Fundación de la Compañía de Jesús
El portugués Simão Rodrigues y el español Francisco Javier empezaron a juntarse con san Ignacio en 1533. El italiano Pedro Fabro hizo los ejercicios espirituales de san Ignacio a principios de 1534 y fue ordenado sacerdote el 30 de mayo de ese año. Los españoles Diego Laínez y Alfonso Salmerón hicieron los ejercicios espirituales ignacianos también en 1534. Ese mismo año, se unió a san Ignacio otro español: Nicolás de Bobadilla.
El 15 de agosto de 1534, día de la Asunción, san Ignacio y estos compañeros se reunieron en una capilla dedicada a la Virgen María en Montmartre. Esta capilla se encontraba donde fueron martirizados san Dionisio de París y sus compañeros. Pedro Fabro celebró una misa e hicieron todos un voto. El voto consistía en ayudar al prójimo y vivir en la pobreza. El voto incluía ir al puerto de Venecia para peregrinar a Jerusalén pero, si en el plazo de un año no habían podido embarcar, irían a Roma y se pondrían a disposición del papa para que este les enviase donde considerase conveniente.
En abril de 1535 san Ignacio se dirigió a España por varios motivos. Se encontraba mal del estómago y los médicos terminaron por recomendarle el ambiente de su localidad natal. También, según Polanco, quería dejar una nueva imagen de sí mismo en Azpeitia para enmendar sus malos ejemplos del pasado. En España, se encargaría de resolver los asuntos pendientes de sus compañeros españoles.
De camino a su tierra pasó por la venta de Iturrioz, que todavía existe. En Azpeitia, se alojó en el Hospital de la Magdalena. Se dedicó a predicar en la Ermita de la Magdalena y en la Ermita de Nuestra Señora de Elosiaga. El 18 de mayo de 1535 san Ignacio ayudó a poner fin a un conflicto de más de veinte años entre las religiosas del Convento de la Concepción, que eran unas terciarias franciscanas conocidas como las "isabelitas", y la parroquia de Azpeitia.
En julio de 1535 se dirigió a Obanos, donde entregó una carta de Francisco Javier a su hermano, el capitán Juan de Azpilicueta. Luego fue a Almazán, donde entregó una carta al padre de Diego Laínez. Pasó por Sigüenza y llegó a Madrid, donde llegó a ver al príncipe Felipe. Llegó a Toledo, lugar natal de Alfonso Salmerón. En la Cartuja de Vall de Cristo de Altura se encontró con su amigo Juan de Castro, al que había conocido en París y que había hecho los ejercicios espirituales. En Valencia embarcó para Italia.
Llegó al puerto de Génova en octubre o noviembre de 1535. Como había establecido encontrarse con sus compañeros en Venecia a principios de 1537 decidió dedicar el tiempo que quedaba hasta ese momento a completar sus estudios de teología en Bolonia. Durante su estancia allí, visitó el Colegio de San Clemente, de estudiantes españoles, donde unos conocidos le dieron de comer.
San Ignacio no llegó a ser alumno del Colegio de San Clemente y probablemente se alojó en alguna pensión de Bolonia. En esta ciudad, estuvo enfermo una semana en diciembre de 1535. Tras su convalecencia, decidió ir directamente a Venecia.
En Venecia se alojó en casa de un bienhechor, posiblemente Andrés Lippomano, prior del Convento de la Trinidad. Isabel Roser y el arcediano Jaime de Casador le enviaron dinero desde Barcelona.
Durante su estancia en Venecia impartió los ejercicios espirituales a diversas personas, entre las que se encontraron: Pedro Contarini, procurador del Hospital de los Incurables; Gaspar de Dotti, procurador del nuncio; y el malagueño Diego de Hoces, que pasó a ser compañero de san Ignacio.
Conoció a Gian Pietro Carafa, que había fundado con san Cayetano de Thiene los teatinos en 1524. San Ignacio discrepaba de las prácticas de los teatinos y tenía una espiritualidad diferente.
En París, los compañeros de san Ignacio renovaron el voto el 15 de agosto de 1535 y de 1536. En la segunda ocasión se unieron el italiano Claudio Jayo y los franceses Juan Codure y Pascasio Broët. Los compañeros salieron de París el 15 de noviembre de 1536 y llegaron el 8 de enero de 1537 a Venecia.
San Ignacio y sus compañeros esperaron en Venecia hasta la Pascua, cuando podían pedir en Roma el permiso para peregrinar a Jerusalén. Los compañeros se alojaron en los hospitales de San Juan y San Pablo y en el de los Incurables, donde cuidaron de los enfermos. El 16 de marzo partieron para Roma, a donde llegaron el 25 de marzo.
Según Polanco, fue antes de llegar a Roma cuando los compañeros se preguntaron qué nombre darse a sí mismos si alguien les preguntaba a qué congregación pertenecían. Entonces empezaron a orar y a pensar en el nombre más adecuado y finalmente decidieron llamarse Compañía de Jesús, ya no tenían quién les mandase y solo deseaban servir a Jesús.
