de Portugal.
San Ignacio empezó a discernir cómo los pensamientos sobre Dios entraban con dificultad pero le dejaban contento y sosegado mientras que los pensamientos del mundo entraban con facilidad y le dejaban descontento. Los pensamientos de Dios le llevaban a imitar a los santos. Entonces tomó la decisión de ir a Jerusalén y de llevar una vida de rigurosa penitencia.
En su autobiografía se dice:
Y cobrada no poco lumbre de aquesta leción, comenzó a pensar más de veras en su vida pasada, y en quánta necesidad tenía de hacer penitencia della. Y aquí se le ofrecían los deseos de imitar los santos, no mirando más circunstancias que prometerse así con la gracia de Dios de hacerlo como ellos lo habían hecho. Mas todo lo que deseaba de hacer, luego como sanase, era la ida de Hierusalem, como arriba es dicho, con tantas disciplinas y tantas abstinencias, cuantas un ánimo generoso, encendido de Dios, suele desear hacer.
Estando una noche despierto se le apareció la Virgen María con el niño Jesús, lo cual le consoló.
Posteriormente tomó un cuaderno de unas 300 hojas y se puso a escribir sobre los libros de religión que estaba leyendo. Escribía las palabras de Jesucristo con tinta roja y las de la Virgen María con tinta azul.
Se propuso entrar como cartujo en el Monasterio de Santa María de las Cuevas de Sevilla y le pidió a un amigo que iba a Burgos que fuese al Monasterio de Santa María de Miraflores y le informase de su regla cartuja. Esta regla le gustó a san Ignacio, pero finalmente no se hizo de esa orden.
Paralelamente, el 21 de agosto de 1521 el duque de Nájera fue cesado del cargo de virrey de Navarra y, a comienzos de 1522, fue escogido papa Adriano VI, que se encontraba en España. El nuevo papa debía de pasar por Zaragoza y Barcelona antes de llegar a Roma.
San Ignacio partió de la casa de Loyola a finales de febrero de 1522 acompañado de un hermano. Este posiblemente fuese el religioso Pero López. Pasaron antes por el Santuario de Nuestra Señora de Aránzazu. San Ignacio realizó una vigilia de oración antes de venerar a la Virgen de Aránzazu. Es posible que fuese en este santuario mariano donde realizó su voto de castidad.
Posteriormente se despidió de su hermana Magdalena en Anzuola. En este lugar o en Oñate se separó de su hermano y continuó solo hasta el pueblo riojano de Navarrete para encontrarse con el duque de Nájera. Su propósito era despedirse del duque y pedirle unos pocos ducados que le adeudaba. Tras cobrar el dinero lo repartió y dio una parte para el ornato de una imagen de la Virgen.
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En el tiempo de convalecencia, quiso leer libros de caballerías pero no había en la casa de Loyola. En lugar de eso leyó la Vita Christi, obra en cuatro volúmenes del cartujo Ludolfo de Sajonia traducida por el franciscano Ambrosio Montesino. También leyó Flos sanctorum, un libro de vidas de santos escrito por el dominico Santiago de la Vorágine y traducido por el cisterciense Gauberte Fabricio de Vagad.
Durante esta etapa también dedicaba mucho tiempo a pensar en qué decirle a una dama y qué hechos de armas llevar a cabo para conquistarla. No se sabe si esta mujer existió o si era una figura imaginaria. Es posible que se tratase de Catalina de Austria, hermana de Carlos I, a quien pudo conocer en Tordesillas o Valladolid. Catalina se casó en 1525 con Juan III de Portugal.
San Ignacio empezó a discernir cómo los pensamientos sobre Dios entraban con dificultad pero le dejaban contento y sosegado mientras que los pensamientos del mundo entraban con facilidad y le dejaban descontento. Los pensamientos de Dios le llevaban a imitar a los santos. Entonces tomó la decisión de ir a Jerusalén y de llevar una vida de rigurosa penitencia.
En su autobiografía se dice:
Y cobrada no poco lumbre de aquesta leción, comenzó a pensar más de veras en su vida pasada, y en quánta necesidad tenía de hacer penitencia della. Y aquí se le ofrecían los deseos de imitar los santos, no mirando más circunstancias que prometerse así con la gracia de Dios de hacerlo como ellos lo habían hecho. Mas todo lo que deseaba de hacer, luego como sanase, era la ida de Hierusalem, como arriba es dicho, con tantas disciplinas y tantas abstinencias, cuantas un ánimo generoso, encendido de Dios, suele desear hacer.
Estando una noche despierto se le apareció la Virgen María con el niño Jesús, lo cual le consoló.
Posteriormente tomó un cuaderno de unas 300 hojas y se puso a escribir sobre los libros de religión que estaba leyendo. Escribía las palabras de Jesucristo con tinta roja y las de la Virgen María con tinta azul.
Se propuso entrar como cartujo en el Monasterio de Santa María de las Cuevas de Sevilla y le pidió a un amigo que iba a Burgos que fuese al Monasterio de Santa María de Miraflores y le informase de su regla cartuja. Esta regla le gustó a san Ignacio, pero finalmente no se hizo de esa orden.
Paralelamente, el 21 de agosto de 1521 el duque de Nájera fue cesado del cargo de virrey de Navarra y, a comienzos de 1522, fue escogido papa Adriano VI, que se encontraba en España. El nuevo papa debía de pasar por Zaragoza y Barcelona antes de llegar a Roma.
San Ignacio partió de la casa de Loyola a finales de febrero de 1522 acompañado de un hermano. Este posiblemente fuese el religioso Pero López. Pasaron antes por el Santuario de Nuestra Señora de Aránzazu. San Ignacio realizó una vigilia de oración antes de venerar a la Virgen de Aránzazu. Es posible que fuese en este santuario mariano donde realizó su voto de castidad.
Posteriormente se despidió de su hermana Magdalena en Anzuola. En este lugar o en Oñate se separó de su hermano y continuó solo hasta el pueblo riojano de Navarrete para encontrarse con el duque de Nájera. Su propósito era despedirse del duque y pedirle unos pocos ducados que le adeudaba. Tras cobrar el dinero lo repartió y dio una parte para el ornato de una imagen de la Virgen.
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