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El portugués Simão Rodrigues y el español Francisco Javier empezaron a juntarse con san Ignacio en 1533. El italiano Pedro Fabro hizo los ejercicios espirituales de san Ignacio a principios de 1534 y fue ordenado sacerdote el 30 de mayo de ese año. Los españoles Diego Laínez y Alfonso Salmerón hicieron los ejercicios espirituales ignacianos también en 1534. Ese mismo año, se unió a san Ignacio otro español: Nicolás de Bobadilla.
El 15 de agosto de 1534, día de la Asunción, san Ignacio y estos compañeros se reunieron en una capilla dedicada a la Virgen María en Montmartre. Esta capilla se encontraba donde fueron martirizados san Dionisio de París y sus compañeros. Pedro Fabro celebró una misa e hicieron todos un voto. El voto consistía en ayudar al prójimo y vivir en la pobreza. El voto incluía ir al puerto de Venecia para peregrinar a Jerusalén pero, si en el plazo de un año no habían podido embarcar, irían a Roma y se pondrían a disposición del papa para que este les enviase donde considerase conveniente.
En abril de 1535 san Ignacio se dirigió a España por varios motivos. Se encontraba mal del estómago y los médicos terminaron por recomendarle el ambiente de su localidad natal. También, según Polanco, quería dejar una nueva imagen de sí mismo en Azpeitia para enmendar sus malos ejemplos del pasado. En España, se encargaría de resolver los asuntos pendientes de sus compañeros españoles.
De camino a su tierra pasó por la venta de Iturrioz, que todavía existe. En Azpeitia, se alojó en el Hospital de la Magdalena. Se dedicó a predicar en la Ermita de la Magdalena y en la Ermita de Nuestra Señora de Elosiaga. El 18 de mayo de 1535 san Ignacio ayudó a poner fin a un conflicto de más de veinte años entre las religiosas del Convento de la Concepción, que eran unas terciarias franciscanas conocidas como las "isabelitas", y la parroquia de Azpeitia.
En julio de 1535 se dirigió a Obanos, donde entregó una carta de Francisco Javier a su hermano, el capitán Juan de Azpilicueta. Luego fue a Almazán, donde entregó una carta al padre de Diego Laínez. Pasó por Sigüenza y llegó a Madrid, donde llegó a ver al príncipe Felipe. Llegó a Toledo, lugar natal de Alfonso Salmerón. En la Cartuja de Vall de Cristo de Altura se encontró con su amigo Juan de Castro, al que había conocido en París y que había hecho los ejercicios espirituales. En Valencia embarcó para Italia.
Llegó al puerto de Génova en octubre o noviembre de 1535. Como había establecido encontrarse con sus compañeros en Venecia a principios de 1537 decidió dedicar el tiempo que quedaba hasta ese momento a completar sus estudios de teología en Bolonia. Durante su estancia allí, visitó el Colegio de San Clemente, de estudiantes españoles, donde unos conocidos le dieron de comer.
San Ignacio no llegó a ser alumno del Colegio de San Clemente y probablemente se alojó en alguna pensión de Bolonia. En esta ciudad, estuvo enfermo una semana en diciembre de 1535. Tras su convalecencia, decidió ir directamente a Venecia.
En Venecia se alojó en casa de un bienhechor, posiblemente Andrés Lippomano, prior del Convento de la Trinidad. Isabel Roser y el arcediano Jaime de Casador le enviaron dinero desde Barcelona.
Durante su estancia en Venecia impartió los ejercicios espirituales a diversas personas, entre las que se encontraron: Pedro Contarini, procurador del Hospital de los Incurables; Gaspar de Dotti, procurador del nuncio; y el malagueño Diego de Hoces, que pasó a ser compañero de san Ignacio.
Conoció a Gian Pietro Carafa, que había fundado con san Cayetano de Thiene los teatinos en 1524. San Ignacio discrepaba de las prácticas de los teatinos y tenía una espiritualidad diferente.
En París, los compañeros de san Ignacio renovaron el voto el 15 de agosto de 1535 y de 1536. En la segunda ocasión se unieron el italiano Claudio Jayo y los franceses Juan Codure y Pascasio Broët. Los compañeros salieron de París el 15 de noviembre de 1536 y llegaron el 8 de enero de 1537 a Venecia.
San Ignacio y sus compañeros esperaron en Venecia hasta la Pascua, cuando podían pedir en Roma el permiso para peregrinar a Jerusalén. Los compañeros se alojaron en los hospitales de San Juan y San Pablo y en el de los Incurables, donde cuidaron de los enfermos. El 16 de marzo partieron para Roma, a donde llegaron el 25 de marzo.
Según Polanco, fue antes de llegar a Roma cuando los compañeros se preguntaron qué nombre darse a sí mismos si alguien les preguntaba a qué congregación pertenecían. Entonces empezaron a orar y a pensar en el nombre más adecuado y finalmente decidieron llamarse Compañía de Jesús, ya no tenían quién les mandase y solo deseaban servir a Jesús.
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